Lunes

556 51 15
                                    

En una Escuela podemos ver a diferentes personajes, algunas con alto poder y otras que no tienen lo suficiente. Todas ellas conviven gran parte del tiempo, no importa que seas director, profesor, consejero ni alumno, estas obligado moralmente a relacionarte con ellos.
De lo contrario, seras tachado, etiquetado, ignorado, y hasta se podrían crear rumores falsos de ti.

Como en cualquier otra institución, existen las aulas, pero dentro de ellas se encontraran nuestros protagonistas. Nos concentraremos en uno en especial.

Aquel chico de cabellera negra revuelta con rulos, que estaba perdido en su mundo, sin notar que alrededor de él había un murmullo unánime, el cual hacia perder el clima de clases. El profesor responsable de esas horas fijo la vista sobre él, no porque este haciendo ruido, sino porque se encontraba recostado sobre el respaldo de su silla, mientras que con ayuda de sus pies (que estaban arriba de su mesa) se meseaba.

- Maxwell, Siéntese bien. -

El nombrado se hizo presente para contestarle de forma arrogante - Y usted explique mejor. -

El resultado de esta actitud rebelde fue castigada e inmediatamente llevada hacia el Consejero estudiantil. Ahora se encontraban los dos en la oficina, con un escritorio que les daba distancia para verse frente a frente, y un silencio incomodo.

Una sonrisa forzada se plasmaba en la cara del colorado, queriendo expresar aquello que le inquietaba de la actitud del chico. - Max, sabes que me encanta que me vengas a visitar... Pero esta es la 3 vez en el día ¿Hay algún problema en tu aula? ¿Alguien que no te caiga bien?. -

- Pues... - Pensó unos segundos antes de dar su respuesta final - nadie me cae bien... principalmente tu. -

Con un suspiro pesado, el mayor agarra una carpeta con el nombre del alumno y comienza a revisar los promedios de los últimos meses.
- Tus notas son extremadamente bajas en todas las materias ¿Le comentaste esto a tus padres como te lo pedí? - Dijo con algo de esperanza.

El morocho levanto sus hombres de forma indiferente.

- Intento ayudarte Max, pero no hago milagros. Los directivos hablaron sobre esto, y consideraron como opción el expulsarte; creen que otra persona necesitaría mas la vacante. Necesito un poco de apoyo de tu parte, pero nada cambiara, amenos... que comiences a afrontar tus problemas de forma responsable.-

Nuevamente el silencio apareció, el joven apretó sus labios y asintió con la cabeza una sola vez. - Nadie pidió tu ayuda David- Fue lo ultimo que dijo, para luego levantarse e irse de la oficina.


Las Escuelas son grandes, pero más son los lugares que muchos alumnos encuentran para fumar. Debajo de las gradas, en el campo de deportes, estaba nuevamente Max.
En su mano, sostenía un cigarrillo, al cual le daba pequeños pitidos cada cierto tiempo.

La tranquilidad duro poco tiempo, derrepente una luz brillante le pego en su cara. Involuntariamente apago el cigarro con su mano, conteniendo un quejido de dolor.

- ¡JAJAJA! Tienes suerte de que sea yo - Una voz familiar se escuchaba atrás de aquel resplandor, cuando este se apago, la figura del responsable se hizo visible - Tenes que tener mas cuidado, desde el Campo de Rugby pude ver el humo. -

Era Nikki, una de sus "tantos" amigos, y una de las mejores jugadoras del equipo escolar.
- ¿Quieres saber como supe que eras tu? - Con voz juguetona pregunto la de cabellos verdes.

- Me importa una mierda - Respondio Max.

En risas contesto - Cuando algo te preocupa o estas mal, vienes aquí a desahogarte. Eres tan predecible.-

Con pocas ganas de hablar y con un dolor en su mano, hecho a la chica de su lugar que ya no era tan secreto. No sabia si la molestia que sentía provenía de la intrusión de esta, o que ese era su ultimo cigarrillo.


Las ultimas horas de clases pasaron bastante rápido, más estando en la oficina del consejero. Pero que es mejor que volver a casa un lunes, solo debía esperar a que le pasaran a buscar por la puerta del colegio y el día acabaría.

Esperar.

Y esperar.

-... Mejor seria que vuelva caminando.-


No era sorpresa que esto ocurra, sus padres están ocupados, también tienen una vida. Él ya se había acostumbrado a esa soledad que emitía la casa.
De todos modos, la pasaba mejor siendo educado por la televisión, que por cualquier idiota con un titulo de maestría. 

¿Y su pasatiempo? Si no se encontraba delante de la T.V., tal vez estaba con su teléfono, su computadora o cualquier otra cosa que lo hiciera distraerse de su mundo real.

La noche llega y el hambre ataca, parece que sus padres todavía no volvieron de sus trabajos. No hay problema, hay comida de la cena anterior en la heladera, solamente debía re-calentarla y listo.

Mala idea, el sabor ya no le era el mismo de cuando lo compraron, su apetito se perdió... como todas las noches. Solo tiro la comida que se había servido, y se dirigió a su cuarto a dormir.


Con maldiciones e insultos despidió su Lunes. Con sufrimiento y desesperanza espero el Martes.

DETENTION // Camp CampDonde viven las historias. Descúbrelo ahora