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El olor a tabaco se filtraba por mis fosas nasales,y me volvía a producir esas náuseas asquerosas.

Un cuerpo en el sofá del salón me alertaba que Aurelio yacía en el quinto sueño,y no podía más que quedarme callado y seguir mi camino en silencio.

Fui a la cocina,dónde Estrella estaba haciendo el desayuno...el olor de sus obras maestras culinarias quitaba todo rastro del asco hacia el tabaco que se colaba por mi nariz.

Hoy tocaba tortitas dulces.

-Buenos días Estrellita.-planté un beso cariñoso en su mejilla.

-Buenos días Luisito-dijo con cariño,dejó a un lado el sartén y cogió mi cabeza,la agachó a la altura de sus labios rosas y dio un sonoro beso en ese lugar.

Yo reí ante su acción mientras ella volvía a su quehacer.

-Ya te he dicho que no sean con mucha intensidad,qué luego me cuestan quitarlos y parece que tenga una marca en la frente.Hasta Máx se ríe de mí.

-Ya,ya señorito quejica.-río ella a viva voz,su risa era como el himno pacífico que necesitaba esta casa.

-Shh,a ver si no se va a despertar la bestia-dije en susurros.

-No hables así de tu padre,Luís-su rostro ensombreció-ten cuidado con tus palabras.-ya no quedaba ni un ápice de la alegría que la acompañaba hace segundos.

-¿No?-me fui acercando a ella,a lo que fui a subir la manga de su suéter-¿y esto Estrella?-unas marcas verdes se dibujaban en su muñeca,pero su mirada se quedó fija en el suelo.-Esto solo lo hace una bestia,Estrella...no hace falta que sigas aquí,simplemente puedes irte con mi tía Rosario y con Lanita,o no sé...

-No puedo,no,no puedo...-sus labios empezaron a temblar-el día que me casé con tu padre prometí quererle siempre,además tú estás aquí,debo cuidar de los dos.

-Sí,pero él está incumpliendo la parte de su promesa,esto no es querer Estrella...date cuenta.
Por mí no te preocupes,me queda poco para poder irme.

-No,Luís no debes dejar sólo a tu padre...No sabe ni freirse un huevo el pobre hombre...

Y era verdad,Aurelio se pintaba como alguien independiente pero en realidad dependía de todos menos de él mismo.

Hice una mueca,ya había hablado con ella en más de una ocasión sobre el tema pero ella seguía empecinada en la misma postura:quedarse,aguantar y sufrir.

-Mejor me voy Estrellita,sino llegaré tarde a la escuela y llamarán a casa y me caerá una...-intenté sonar cómico pero sólo conseguí una sonrisa triste de su parte.Le devolví el gesto aunque puse todo de mí para parecer feliz,era un proceso constante:fingir ser algo que no eres,y en este caso ser feliz.- te quiero.

-Y yo mi niño grande.

Cogí una tortita dulce,y la puse en mi boca degustando el sabor dulce que emanaba,próximamente agarré mi mochila y el libro de la biblioteca de la escuela:La Eneida.

Atravesé toda la casa en el más profundo silencio tratando de correr lo máximo posible para salir del lugar.

Cerré la puerta con sigilo,y el aire de Octubre llegó a mi cuerpo como un escalofrío.

Por fin había salido del lugar y sin las presiones,ni gritos ni reclamos de Aurelio...aunque esa paz se esfumó al recordar a Estrella.

Seguí andando por el barrio,y no estaba solo...varios estudiantes de mi escuela andaban de camino a la misma...y por ende a la misma rutina monótona escolar.

No fui CapitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora