Prólogo (0,0)

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Mis uñas arañaban con fervor el dobladillo de mi camiseta manga larga.

-¡Luís!¡Sal ya de tu absurdo escondite!¡Bastardo,te he dicho que salgas!-vociferó Aurelio a viva voz por toda mi habitación.

Su pronunciación muy tosca y sus pasos errantes me avisaban que el alcohol había hecho mella en su persona.

El miedo y la furia me visitaban como la pareja más habitual en mi interior, hace años de sus habituales visitas en mí.

-¡Qué salgas,maldito niño!¡Ya,maldita sea!-tembló su voz tras este fuerte grito,y luego procedió a toser.

Los vicios del alcohol y el tabaco estaban dejando rastro en el que según la sangre que llevaba por mis venas y mi documentación decían que era mi progenitor.

Pero yo no lo quería,ni lo aceptaba como tal.

Todo empezó...

Unos pasos rápidos a mi localización hicieron que dejara mis recuerdos de lado y adoptara mi posición más conocida;"la del armadillo".

Me enrollé y escondí mi rostro de los posibles golpes que en unos segundos lloverían sobre mi anatomía.

-¿Por qué buscas al niño?-oí interrogar con duda a Estrella a centímetros de mí.

Bendita mujer.

-Necesito hablar con él-hipó tras unos segundos de duda,me imaginaba una mirada perdida que seguro llevaba en el rostro.

-Déjalo Aurelio,cuando estés mejor hablas lo que quieras con él...-intentó tranquilizar a la bestia.

-¡A mí nadie,y menos tú mujerzuela me dice cuando o cuando no hablo con mi hijo!-cerré los ojos,la misma escena.

Estrella gimió de dolor,seguro la estaba agarrando de la muñeca con mucha torpeza y fuerza.

-¡¿Me oíste?!¡Eh!¿¡Me oíste basura?!-volvió a gritar,y mordí mis labios con más rabia acumulada.

-Sí...-dijo casi inaudiblemente la pobre mujer que estaba con ese monstruo,al segundo un cuerpo se estampó con fuerza contra la puerta del armario,como consecuencia este se removió y yo con el mismo.

-¡Para qué aprendas!-tras los gritos de la bestia,la paz de su salida se hacía presente comenzando con el portazo que lanzó la misma.

Abrí los ojos lentamente y dejé de morderme el labio inferior.

Intenté salir,y sus sollozos sonaban reprimidos.

Miré a mi alrededor y su rastro no sólo en forma olorosa sino tangible se notaba.

Desmontando nuestra casa como en un huracán...

Mis cosas se encontraban esparcidas,la alfombra con varios redobles hechos con sus bastos pasos.

Giré la cabeza con rapidez,Estrella escondía su rostro entre sus manos pero se notaba que estaba llorando.
Focalicé mi mirada hacia su muñeca que resaltaba en tonos rojos,estaba hinchada y con marcas de las zarpas de la bestia que tenía como marido.

Maldito el día en que tuvo que entrar en esta casa.

No fui CapitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora