CAPÍTULO I

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Un rayo de luz del sol se coló por unas persianas, dándome directamente a los ojos. Bastante molesta por lo sucedido, tomé la almohada de mala gana y la puse sobre mi cabeza.
-Tal vez ya es tiempo de llevarla a su casa- oí que dijo una mujer
-¿Estás loca? ¿Y si recuerda algo?- respondió otra mujer
-No lo hará... no hay forma-
Algo alteradas, ambas mujeres salieron para seguir su discusión sin alterar el ambiente en el que me encontraba, aunque no estoy muy segura de que fuera la realidad.
Esperé unos minutos, y cuando estuve segura de que no había nadie, retiré lentamente la almohada de mi cara. Algo frustrada por la poca luz que había, comencé a observar mi alrededor; cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude ver que claramente era algo así como un hospital, uno no muy bonito a decir verdad. Me di cuenta de que mi cama no era la única, pues había otras 3, pero ninguna estaba ocupada. La que estaba al lado izquierdo tenía una gran mancha de sangre, pero no era eso lo que se me hacía raro; lo que me asustaba un poco era el hecho de que la sangre estaba ya bastante vieja, y si esto era un hospital... ¿por qué no las habían cambiado?
Escuché que las dos mujeres volvían hacia acá, así que me intenté volver a hacer la dormida. No funcionó.
-Sabemos que no duermes ya, Vanessa, será mejor que ni lo intentes- dijo la primera voz que había oído
-Vale- dije yo, mientras me quedaba viendo fijamente a esas dos personas. Claramente no eran lo que creí, eran dos simples mujeres comunes y corrientes. Ambas eran de una estatura promedio, una se veía de unos 30 años, mientras que la otra de 40, la primera con un cabello largo, castaño y jovial, mientras que la otra con cabello largo y negro y ambas vestían de gris. Aparentemente normales... pero algo hacía que el verlas me diera escalofríos.
-¿Recuerdas quienes somos?- preguntó la de más edad
-Sí- dije claramente mintiendo
-Eso nos confirma que no- dijo riendo la más joven
Ya molesta, me levanté de golpe, para posteriormente darme cuenta de que no iba a ser tan fácil escapar.
Ambas mujeres rieron y se fueron, satisfechas de lograr sus objetivos, mismos que no entendía. ¿Quiénes son ellas? ¿Cómo saben mi nombre esas dos? ¿Cómo puedo yo recordar mi nombre, pero nada más?
Sin ganas de más, comencé a intentar recordar, logrando solamente generarme más dudas. Observé que en mi cuerpo había golpes, pero no sentía mas que coraje. Me levanté un poco sólo para ver el pasillo al que daba la vieja puerta amarillenta que estaba al fondo de la habitación. Todo parecía algo tenebroso, pero se me hacía a la vez tan conocido... No pensaba intentar escapar justo ahora, pues pienso que sería una trampa. Necesitaba un plan, y rápido.

IRRECONOCIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora