capítulo 11

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Cuando ya hacía cuatro meses que estaban de novio,  fantaban pocos días para la primera, ví algo que me llamó la atención. Claramente recuerdo esa imagen: Daniela caminaba apurada hacia la esquina,  con pasos cortitos,  no corriendo pero casi, y el novio acelerando montado en su moto,  sonriente. Unos metros antes de llegar, como si se acordara de algo, ella Sack una hebilla del bolsillo, se ató el pelo y lo metió debajo del cuello de la camoera. Ya junto a la moto, él la enlazó de la cintura, la beso, le dijo algo al oído y le tendio la mano abierta. Daniela dudo un momento, saco el celular y se lo dio.
  Escena simpre ¿no? Primero, ella se ata el pelo porque en la moto se puede enredar mucho; después, el novio le pide prestado el celular para hacer una llamada porque se que se le perdio el suyo, ponele. ¿Cual es el problema? ¿Porque habría que ver allí algo que no estaba? Si le hubiera hecho estas preguntas a un amigo, me habría contestado que dejara de mirarlos y que me olvidará de esa chica. Pero no tenía ese amigo o,  mejor dicho, no le hice esas preguntas a nadie.  Así que segui enroscandomeen mis pensamiento negros. ¿Y si Daniela no le estaba prestando su celular sino que él se lo estaba pidiendo para controlar las llamadas, los mensajes? La mano de ella entregando el celular era renuente y la de el,  dominante.
    ¿Por que habría de ceder ante una cosa así una chica como , Daniela, tan independiente, tan segura, tan Batalladora? ¿Que estaba pensando? Entonces,  cuando los malos presentimientos estaban a punto de aplastarme, me autorreprendia. Yo no tenía por que entrometerme ni sacar conclusiones sobre la base de una mirada o un gesto; ella no era para mi ni nunca lo sería, mal que me pesara,  y lo que a mi me molestaba, la verdad se dicha, era el tremendo beso que el idiota ese le plantaba cada día delante de todos nosotros para hacernos imaginar el resto. Aunque nadie se confesaba, pocos de los que estamos alli habríamos sido capaces del resto dominante y conquistador con que Javier envolvía la cintura de Daniela con un solo braso,  para darle un beso inteso que duraba cinco segundos.  Varios tomamos en tiempo, si, claro, las fantasías que lanzaban al galope como cuando la abren la Tranquera a un Potro salvaje.

NADA ES SUFICIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora