DETENTION // Camp Camp

Jueves

Una canción desconocida se hizo sonar mientras que los minutos pasaban, Max cada vez más despierto y más consiente, reconoció ese sonido como una alarma... pero no era la suya. Levanto la cabeza de golpe al ver un despertador a su lado, el cual le pertenecía al verdadero dueño de la habitación, que marcaba una hora más tarde a la que usualmente debía despertarse. Rápidamente se puso la sudadera, que había dejado la noche anterior a un lado de la cama y salió. Busco con la mirada al mayor, no lo veía por ningún lado.

En cambio encontró una nota arriba de la mesa, al costado de una tostada, que decía:
"Buenos Días Max, me fui a trabajar. No quise despertarte porque te veías muy cansado ayer. Te veo a la tarde. XOXO".
Sus ojos se abrieron como platos, enojados, y su mano tembló hasta estrujar el papel por completo y tirarlo al piso mientras lo pisaba. Como odiaba al pelirrojo, como odiaba que le arruinara el día desde temprano.

Si fuera por él, ya estaría tirado por algún lado, con los ojos rojos perdidos en alguna droga alucinógena, pero hoy, justamente, no era el día indicado para ello (Además de que ya no le quedaba nada y que también eso se volvía un problema) Sin embargo su cabeza se encontraba por primera vez en el colegio. No era tan tarde para llegar a su clase, creía que tenía el tiempo suficiente para hacer la evaluación y matar al consejero antes de que suene el timbre.

Luego de una carrera hasta el instituto, entro a su aula con el aliento acelerado. Era de esperarse la reacción de todos los alumnos que se voltearon unánimemente hacia él, hablando por lo bajo de su apariencia, de su forma física, y de su problema con el horario... o eso pensaba. Muchos grupos lo miraban y reían, mientras Max se dirigía hacia su asiento, obviamente con regaños el profesor a cargo.

Antes de que se entregaran las evaluaciones, el muchacho solamente, para asegurarse de que iba a tener apoyo para esta prueba, busco a sus amigos con la mirada por el aula. No era así, Nikki, extrañamente, estaba hablando con una chica, todavía no reconocía quien, pero lo importante ahora era que no estaba cerca para pasarle cualquier respuesta. Y su compañero, Neil, había faltado, por culpa de las estúpidas visitas que le debía hacer a su madre cada tantos días.

Que frustración, no había podido estudiar en esos días, realmente cuando tuvo problemas familiares no pudo usar esa excusa para que le creyeran. Estaba en su fin, los nervios comenzaron a comerle por dentro, esto nunca ocurría, nunca sintió que fuera tan importante un número sobre una hoja, ya que nunca se le acabo esa pequeña dosis para que nada le importase. Las gotas gordas de sudor empezaron a brotar de su frente, las manos temblorosas se entrelazaron con los rulos de su cabello, mientras que hacían leves tironeos para no perder la cordura, su estómago se estaba revolviendo y su piel de apoco se tornó de otro color, pálida para ser exactos.

Max se sentía muy mal, demasiado, como si algo le faltara a su cuerpo... o como que este quisiera expulsar algo. Sentía las ganas de vomitar hasta que aquel papel que "tanto le preocupaba" se puso en frente de sus ojos. Se dio cuenta que ese no era su problema.

Termino su prueba un poco después de los demás, como era de costumbre. No estaba seguro de si todas sus respuestas estaban correctas, o tal vez directamente creyó que todas estaban mal. Pero esa inseguridad podía desaparecer al comparar respuestas, y quien mejor para comparar su nivel académico que con Nikki. La busco a la salida del aula, alzando una ceja al no ver ese pelo verde que llama tanto la atención.

Decidió buscarla entonces por los pasillos, coloco sus manos en los bolsillos y comenzó a caminar solo por allí, se sentía raro, muchas veces pasaba por esos lugares sin compañía, pero ahora mismo, él sentía que lo estaban observando. Miro por encima de su hombro hacia atrás y vio a Harrison, un chico de otro grado hablando con su compañera Nerris, ambos dejaban escapar miradas hacia su persona, como si le tuvieran miedo.
Sin importancia, siguió su camino, pasaba por la gente que estaba apoyada en los casilleros, y podía jurar que sus bocas se callaban al verlo, como si fuera una molestia su presencia.
Todo era muy raro, muy extraño, creía que seguía en un sueño... uno que era largo.