–¡Buenas tardes!- grité en el hall de mi casa.
–Buenas, mi niño- salió con su mandil naranja Estrellita de la cocina, sus pasos se dirigían a mí y en cuestión de segundos sus labios besaban mi mejilla y yo encorvaba la espalda (ella era más bajita que yo), la escena del día a día.–Y...¿esto Luís?- su voz preocupada y su mirada confundida acompañaban a su cuestión acerca de mi nariz vendada.
–Es una larga historia...- dije suspirando, obviamente iba a decirle a ella la verdad, junto con Máx, era la única persona en la que más confianza tenía, lo único que mi mejor amigo no tiene ni idea de mi verdadera vida familiar.
–Me la puedes contar ahora cuando comamos- accedió afable, Estrellita era un ángel de persona. –Pero, ahora Luisito a poner la mesa. - le sonreí, su papel de madre salía a flote. Y ella me guiñó un ojo y fue hacia la cocina para terminar la comida para los dos.
Sí, los viernes por la tarde era el día que comíamos los dos solos, era una comida pacífica sin la bestia en casa, ya que le tocaba claustro de profesores en el Santa Clara. Aunque sé, que esta noche, no me libraré de Aurelio, pero ahora a disfrutar del ahora, y después a sufrir el futuro.
–¿Qué plato hay hoy en el menú, chef Puertovera? -le pregunté alto a Estrellita, mientras subía las escaleras para dejar la mochila en mi habitación.
No tardé ni diez segundos en dejar la mochila tirada en la cama, y bajar de nuevo las escaleras para estar con mi Estrellita.
Me adentré en la cocina, las paredes blancas impolutas, la isla de mármol majestuoso, y todo el decoro en tonos blancos y plateados de la cocina llegaron a mis ojos. Y tanto la inquieta figura de Estrella mirando el horno como un olor a queso fundido...
–Hoy, quería hacer algo especial.– me miró con una sonrisa brillante- Estuve hablando con tu tía Rosario y esta tarde vienen Lanita, Natalia y ella a tomar el té a casa.-dijo de pronto, y la alegría empezó a opacar toda la pena que podía tener.- Por eso he hecho esto...–sacó de la nevera una selva negra*, aquel pastel relucía y producía que mi boca que hiciera agua.
-Qué deliciosa parece...-dije atontado. Sí, la selva negra era mi pastel favorito, además me recuerda a mamá ya que ella también era especialista en hacerla, igual que Estrella.
–Sabía que te gustaría...-se rió juguetonamente.– Además, tu padre me avisó que no va a poder venir hasta medianoche, así que puedes pasar más tiempo con tu hermana.
¡¿Qué?! ¡¿Iba a estar toda la tarde hasta la noche con Lanita?!
Salté, salté de la alegría... después de tres semanas sin tenerla cerca, vería a la niña de mis ojos, a mi Lanita.
Y saber que podré aprovechar más tiempo con ella sin presencia de Aurelio, me alegraba aún más; ya que por su culpa y su poca consideración a ella hacía que no la pudiera disfrutar tanto como quisiera.Para, no pienses en él.
Pero ya no voy a pensar en él, hoy voy a disfrutar de mi lucecita.
–¡Bien!
–Y...-levantó las cejas- hoy he hecho...¡lasaña!
–¿Cómo? Estrellita gracias por arreglarme el día. - mi agradecimiento más sincero me mandaba a abrazarla. No solo había arreglado que pudiera venir mi hermanita, hacer mi postre favorito y ahora mi plato favorito.
Esta mujer es el regalo del cielo más preciado que la vida me ha podido hacer.
La abracé, y sentí el cariño y el amor de aquella mujer que llegó hace algunos años a esta casa de dolor y de puras apariencias.-De nada mi niño, ya sabes que yo haré lo que pueda por ustedes, son de lo más importante para mí. -correspondió mi abrazo, sus brazos rodearon mi cintura con fuerza, y supe que Estrella era alguien por quien luchar, porque ella lo hacía por mí.
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No fui Capitán
Teen Fiction~No fui capitán,no fui ganador, sólo un extraño. No, no me adapté; No quise ser la sombra de un monstruo vulgar...~ [Basada en la canción 'Capitán' de Miss Caffeina]