Flores.

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—¡Son bellísimas!— exclamó Angélica cuando vio el frondoso bouquet de flores que el mensajero dejó sobre el escenario, Jelena las había recibido ya que el destinatario no estaba presente aún.

—Todavía no nos presentamos y ya tiene admiradoras— dijo Celeste, —imagínate cuando inicie la temporada.

—Quisiera también recibir flores de mis admiradores secretos, sería tan romántico— la voz de Angélica era soñadora.

—No es romántico, es algo creepy— intervino Jelena mirando de nuevo la tarjeta sin remitente, el mensajero incluso juró no saber la procedencia, para averiguarlo tendría que llamar a la oficina de mensajería e investigar a fondo.

—Oh, vamos, Jel. ¿Acaso no es lindo que te envíen flores?— habló Celeste, pero la nombrada ya no le prestó más atención, sino que miró la puerta por donde Leandro acababa de llegar.

—Me quedé dormido, disculpen— dijo él, lo que era algo curioso porque aún faltaban ocho minutos para el ensayo, ellos cuatro, además de Robert, eran los primeros en llegar siempre.

Angélica y Celeste ahogaron sus risas cómplices y Leandro tuvo que mirar a Jelena preguntándose qué era tan divertido, ¿acaso tenía la huella de la almohada aún en su rostro?

—Llego esto— dijo la pelinegra, —para ti— le extendió la tarjeta y con la mirada señaló el bouquet en la orilla del escenario.

—¿Para mi?— frunció el ceño, nunca había recibido flores.

—Eres el único con este nombre aquí, así que sí es para ti.

Leandro miró la tarjeta de cartón, la letra era impecable y bonita, decía sólo su nombre.

—¿Quién las env-

—¿No es lindo? ¡Tienes admiradoras!— interrumpió Angélica.

La única persona que vino a la mente de Leandro fue Bianca, pero luego desechó esa idea, su madre era demasiado cuidadosa con el dinero como para gastarlo en flores, aunque no dudaba que le ofreciera un ramo de ellas cuando llegara el estreno de la obra. Rio nervioso, —no lo creo.

—¿Por qué no?— preguntó Celeste, —eres muy guapo, yo podría ser la presidenta de tu club de admiradoras.

—¡Sí, sí! Esa es una muy buena idea— celebró Angélica la ocurrencia de la otra.

Jelena rodó los ojos, sospechaba que esas dos querían algo con su amigo, pero esta vez parecían no querer disimularlo. Suspiró; si tan sólo supieran...

.

—¿Y?

—¿Y qué?— Leandro caminaba por la acera sosteniendo el bouquet con ambos brazos a la altura de su abdomen, él y Jelena se dirigían a la parada del autobús, el ensayo había finalizado sin contratiempos y Erick se había comportado igual que siempre, en pocas palabras: ninguna novedad, salvo las flores.

—¿Y ya te imaginas quién envió eso?— señaló el bouquet.

—No— dijo él.

—¡Oh, por amor de dios, seguramente es Gabriel!

—¿Gabriel? No, por supuesto que no.

—Te lo dije antes, preguntó por la academia y el teatro; sino hubieras estado cuchicheando con Roger sobre el burrito con extra picante, lo hubieses escuchado tú mismo.

—Puede ser una coincidencia.

—Tal vez sí, tal vez no, cariño— dijo Jelena y sonrió con amplitud, —pero estoy segura que te gustaría que fuera él.

Leandro se sonrojó.

—Eso es un claro que sí— ella le picó con el dedo índice la mejilla.

—¿No hagas eso?

—¿Qué cosa?

—No digas ni imagines algo que no puede ser.

—¿Por qué no? Es obvio que hay algo de tensión entre ustedes; aún te preguntas porqué se fue de repente y no te atreves a tocar el tema, ni siquiera le hablas; y él obviamente te evade; lo noté ayer. Yo creo que deben resolver eso.

—Olvídalo, tú misma dijiste que lo dejara así, como está.

—Retiro lo dicho, primor; hasta yo puedo cometer errores.

—Lo que sería algo inaudito— ironizó el bailarín.

—Exacto, tómalo como una señal— le siguió ella.

Leandro rio de manera floja, —¿y qué debo hacer exactamente? Si le pregunto si él las envió y dice que no, quedaré en ridículo, pensará que creo que él quiere algo conmigo.

—Eso es verdad— afirmó Jelena.

—No, no es cierto.

—¿No crees que quiere algo contigo, y que por eso te evita?

Leandro bufó, —¡Ya! Deja de tratar de confundirme.

—No cuentes con ello, cariño; esto es malditamente divertido.

.

Los ruidos guturales de decepción por parte de Angélica y Celeste casi hacen reír a Jelena. Había pasado sólo veinticuatro horas después de la llegada de aquél bouquet y, ahora, cada vez que la puerta se abría las chicas parecían estar esperando a otro mensajero con más flores.

Sin embargo, esta vez quien había entrado no era un enviado de las oficinas de correo.

Los murmullos por parte de Angélica y Celeste se convirtieron en curiosidad al ver al atractivo hombre caminar por la alfombra, entre las butacas vacías del teatro, admirando la construcción, el escenario y todo alrededor.

Wow!

—¿Roger?— preguntó Jelena cuando el sujeto estuvo lo suficientemente cerca del escenario, e inmediatamente se dio cuenta de lo poco inteligente que fue su pregunta.

Hey, girl!

—Si estás buscando el puesto de burritos, tomaste el camino equivocado.

El ensayo había concluido y por el momento sólo estaban las mujeres allí, finalizando una coreografía específica, los varones se habían ido a los vestidores.

—No más burritos, tienen mucho picante— explicó sentándose en la primera fila de las butacas.

Jelena rio, —creo que eso te lo advirtieron tus amigos.

—A veces soy un poco... How can I say it?... Un poco terco.

—Es bueno saberlo.    

[ || ] InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora