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Aplausos sonoros roderon mi persona,un pase efectivo y un ligero movimiento de mi muñeca se ejecutaron antes que sonara el timbre del final,que avisaba de la finalización del encuentro.

-¡Boom!Lash Sanz vuelve a rescatar a su equipo,otra vez lleva al Santa Clara a los cuartos de final...-la voz del comentarista resonó en el terreno de juego.

Sentí la oleada de varios brazos y manos en mí.

-¡Luís campeón!-gritaban desde las gradas,y mi sonrisa solo se ensanchaba pero no llegaba a mi corazón,mis ojos viajaban por todo el lugar...hasta que vi unos ojos negros que me llamaron la atención.

-Mamá.

Tras el leve susurro salido de mi boca,intenté apartar de mí a los demás,pero sentía el cuerpo más pesado y más atrapado en el multitud.
Mientras,la mujer que me dió la vida me miraba con una mezcla de angustia y desconcierto.

¿Acaso no estaba orgullosa y contenta por mis logros deportivos?

Intentaba llegar hasta ella,abrazarla,hablarle y preguntarle el motivo de su desconcierto angustioso,a medida que más forcejeaba, ella iba alejándose hasta que se dió la vuelta y se adentró en los pasillos del lugar.

Un brazo me frenaba,otro me agarraba la pierna,sentía el dolor punzante en mi cuerpo y aunque me dolía la cabeza no dejaba de luchar y de gritar.
Me sentía agotado y ahogado en una marea sin salida,y la única orilla de mi salvación se había ido.

Aún así decidí seguir,patalée y seguí mi lucha hasta que sentí caer,caer al vacío más profundo.

De pronto mis ojos de abrieron,la espera oscuridad de mi habitación se cernía sobre mí al igual que una molestia lumbar.
Mis sentidos fueron apareciendo,dándome la alerta que estaba sudando.

Sólo había sido un sueño.

Me sentí débil,vulnerable,y sobrecargado por una oleada de nostalgia,dolor y desasosiego.

Su mirada volvía a atormentarme,como llevaba haciéndolo años atrás,y siempre veía su rostro serio,pero nunca alegre.

Mamá...¿por qué?

Procedí a levantar mi adolorido cuerpo del colchón,moví mi cuello que crujió,e igualmente seguí el procedimiento con mis brazos y mis manos.
Una de ellas viajó hasta la zona de los riñones,todavía me dolía...

Cerré los ojos y fugazmente me vino a la mente el momento que viví en los vestuarios con Aurelio,mi "padre" me lanzó contra los casilleros de metal,dándole igual si me clavaba el hierro en mi zona lumbar...simplemente me quería "recordar" que tenía que ser el mejor del equipo y que nadie,ni siquiera Máx, podía ser mejor que yo.

Me terminé de desperezar,y quise salir de esa casa infernal.

El silencio se cernía sobre toda la estructura, solo se escuchaba en mi habitación el sonido de mis pies al caminar sobre la alfombra. Busqué una chaqueta de deporte y unas zapatillas.
En vez de peinar mi cabello, lo escondí en la capucha de la sudadera roja.

Sabía mi destino,como si no hubiese ido miles de veces...pero nunca me sabía a suficiente el ir de nuevo.
Empuñé la manecilla de la puerta con sigilo,y tras unos minutos de averiguar si no había nadie en la sala y de dar pasos sigilosos hasta la puerta de salida.

Cerré la puerta con atención y discreción.

Suspiré.

Sentía la tranquilidad invadir uno a uno mis poros.Levanté la mirada cercionándome que todavía era de madrugada,un fondo azul se teñía delante de mi persona.
Las farolas de la calle alumbraban el vacío lugar de los transeúntes.

No fui CapitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora