Felicidades, Tsukki.

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>Tsukishima × Yamaguchi.

Felicidades, Tsukki.

[...]

Veintisiete de septiembre. Un día cualquiera en un mes cualquiera. Al menos, para la gran mayoría de la gente.

Tsukishima Kei nació un veintisiete de septiembre, convirtiéndose en ese día, en su diecisieteavo cumpleaños. A él no le parecía gran cosa, todos cumplíamos años al fin y al cabo.

Él pensaba que cada día, cumplíamos un día más. Cada semana, cada mes, uno más. Entonces, ¿por qué celebrar un año más? Al fin y al cabo, no era algo digno de celebrarlo.

En cambio, ya se había acostumbrado a celebrarlo con su hermano, su madre y su mejor amigo, quienes siempre estaban enormemente felices por hacerlo. Era algo que jamás entendería, pero tampoco se quejaba. No eran una molestia, al fin y al cabo.

Pero sospechaba que este año, algo cambiaría. Pensó que podría ser por formar parte del equipo de voleibol, esos chicos tan inesperadamente molestos que de seguro harían algo para hacerlo rabiar.

–¡Felicidades, Kei! –exclamó la pelirroja, con una amplia y cálida sonrisa habitual en ella. Su madre se acercó al chico para darle un cariñoso abrazo a su hijo. Tsukishima correspondió, aunque no le gustase mucho el contacto físico, quería a su madre y no iba a apartarla.

Su madre depositó un pequeño beso en su mejilla, sin dejar de sonreír. Siempre costaba hacerlo, puesto que el rubio era muy alto.
–¡Felicidades, hermanito! –exclamó Akiteru, acercándose también a él. Consiguió que Tsukishima resoplara y rodara los ojos, con pesadez. Aún seguía algo molesto con él, para ser sinceros. –Pásatelo bien, Kei. Sino lo haces ahora, con diecisiete, te arrepentirás luego.

–¿Lo dices por experiencia? –preguntó, arqueando una ceja. El mayor sonrió algo incómodo mientras escuchaba una melosa risa que venía de la cocina por parte de su madre.

–No seas tan malo, hermanito. –se quejó, fingiendo un puchero.

–Era una simple pregunta. –dijo, encogiéndose de hombros.

–He preparado el desayuno, chicos. –avisó la mujer, sonriente. Ambos asintieron con la cabeza, para después, dirigirse a la mesa. El rubio miró el reloj y se sintió algo más relajado al ver que tenía tiempo de sobras. –Y bien, Kei... –habló, llamado la su atención. Tsukishima miró a su madre, con una expresión inocente pero seria. –¿Piensas hacer algo por tu cumpleaños?

–Seguramente haga lo de siempre. Invitar a Yamaguchi y pasarlo con vosotros. –dijo, antes de meter arroz en su boca. Su madre le miró, sin dejar de sonreír.

–¿No hay nada más que quieras hacer? Invitar a más amigos o algo así. –insistió. Tsukishima negó con la cabeza, indiferente.

–Estoy conforme haciendo eso cada año, por lo que no veo porqué no hacerlo. –dijo, y su madre suspiró con una sonrisa. Le encantaba que lo pasara con ella, pero le preocupaba que eso significara que no se llevaba bien con los de su clase o equipo.

Supuso que así era, y eso bastaba. Así le quería.

El rubio se levantó de la mesa al acabar de desayunar y recogió su plato, sin decir una palabra. Se preparó para irse, como de costumbre. Volvió a mirar el reloj. Iba bien de tiempo, por lo que Yamaguchi aún no habría llegado a su punto de encuentro.

–Me voy, mamá. –anunció Kei, y su madre se dirigió hacia él para volverle a dar un beso en su mejilla.

–¡Qué te vaya bien! –exclamó, volviendo a sonreír ampliamente.

One-shoots. | Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora