7. Epitafio de mi enamorado

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Era de noche. Necesitaba dormir y mientras más obscura se tornaba la noche mi corazón se rompia un poco más, la cabeza me daba vueltas más constantemente y más era necesario un trago.
La noche se pintaba un poco más de melancolía y tragos amargos de soledad.
Pase toda la noche con Dany, a su lado, velando por su eterno descanso.
-Hey despierta, son las 7 de la mañana- susurró una voz a mi lado- se que necesitas dormir, dice tu madre que apenas y has dormido un par de horas, pero vine en cuanto pude- era mi mejor amiga, Daian.
Al parecer si, me había quedado dormida en un sillon, a penas la escuche y me reincorpore en el sillón. Ella se sentó a mi lado y de pronto me dio un fuerte abrazo.
-Me enteré un poco tarde, pero aquí estoy. En verdad lo siento tanto
Yo... no se mucho que decir, pero sabes que siempre contarás con mi apoyo.- Se separo de mi- quiero que estes bien ¿Vale?
Me sentía tan cansada que sólo me limité a asentir con la cabeza y sentí como las lagrimas corrian por mis mejillas de nuevo.
-El funeral es a las 9-Anne se paro frente a mi y pronto se inco, me tomo de ambas manos- Yo también lo amaba con todas mis fuerzas y más que a mi propia vida.- comenzo a llorar- No aceptó que se haya ido así de nuestras vidas. Sus hermanas estarán ahí para despedirse. Vienen en camino; jamás creí ver a mis tres hijos separarse de una manera tan...-el llanto aumentó y ni siquiera termino la frase cuando se llevo ambas manos a la cara intentado cubrir su llanto
-Ahora nunca podré ser madre, ya ni seré esposa. El principio de mi vida se acabo- respondí.
Anne levantó la mirada aún entre llanto. - Vamos a echarlo de menos- se puso nuevamente de pie y siguio su camino.
-Su madre se ve realmente mal- espetó Daian- y tú también. Deberías ir a casa a descansar un poco y darte un baño.
-No necesito eso. Lo necesito a él.
-Siempre eres tan obstinada.
- Faltan dos horas- respondí
Pase el retso del tiempo observandolo. Memorizando esa imagen de él y comparandola con mi visión de cuando me casé con él.
Antes de salir para ir al funeral fui al baño y me moje la cara sin importar que se arruinara más el maquillaje de ayer, me mire al espejo por un instante y salí de ahí.
Daian me llevo a mi, a Anne y a un par de viejos amigos nuestros caminos al panteón en su auto.
El camino fue largo y muy silencioso.
Conforme nos adentrabamos en ese lugar, a cada paso se volvía más frio, más silencioso y se inundaba de melancolía y frustración.
Cuatro de los amigos más cercanos a Danial cargaban el sarcófago de cada lado.
El hambiente se sentía triste y vacio. Todos vestían de negro y mostraban un rostro apagado con flores entre las manos y referencias a Dios.
El lugar estaba lleno de tumbas por todos lados, de diferentes tamaños y aspectos, cada una con su respectivo epitafio.
''Esta caja guarda tus restos, Dios tú alma y nosotros tú recuerdo.
Quererte ha sido fácil, olvidarte no lo es''.
Era el epitafio que mostraría la tumba de mi amado acompañado de su fecha de nacimiento y fallecimiento.
Pero esta palabras no mostraban todo lo que en verdad sentíamos todos ante su partida.
Los chicos bajaron el ataúd y lo dejaron sobre el piso.
El sacerdote comenzo a dar algunas palabras de despedida y a hablar sobre lo que significa la muerte.
Me acerque a donde yacia el amor de mi vida. Me inque y pose mi mano izquierda, la que tenía nuetsros anillos de bodas sobre su ataúd.
-Solo hay dos fechas...
El día en que te conocí y el día en que te fuiste. Entre ambas transcurrio mi vida.
Todo lo que paso antes de ti quedo en el olvido y lo que sucederá después ya cesa de importancia. - le susurre- y este es el epitafio para mi enamorado- y deje una nota sobre la caja con las anteriores palabras escritas y deje que   el agua brotara de mis ojos.
Anne también se acercó y dejo una rosa sobre el ataúd.
-Esta simboliza mi amor, y te digo que te amé desde antes de tenerte en mis brazos por primera vez-comenzo a llorar y sus hijas se acercaron también.
-llego la hora- dijo en voz baja Dana, una de las hermanas de Danial-te vamos a extrañar, siempre fuiste nuestro gran ejemplo- las lagrimas también brotarom de ella.
Nos pusimos todas de pie y comenzaron a bajar el sarcófago de Daniel bajo tierra.
Me quedé ahí parada con una mano en el corazón.
-Noo, Daniel noo! Es mi hijo!- sollozaba Anne entre gritos de desesperación.
Dicen que de amor nadie se muere, pero yo creo que hay una gran diferencia entre morir de amor y morir por amor.
-Esto es un dolor asumible, lo imposible será volver a vivir sin ti- me dije a mis adentros y las lagrimas destilaron por mi rostro.
Entonces me deje caer de rodillas frente a donde sepultaban a mi chico.
Cubrian el ataúd con tierra.
El sollozo de Anne se hacía más fuerte y mi corazón se comprimia dentro de mi pecho cada vez más.
El tiempo se me hacía eterno mientras colocaban la lapida de mi marido y todos pasaban a dar su último adiós dejando montones de flores.
Cuando todo estaba listo yo seguía ahí tirada.
-No, No, No!!! Danial, regresa, ¡DESPIERTA! Por favor no me dejes- comencé a gritar al aire aún destilando un mar de lagrimas- ¿Qué paso con nuestros sueños e ilusiones?
Yo te necesito.
Mi madre y Daian se acercaron intentando tranquilizarme.
Entonces comenzó a llover levemente.
Podía sentir las gotas de agua cayendo sobre mi cabeza.
Mire al cielo y se veía repleto de nubes grises, el frio comenzaba a calar hasta la piel y la lluvia se volvía mas potencial.
Se escucho un tremendo estruendo en el cielo y de pronto la lluvia broto del cielo como si no tuviera fin.
Todos comenzaban a apresurar el paso para irse.
Como era de esperar ni Anne ni yo queríamos irnos.
-Hija, handa ya levantate. Ya empezó a llover. Debemos irnos-decía mamá, pero yo no respondía nada. -Hijaa.
-Yo me quedo- dije
-No seas necia, vamonos, te estas mojando toda-dijo Daian mientras sacaba una sombrilla de su bolso e intentaba cubrirme a mi, a ella y a mamá.
Observé como Dana y Lilian se lleveban a Anne contra su voluntad al auto para sacarla de ahí.
-Por favor ya vamonos. No puedes quedarte aquí, pareciera que va a haber una tormenta-dijo mi madre.
-El estuvo siempre conmigo en las buenas y las malas. Yo no me iré. Le prometí estar con él.
Ambas me miraron con pena en su rostro y como si se entendieran entre sí me dieron la sombrilla entre las manos y mamá me dejo un sueter extra que traía.
-es suficiente con el abrigo-mencione
-quedatelo- dijo y me regalo una pequeña sonrisa.
Entonces Daian y mi madre a grandes sancadas salieron de ahí y obviamente se mojaron.
La lluvia no paraba, las gotas caían una tras otra con gran velocidad, tanto que parecían estelas de luz.
A lo lejos vi como todos se alejaban en sus autos del lugar.
Me reincorpore y en lugar de quedarme de rodillas me sente comodamente a lado de la lapida de Daniel y cerre la sombrilla que sostenía entre mis manos, deje el sueter entre mis rodillas y permití que el agua me empapara por completo entre mi soledad y el despecho que sentía.
Era como si perdiera mi alma y corazón.
El agua caía desde mis cabellos hasta mis rodillas.
El agua se confundía con mi llanto.
Y le conté la historia de cuando nos conocimos.
Tuvimos nuestro comienzo, el más hermoso de todos. Al menos para mi.
Todos los días pasabas por el mismo lugar en el colegio, frente a esa jardinera llena de tulipanes, donde comunmente a mi me gustaba sentarme a leer o a charlar con mis amigas.
Generalmente te paseabas por ahí con tus amigos, pero pronto lo hacias tu sólo.
Te sentabas del lado opuesto a dónde yo estaba y no hacias nada más que sentarte ahí y mirarme, aunque tu creyeras que no me daba cuenta; yo también te observaba de reojo y me parecias lindo.
Esto fue así hasta que un día tomaste el valor y te acercaste a hablarme.
Me regalaste uno de esos tulipanes y me invitaste a salir esa misma noche.
Estabas tan nervioso ese día y no sabías que decir con exactitud.
Pasaste a mi casa por mi a las 6 en punto y me llevaste a tomar un café, después fuimos al parque y jugamos bajo la lluvia.
Y antes de irnos me tomaste por la cintura de sorpresa y posterior me besaste.
Fue nuestro primer beso y desde entonces supe que quería estar contigo siempre.

Cariño, te he amado desde que teníamos 18. Mucho antes de que ambos pensaramos lo mismo, en ser amados y estar enamorados.
Quiero que vuelvas y nos amemos como entonces, como me hiciste sentir.
Ven y besame donde duermo, estrechame entre tus brazos amorosos  y quedate un poquito más.

Prometo EncontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora