¿Otra vez llorando? ¿Qué te pudo haber sucedido? ¿Él no notó tu existencia? ¿Tus padres y hermana no te comprendían? ¿Los amigos resultaron ser falsos? No, yo sabía lo que te ocurría. Todo a la vez ¿No es así?
¡Ay, bebé llorona! Parecía que tenías grifos en los ojos, pues las lágrimas salían a montones, no sabían cesar, tu llanto casi inundaba tu pequeña habitación.
Secaste tu rostro humedecido e intentaste respirar a través de tu nariz tapada, rogando con la cabeza hacia el techo volver en el tiempo y evitar que tu mejor amiga dijera aquellas palabras que cristalizaron tus ojos.
Me preguntaba cómo se sentiría estar en tu lugar, sabiendo que él nunca se fijaría en una tonta llorona como tú, que él era ese objetivo inalcanzable que te perseguiría por toda tu vida.
Me hubiera gustado haber preguntado ¿Qué sentiste cuando ella lo besó? Apuesto a que tu corazón, ese tan grande y a la vez tan frágil, se rompió sin mayor esfuerzo.
Imaginé tu dulce expresión de dolor, aquella que no podías ocultar, en el momento en que Lia, tu mejor amiga desde la infancia, te daba la noticia de que el chico del que llevabas años enamorada era su nuevo novio, aún cuando ella sabía de tus sentimientos por él.
Abrazaste la almohada, sintiendo las lágrimas volver a escapar de tus ojos, repitiendo que eras una tonta, una ilusa, una soñadora que nunca convertiría ese sueño en realidad ¿¡Y cómo lo ibas a lograr si siempre perdiste el tiempo!?
Tan sensible y susceptible, tan delicada y tímida ¡Estabas jodida desde el principio! Estaba más claro que el agua que no eras material para este mundo donde los más sagaces son los que ganan y donde las chicas como tú se deben conformar con migajas por no saber luchar, por sólo saber soñar y llorar, por ser débiles.
Sabía que no estaba siendo muy justo contigo, ¿Pero realmente merecías compasión? Tú misma te saboteaste al llorar cuando aquel niño en Kinder robó tu lápiz de color; también cuando te pasaste casi todo tu séptimo cumpleaños llorando porque te sentías abrumada. Por eso fue que nadie asistió a tu octavo cumpleaños, porque no querían escucharte ni verte gimotear.
Me acomodé a tu lado y te recordé cuando mamá se enojó contigo por romper su vajilla importada. Estaba muy enfurecida, ¿No es así? Y lo más divertido fue que tus lágrimas no lograron parar el golpe a tu mejilla.
Quizás era un poco sádico, pero de verdad me gustaba torturarte, bebé llorona, me gustaba habitar en alguien tan dócil como tú. Siempre me sentía vivo, porque todo el tiempo estaba ahí contigo. Yo tenía la suerte de no ser como las demás que habitaban en chicos vacíos y prepotentes, estúpidos, de verdad estúpidos, pero que aún así tenían el temple fuerte, no como tú, que siempre estuviste llena de sentimientos y emociones, sintiendo cada pesar de este mundo demasiado cruel para un alma tan tierna como la tuya.
Contuviste un grito contra la almohada, queriendo regresar atrás, mucho tiempo atrás, y haber besado los labios de él cuando estaban escondidos detrás de la escuela, pero no, te pusiste nerviosa y saliste corriendo con lágrimas de vergüenza en tus ojos.
¡Mierda! Sí que llorabas demasiado y es por eso que no eras nada ni nadie, querida.
Estabas sola, tus amigos ya estaban hartos de que fueras tan apegada y susceptible, que te tomaras a pecho cualquier comentario. Y Lia era la nueva novia de Tomás, estaría con él como tú nunca lo estarías, lo disfrutaría, su boca besaría mientras tú agonizabas y te desbordabas.
Los golpes en la puerta se escucharon, era la voz de tu hermana, estaba enfada porque cerraste con seguro, pero no te levantaste a abrirle, no querías que ella te viera con tus ojos llorosos por enésima vez en la vida.
Volviste a secar tus lágrimas y te dirigiste al espejo, odiando esa imagen patética que reflejaba.
Cuando ella entró se cruzó de brazos y tú quisiste mostrarte fuerte a pesar de todo, pero justo cuando ibas a hablar tu voz se quebró y las lágrimas volvieron a saltar fuera de tus ojos.
¿En serio ibas a seguir llorando? Que egoísta, ellos dos eran felices mientras tú sufrías por alguien que nunca fue tuyo en primer lugar; tu hermana no tenía idea de lo que te ocurría y tú tenías que fastidiarla con ese insoportable llanto.
"Otra vez llorando" Dijo ella poniendo sus ojos en blanco.
¡Oh! ¿Eso te dolió también? ¿Te dolió saber que tu sufrimiento le era indiferente? Debías entender que si llorabas tanto al final la gente no tomaría tu dolor en serio.
"Tomás y Lia son novios" Admitiste entre lágrimas.
Patética.
Esperaste un abrazo, quizás esperaste palabras de apoyo, al menos "Uh, lo siento", pero recibiste una ligera risa por parte de ella.
"¿Y? Él nunca iba a fijarse en ti, tonta" Rió más.
Como dolía. Deseabas morir. Estabas desamparada, nadie te comprendía, nadie te ayudaría, ni te apoyaría, estabas sola con tus lágrimas, sola, pero conmigo, que nunca me cansaría de hacerte ver lo idiota que eras.
"Ya para de llorar que aburres" Pero tu llanto incrementó.
Debiste detenerte, bebé llorona. Que tu hermana se riera de tu desgracia no era nada importante, tú no eras importante.
¿Por qué no paraste? Tuviste que seguir llorando, no haber tomado la lámpara en tus manos. Debiste seguir odiándote por ser tan sensible, no haberte acercado a tu hermana que se burlaba por lo ridícula que te veías con aquella cosa en las manos, como si fueras capaz de hacerle algo malo.
¿Qué hiciste, bebé llorona? ¿Por qué te sentiste tan bien al romperle la lámpara en la cabeza?
Malvada y cruel. Eras una completa loca.
No debiste manchar la alfombra rosa con la sangre de tu hermana. Tuviste que quedarte callada, tranquila, sufriendo y alimentándome. Pero ahora me ignoras, realmente no me escuchas y yo estoy muriendo.
No me dejes morir, por favor, si lo haces no volverás a sentir, harás las cosas sin pensar en los demás, en sus sentimientos y te meterás en problemas. Pero no me haces caso y lloras por última vez, riendo entre tus lágrimas.
Por favor... No me dejes morir...
A ver si adivinan, ¿Quién le estaba hablando a "Bebé llorona"?
¡Espero que les gustara el capítulo! ¡Hasta pronto!
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Cántame una historia
FanficAquí la música ha inspirado diversos relatos donde coexisten amor, odio y locura. «Pero hay un grito dentro que todos intentamos esconder, nos aferramos con tanta fuerza, no podemos negarlo» Sia - Bird set free