–Señoritas Hyland, ya no sé qué hacer con ustedes –la madre Rosa María niega al observarnos. –Me he rezado todo los rosarios posibles, pero por desgracia ustedes son inmunes a la mano de Dios.
Reprimo una risa tosiendo falsamente. Destiny en cambio se tapa la boca con su mano.
–Hay madrecita, no sea exagerada. Somos tan bien portadas–le sonrió angelicalmente.
Destiny sonríe. –Sí, secundo a mi hermana en ello.
–No me quieran ver la cara de taruga, niñas –nos señala a ambas con su dedo. Esto huele a problemas. Sonrió. –Aquí tengo registro de todas sus fechorías –saca una gran carpeta amarilla de su escritorio de caoba. –Empezaremos por la más grande de las hermanas Hyland…en ese caso tu Denize –me observa ceñuda antes de leer en su carpeta, me cruzo de piernas y sonrió divertida. –Soltaste a las ranas del laboratorio.
–No dejaría que disecaran a unas inocentes ranas…
–Le teñiste de colores a la señorita Scott.
Rio.
–Esa put…–la madre me ve–perdón, ella se lo busco. No tenía por qué insultar a mi hermana.
Veo a Destiny sonreírme cariñosamente.
–Insultaste al padre Tobías con ser un arcaico religioso, lo tiraste de las escaleras, provocaste un revuelto en el comedor –esa fue una buena guerra de comida– entre otras cosas, y sin mencionar que señalaste de promiscua a la hermana Theresa.
–Pero lo es–contrataco. –Está viendo Gossip Girl, eso casi es como besarle los pies a 50 sombras de Grey. A menos de que usted ve bien que una hermana que trabaja para Dios, vea una serie de sexo, hormonas alocadas, chicos calenturientos sin camisa, y alcohol a menores sea algo grato que pueda enseñarnos.
Pongo los brazos en jarra. Mientras Destiny se ríe a riendas sueltas, la madre parece un tomate por lo enojada que esta. Ve a mi hermana al instante.
–Usted no se escapa, señorita Destiny –mi pequeña hermana la ve divertida al recargarse contra el escritorio. –Tiro al Padre Tobías de la escaleras, al igual que su hermana, y den gracias a Dios que nada malo le paso. Noqueaste de un balonazo al hermano Nacho, tiraste gusanos en la alberca principal, y esa jugada de arrancones con el carro del Padre Tobías, y sin mencionar que usted lo choco contra la puerta de la iglesia.
–Hermana, yo no tire al Padre, él solito se calló –dice Destiny. –Lo del balonazo…el Nacho se cruzó en el camino del balón, y con respecto a los arrancones, si es que se le puede llamar así, el auto esta más viejo que le Padre Tobías y por eso no sirvió el freno, y bueno, choco.
La madre se masaje las sienes en señal de frustración, la veo con desinterés, mientras Destiny finge limarse la uñas.
–La verdad, hermana –digo–no es gran cosa.
–¡¿No es gran cosa?! –pregunta algo molesta y/o alterada. –Ustedes niñas me sacaran canas verdes, moradas y amarillas. Pero esto no es lo más grave que han hecho en el colegio del Perpetuo Socorro.
–¿Y qué es lo peor que según hemos hecho? –pregunta Destiny encogiéndose de hombros.
–¡Quemar el colegio!
Destiny, y yo compartimos una mirada cómplice al momento de sonreír por nuestra más resiente fechoría. Veo mi alrededor, la oficina de la madre –o lo poco que queda de ella- las paredes están quemadas al igual que sus muebles y cosas personales, y un San Antonio de Padua todo achicharrado, y eso no es todo.
Y si, quemamos el colegio, que les puedo decir…Las hermanas Hyland somos de mucha fama. Así somos, pero la verdad…
Asi comienza todo.
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The Hyland Sister's
Novela JuvenilDenize y Destiny Hyland, dos jóvenes que fueron ingresadas a un colegio de monjas. Rebeldes y problemáticas, su última fechoría fue quemar el instituto pensando que de esa forma, ya no tendrían que vivir en ese lugar, aunque fue todo lo contrario…...