Laine

32 2 0
                                    


Era un día normal como cualquier otro, Laine acababa de despertarse, parecía que por su habitación había pasado un huracán, estaba todo desordenado, toda la ropa en su escritorio y en su silla y tenía varios pares de zapatillas por el suelo.

Por su ventana se colaba un frágil rayo de sol, no eran más de las once y estaba nublado. Laine salió de la cama y al ver que estaba nublado se le subió el ánimo. Salió de su habitación, fue al baño para echarse agua por la cara y despejarse y bajó al piso de abajo para desayunar.

Mientras mojaba una de las galletas de chocolate en su vaso de leche se dio cuenta de que no había escuchado a nadie en la casa, eso quería decir que sus padres no estaban en casa, así que terminó de desayunar, fregó su vaso y fue a la habitación de sus padres a comprobar que no estuvieran, y, en efecto, no estaban.

A Laine le gustaba quedarse sola en casa porque podía poner la música que quisiese al volumen que quisiese sin que nadie le dijera nada sobre que el volumen estaba muy alto, así que eso hizo, se puso una lista de nightcore y a todo volumen, su cuarto retumbaba, la casa entera retumbaba y ella se encontraba feliz en ese momento.

Después de un rato se puso a recoger un poco su habitación para evitar escuchar a sus padres echarle la bronca. Ya casi había terminado cuando empezó a escuchar  unos ruidos en el salón, entonces bajó la música porque pensó que eran sus padres y bajó al salón para saludarles, pero, cuando llegó, allí no había nadie.

Laine se quedó un poco confusa, ella había escuchado ruidos pero no había nadie, ¿me los habré imaginado? Tal vez, pensó, se disponía a volver a su cuarto cuando la lámpara de lava que había en el salón se cayó y se rompió, Laine se asustó, allí no había nadie, ¿cómo se iba a haber caído entonces?

Se acercó a la lámpara esparcida por el suelo intentando darle sentido a lo que había pasado, pasaron dos minutos en los que se quedó mirando fijamente la lava verde en el suelo, finalmente se levantó para volver a su cuarto, pero al darse la vuelta se encontró una sombra un poco más alta que ella observándola.

No era capaz de distinguir si era de un hombre o de una mujer, tampoco se distinguía el rostro ni nada, tan solo era una silueta de una persona alzada delante de ella. La silueta abrió los ojos, eran unos grandes ojos rojos con un toque de naranja alrededor de la pupila, eran brillantes, muy bonitos.

La silueta comenzó a hablar, su voz era una mezcla entre una voz suave y una rota, a Laine le pareció muy bonita también.

Hola Laine, he venido para llevarte, dijo.

¿Cómo sabes mi nombre?¿Para llevarme a dónde?, dijo Laine un poco asustada.

La sombra no dijo nada, cogió a Laine de la mano y salió con ella a la calle y se paró en medio de la carretera, Laine sintió su mano suave, fría..

¿Por qué estamos en medio de la carretera?, preguntó Laine.

La sombra hizo que Laine se girara a mirar al otro sentido de la carretera dejando a Laine de espaldas a los coches y dijo:

No te preocupes Laine, yo seré tu guía en la oscuridad, no temas, estarás a salvo.

Acto seguido la sombra desapareció y Laine estaba debajo de un camión. A Laine le había atropellado un camión que iba a una velocidad muy alta por la calle, la rompió todos y cada uno de los huesos del cuerpo, la mató.

Laine despertó en una habitación oscura, le dolía todo el cuerpo pero no sabía qué había pasado, alzó la vista y ahí la vio, de pie enfrente suya estaba la sombra, sonriendo, y con alguna lágrima cayendo desde sus increíbles ojos, se arrodilló junto a ella y mientras le acariciaba la cabeza delicadamente le dijo:

Tranquila Laine, ya estás a salvo, para siempre.

UntitledDonde viven las historias. Descúbrelo ahora