Daniela y Anne se conocieron en el kineergarten. Anne era estadounidense y Daniela ya llevaba un año viviendo en california. Había terminado el periodo de adaptación y ese lunes era el primer día del tiempo completo, aunque sus madres permanecerán atentas justo a la reja, fuera de la escuela. Con su mejor osito de peluche aferrado por una pata, Anne se arrincono a una silla verde y se negó a participar de las actividades. Después de varios intentos, la maestra considero que lo mejor era dejarla mirar y continuo con la rutina. Pero, entonces, Daniela se acerco a Anne, Le ofreció una galletita y la invito a ser su amiga para siempre.
—para siempre no sé - desagradecido la nena.
—bueno, por hoy.
—¿porque hablas mal? - pregunto la Anne, por el inglés un poco trabado que hablaba Daniela.
—dijo mi papa que ya voy a aprender.
—¿cuando vas a aprender? ¿mañana?
—Mmmm... No me dijo. Falta poco, dijo mi papá. - dudo Daniela.
Anne asepto la galletita y nunca más se separaron.
—y así empezó nuestra amistad con Anne - contó Daniela, mientras Javier enredaba los dedos en su pelo.
Estaban sentados en el césped de un parque urquiza, junto al río. Tomado mate y comían galletitas.
—¿en serio se hablaban todos los días?
—bueno, a veces más de una ez por día. Por Gmail, por Skype desde el celular. Mensajes, todo el tiempo. También viajábamos. Hace dos años vino ella para las vacaciones de invierno, o sea las de verano allá, y yo viaje el año pasado.
—¿y este año de nuevo Le toca a ella?
—bueno, no sé; es mucha plata y no creo que hagamos nada este año. A veces, fantaciamos con la idea del <último verano>, una semana o diez días en algun lugar del Caribe, por ejemplo, para que sea verano para las dos.
—¿cuando?
—en año que viene, cuando estemos empezando la universidad. Todo está en veremos, como te darás cuenta.
—no me gustaría que te fueras vos murmuró Javier en su oído.
—ay, no es para quedar e a vivir. Díez días, nada más.
—diez días sin respirar, sin verte, sin oír tu voz, sin besarte...
—¿tanto me vas a extrañar?
—to te imaginas cuánto.
—bueno, igual es para el año que viene,ya te dije. Aunque te aviso que si es ella la que viene, yo desaparezco por completo.
—no serias capaz de hacerme una cosa así - dijo el, enfurruñado. Daniela echo la cabeza hacia atrás en una risa estruendosa y el la miro feliz y divertido.
—me encanta tu risa. Tiene color, tiene fuerza, perfume, no se. Me acuerdo de la primera vez que te reiste, ¿te acordás de la pandereta? Bueno, ese día supe que eras para mi. Prometeme que nunca vas a dejar de quererme.
—nunca - murmuró Daniela.
Las risitas de unos ñinos que los estaban observando interrumpieron el momento.
—Bueh... -sonrió Javier-, volviendo a anita..
—Anne.
—Anne, cierto. ¿De que habla tanto? Si se puede saber...
—Las mujeres siempre tenemos algo que decirnos. Hablamos de lo que queremos hacer mas a delante, por ejemplo de viajar ppr nuestra cuenta, o sea solas. De libros que estamos leyendo, porque nos gusta leer al mismo tiempo el mismo libro. De los viejos amigos. De la escuela también. A ella, el tema de universidad la tiene como loca. Loca feliz y loca nerviosa, las dos cosas. En Estados Unidos quiere decir que te vas de tu casa y volvés solo para las fiestas importantes. Es la independencia.
—No me cierra -dijo javier-. Digo, lo de separarse de la familia...
—A veces me gustaria vivir sola en un departamento, pero después pienso en quien me va a llenar la heladera o quién me va a cocinar y, la verdad, ni loca me voy, ¡ja! Por ahora. Pero Anne no ve la hora de mudarse.
—¿No tienes otra amiga aparte de vos?
—Miles. Pero nosotras somos como hermanas. Iguales, no te creas que somos almas gemelas. Pensamos diferentes en un monton de cosas y discutimos un montón. Eso sí, siempre en inglés.
—Ah, que cool -Se burló Javier.
—No es po hacerme la cool; es que Anne nunca aprendio castellano, ¿podés creer? Lo intentó varias veces, pero habla horrible así que abandonamos. Es muy buena en matemáticas pero pésima en los idiomas.
—¿Le contaste de nosotros?
—obvio. ¿Por? -se sonrojó Daniela.
—Nada... me parece que estoy celoso...
Daniela le susuró:
—Bueno, le conte que viniste a casa y...
—ajá.
—...y que me regalaste un osito. Y que...
—¿Sí? -ronroneó Javier acercándose más.
—Ni l sueñes -se rió ella, sonrojada-. Y hablemos de otra cosa.
—Esta bien -se arriesgó és y miro hacia otro lado-. ¿Y qué te hiciste en el pelo, me explicàs?
—¡¿qué me hice?!
-Bueno -retrocede el-. ¿Que me puse? Parece brillantina, esa de las figuritas.
—¿No te gusta mi pelo?
—Me encanta, pero ¿nunca pensaste en apagar un poco... No pongas esa cara... un poco digo, apagar ese resplandor de sol?
—Es justo lo que mas me gusta. Mi abuela lo tenia así.
—Daniela, es hermosoy a mí me encanta.
—¿Y entonces?
—Lo que dijiste antes. A todo el mundo le gusta...
Daniela parpadeó varias veces, cerró la bolsa de las galletitas y tapó el termo. Guardo todo dentro de la mochila y se sacudió la ropa sin levantarse. Así permanecieron unos minutos. Después, ella dijo algún titubeo:
—Escuchame, Javier. A lo mejor, a vos te caería mejor una chica con pelo castaño y cortito, bien tranqui
—No, a mi me gustan las rubias de pelo largo. Me gustas vos.
—Sí, pero una cosa es lo que te gusta y otra lo que querés para novia.
Él se inclinó hacia adelante y le puso la mano en la nuca sujetando un mechón de cabello y atrayéndola hacia sí con delicada fuerza.
—Sos más linda enojada
—Cavernícola. -bromeó ella
Cuando más tarde Javier la acompañó a casa, Ángeles le dijo que el sábado iban a almorzar en la casa de pueblo Esther.
—van a estar mi tía Cielo. Te va a encantar.Fue un hermoso día soleado, ya de cara a la primavera. Las mujeres se dedicaron a hacer jardinería y Jorge se lució en la parrilla. Además, admiró casi en el borde de la envidia la moto de Javier y confesó que de joven también él había deseado tener una.
—Nunca se pudo y después se pasó el tiempo de las motos.
Javier era buen conversador. Le gustaba las plantas y aceptó llevar un paquetito de semillas de magnolia a una tía querida que tenía un vivero en el fondo de su casa. Hasta tuvo la amabilidad de escuchar con atención las instrucciones de Jorge sobre el cuenco de barro cocido con arena caliente en el que había que dejar reposar las semillas y ojo, no tan caliente, ¿eh?
Hablaron un poco de política, desde una perspectiva genera. Hicieron las bebidas críticas futboleras a los jugadores y al director técnico que les estaba haciendo perder los puntos para la copa libertadores y, sobre el final, Javier tuvi la prudencia de no ofrecerse a levantar la mesa, porque vio que el hombre de la casa no hacía un solo gesto en ese sentido. En mi opinión de Cielo, había pasado la prueba holgadamente.
Cuando Daniela volvió de la cocina para retirar lo que quedaba en la mesa, sonó su celular.
—Es Anne. Disculpe, caballeros —y se alejó por el jardín.
Los hombres siguieron hablando sin prestarle atención. Durante la sobremesa, la conversación entró en la segunda fase. Un poco más cercana, más en confianza los dos, más sueltos. Jorge admitió algunos problemas con su trabajo porque le quitaba demasiado tiempo con la familia, pero también reconoció que esa empresa había llevado adelante su carrera, mantenido a su gente con comodidad, conocido el mundo y aprendido mucho. No estaba cien por ciento feliz. Pero tampoco podía quejarse. En la vida no se puede tener todo, se resignó. Había en esa charla, al menos d Alarte de Jorge, una exhibición disimulada de esfuerzo y resultado, de prosperidad y falta de reconocimiento y reclamo a la vida. Javier habló de sus planes, de sus dificultades, de lo mucho que a veces le costaba seguir adelante con su carrera y de sus fines propósitos. Puso cuidado en no sobrepasar la línea de ma realizable ni mucho menos de quien tenía enfrente, porque eso sí hubiera sido una pésima idea. Pero no ahorró entusiasmado ni decidido. Tanto uno como pensaba las palabras y la información que daban y recibían para mantener un equilibrio. La escena no difería de otras miles de historias del mundo. Un padre y el pretendiente de la niña en un mano a mano, en una sobremesa relajada en apariencia, con la copa de vino a medio tomar.
Cuando daniela volvió a la mesa, las mujeres ya tenían el café listo.
—Arde ese celular —bromeó Javier
—Sí, cuando estás dos se ponen son terribles—se rió Ángeles, mientras servía—. Se hablan cien veces por día.
—Doy fe —contestó Javier
—No exageren —explico Daniela—. Me contaba que en estos días esperaba recibir la respuesta de un dispensario para ayudar en un centro de salud. Está muy entusiasmada porque para que la acepten en la universidad cuanta más experiencia de campo tenga, mejor.
—Pero le falta un año todavía, ¿no? —preguntó Cielo.
—Sí, pero allá la entrada a la universidad es mucho más complicada. Se necesitan buenas notas en algunas materias clave durante el último año de todos modos, Anne es una máquina y obvio que va a entrar donde quiera.
Javier miró la hora con disimulo. Cuarenta y cinco minutos habían habían durado esa llamada. Se le empezaba a notar el hartazgo con esa Anne.
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NADA ES SUFICIENTE
RomansaNO ESTA TERMINADA "otra pregunta que le daba vueltas sin tomar forma era por que javier necesitaba confiar en si amor a traves de las renuncias de ella, una detras de la otra. ¿porque no podia tomar deciciones sin recordar que antes tenia que hablar...