Ya no tenía chante. Ninguna. Y la primera razón, o la única, era que estaba convencido de que así era y actuaba de acuerdo con eso. Con Daniela íbamos a la misma escuela -aunque no al mismo curso yo era un año mayor-, salíamos a la misma hora y tomábamos el colectivo juntos en la esquina, porque vivíamos a dos cuadras uno del otro; y a pesar de todas esas coincidencias, nunca pude superar la idea de que no tenía ninguna posibilidad de tener algo con ella. Con los años y los reveses de la vida aprendí a encargar proyectos con el cincuenta por ciento de las 《coincidencias》a mi favor y la estadística me dice que no es una mala ecuación.
Volviendo al colectivo, el trayecto duraba entre diecisiete y veintiún minutos, dependiendo del clima y del tramitó. Recuerdo que agradecía al cielo los piquetes Callejero o la señalización su indicaba arreglos de cañerías de gas o agua porque nos obligaban a dar un par de rodeos y eso podía llevarme a un paraíso de veinticinco minutos al lado de ella.Me resultaba gracioso todavía hoy, cuando.pasaron tantos años, acordarme de que el colectivero me hacía el aguante porque, no sé cómo, se había dado cuenta de lo enganchado que estaba con ella. De lejos, el tipo veía a Daniela estaba o no en la esquina. Cuando ella se demora charlando (a propósito, creo yo), ablojaba la marcha desde la mitad de cuadra, como para darle tiempo a llegar. Eran segundos de incertidumbre para mi que, de reojo, iba calculando los metros que faltaba y la charla que no se cortaba nunca. A veces, las amigas le avisaban que se le iba el colectivo -si lo perdia debería esperar otro veinte minutos- y otras veces le habitaba yo, con un gesto breve que debería verse causales dentro de lo posible, par no exponerse a las cargadas. Es cierto si también podía quedarme dando vueltas hasta que ella decidiera, pero la costumbre era ir hasta la esquina con un grupo de compañeros y allí charla un rato. Un par se fumaban un cigarro, arreglabamos para la tarde y después cada uno tomaba su colectivo. Cuando Daniela se demorará mucho y yo no tenía más remedio que subir sólo, el conductor, sin mirarme, se encaja un poco de hombros.¿Y como se había dado cuenta el hombre? Bueno, supongo que yo era transparente en esa época, que el era un tipo grande, con mucho pavimento, y sentiría por mi alguna alguna simpatía. O lástima, quien sabe. Una vez, para darle a Daniel a un par de segundos más, a punto de subir, fingi tropezar con una baldosa. El plan otro final era dejar caer una agenda pero erre el cálculo, se me cayeron varias carpetas y una se desarmo. Había un charco junto al cóndor, claro, y alguna cosas se mojaron. Ella me vio, se acerco corriendo y me ayudo a levantar todo. El chofer espero a que subieramos con paciencia imperturbable y sin dejar de mirara al frente,las manos sobre el volante. Es probable que ese día entendiera que no sólo me gusta , sino su yo tenía adoración por esa chica. La verdad era que hacía dos años que estaba enamorados de ella. Guarde mucho tiempo aquellas hojas merchadas de barro.
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NADA ES SUFICIENTE
RomanceNO ESTA TERMINADA "otra pregunta que le daba vueltas sin tomar forma era por que javier necesitaba confiar en si amor a traves de las renuncias de ella, una detras de la otra. ¿porque no podia tomar deciciones sin recordar que antes tenia que hablar...