Objetos Mágicos✡(#LMB) ✔©

Capítulo VII: "El primer objeto mágico encontrado: El Krishugel."

Apoyada sobre el umbral de la ventana, Tamara observó las vistas del bosque desde la mansión. Desde los sucesos en el evento del aquelarre, no logró conciliar el sueño, y realizar un hechizo tan poderoso como el Obiectum Finder siendo las primeras veces que utilizaba la hechicería, acabó debilitándola. Debía descansar para recuperar las fuerzas suficientes en su pronto viaje hacia los objetos que el hechizo logró localizar, pero cada vez que mis ojos se cerraban, pesadillas llegaban a ella, donde veía a Daxen junto a otros seres infernales, persiguiéndola. Sueños donde, ellos la mataban sin piedad al igual que al resto de su familia hace años atrás. (*)

La guerra o los seres infernales en su busca, era algo que tomó toda su atención y que le impedía dormir siquiera un segundo. No podía evitar preguntarse sobre la razón por la que el jefe de los seres infernales tenía cierta atracción hacia ella o, por qué tenían tanto miedo de que tome su puesto. La teoría de que el desespero de los seres infernales por matarla se debía a que, con su liderazgo en el aquelarre y la poderosa magia que trascurre por sus venas gracias a las Lockhart, el aquelarre junto a todos sus brujos sería casi invencibles para ellos, era lo único que seguía teniendo sentido para Tamara.

El aquelarre Lehrlinge se mantuvo fuerte durante años cuando Nana lideraba el lugar. En cuanto ella lo abandonó para poder encargarse de Tamara, el aquelarre no pasó por sus mejores momentos, y aunque si quizás Nana volvía a su puesto, ella pueda salvarse de esa obligación, sabe que de nada serviría. Nana junto a los Sheimbos actuales, ya estaban mayores, su magia debilitada y su fuerza para luchar por el aquelarre sería en vano. Esa guerra solo podría soportarse con la sangre joven de nuevos Sheimbos, pero del resto de brujos que estaban obligados a cumplirla, porque ella, aunque la muerte de muchos brujos esté en juego, aún no puede aceptarlo. Nana tendría que morir para que ella pueda tomar el legado, y, por otro lado, la vida de los brujos, aunque le importe, no era un incentivo para Tamara como para querer tomar ese liderazgo. Ser líder todavía no surgió en su corazón, y la infelicidad al recordar a Elise, seguía arrastrándola lejos de ese futuro.

Echó un vistazo al móvil, notando que aun los mensajes no llegaban a Nana. Rechistando, lo guardó. Estaba siendo un trabajo complicado intentar contactar con las gemelas. Tamara temía que ellas ya supieran lo que había descubierto y que ahora la estuvieran evitando para no enfrentar su enojo. Aunque la idea de ser ignorada la irritaba, había algo en todo esto que le resultaba inquietante. Nana, a pesar de haberse retirado del aquelarre, seguía controlándolo desde las sombras, y Tamara sabía que los Sheimbos se comunicaban con ella cada vez que surgía una situación grave como la pérdida de los objetos mágicos. No entendía por qué Nana no la había contactado aún para reprenderla y retirarle las palabras que había dicho antes de subirse al barco. Tamara estaba segura de que eventualmente aparecería, y cuando lo hiciera, le diría que, en honor a todas las brujas que sacrificaron sus vidas, recuperaría cada uno de los objetos mágicos perdidos. Después, se alejaría de esa vida, si es que aún sigue en este mundo cuando todo termine.

Alejó la figura de la ventana, observando curiosa la habitación. Luego del espectáculo de magia que dio y la gratificante emoción de Heiko al festejar junto a ella, su logro por el hechizo, R permitió que se quedaran. Después que Heiko arrebatara el mapa de unas habitaciones o la hostilidad de sus amigos, creyó que él exigiría que se vayan, pero cambió extrañamente de opinión, tanto que les indicó que subieran a la segunda planta a escoger las habitaciones. La familia de vampiros que convivía allí, tenía muchos hijos, por lo que, había miles de habitaciones tanto en la segunda como en la tercera planta para escoger.

La habitación parecía ser el de una chica llamada "Michelle" que, tenía una absoluta adoración por el color negro. Tamara sonrió, pero en segundos una extraña pena la invadió. No debería sentir lástima por la gente que vivía ahí al ser vampiros que prácticamente cazaban brujas del aquelarre Lehrlinge solo por diversión, pero no podía evitar que su lado humano sienta pena por esas cosas. (**)