Javier y Daniela pasaban mucho tiempo juntos, se hablaban varias veces al día y no dejaban de hacer planes para el fin de semana, para las próximas vacaciones y para em resto de sus vidas. Aunque en esto último, Daniela era un poco más cauta. Era la primera vez que se involucraba en una relación seria y comprometida y, aunque estaba muy enamorada, había momentos en los que se sentía arrinconada. Por ejemplo, Javier no quería que se reuniera con sus amigas a la salida de la escuela. 《Que perdiera tiempo》, fue la expresión que él usó. Ella les explicó a las chicas que su novio tenía muy poco tiempo para almorzar y que le gustaba que lo acompañara. Eso.
Javier la invitaba a comer algo liviano en algún bar cercano y después la alcanzaba a su casa. No fue sino hasta que ya había sido presentado a lo padres y había estado en Pueblo Esther, que Daniela lo invitó un día a pasar y a tomar un café. Ángeles no regresaba hasta las 18.00. Estaban solos. Usualmente, Javier tenía que marcharse rápido. Pero no siempreEn noviembre, ocurrió algo.
Ángeles volvía del hospital, se daba una ducha y preparaba la cena. Por lo general, cenaban alrededor de las ocho y media. Aquel día, mientras cocinaba, recordó que Daniela le había mencionado una blusa manchada que la señora de la limpieza había colgado sin darse cuenta. Bajo el fuego y fue a buscarla. 《Fea mancha》, pensó cuando la vio. De paso, recogió tres o cuatro cosas tiradas en el suelo y alisó un poco en cobertor. Al tacto, noto un objeto entre las sábanas. Era el portadocumentos de Javier.
Le tomo un rato salir del cuarto. Pensó en dejar todo como lo había encontrado —blusa incluida—, en llamar a su hija en ese mismo momento, en llamar al padre para preguntarle qué hacer y en varias cosas más entre las que no faltó el autorreproche. No hizo nada de eso.
Después de unos minutos, bajo y continúo con la cena. No era el fin del mundo, pensó. Era la primera vez que pasaba por una situación así, cierto,y se trataba de su única hija. Pero era más que esperable. No porque no se hubiera atrevido a hablar del tema iba a demorarse más. Ese noviazgo llevaba ya varios meses y... En fin... las cosas no era como veinte, treinta años atrás. Lo que en realidad estaba molestando a Ángeles, y así sería durante meses, era que no terminaba de decidir cómo se lo diría a su marido. O en todo caso, si se lo diría.
Cuando llegó Daniela, desde la cocina la escuchó hablando por teléfono:
—Sí, no te preocupes, amor, yo te lo buscó. Sí, md fijo ya.
Ángeles fue al encuentro de su hija con el portadocumento en la Palma de la mano. Sin palabras, sin sonrisa.
Daniela la miró, bajo más párpados y susurró:
—Está en casa, Javier. Después re llamo. Sí, mi mamá.
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NADA ES SUFICIENTE
RomanceNO ESTA TERMINADA "otra pregunta que le daba vueltas sin tomar forma era por que javier necesitaba confiar en si amor a traves de las renuncias de ella, una detras de la otra. ¿porque no podia tomar deciciones sin recordar que antes tenia que hablar...