03. El Mago con doctorado

338 24 14
                                    

Era un cuarto viejo con objetos antiguos y un fuerte olor a pergamino. No había demasiada luz, solo la de la lámpara en el techo. Estaba adornada con cientos de muebles antiguos y reliquias. En medio del cuarto, en la cama, había un hombre inconsciente, vendado por el lado izquierdo de su cuerpo. No paraba de moverse de su cama, tratando de despertar. El mal olor no le dejaba dormir; descubrió que era por las vendas y la remera que le sirvió como toallas. Su vista se iba enfocando de a poco.

-¿Pero qué rayos...-estaba diciendo Daniel cuando se fijó en su brazo izquierdo, o mejor dicho la falta de uno. -...¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!

Gritaba a todo pulmón mientras apartaba de una patada las sábanas. No le importó el repentino dolor en su cuerpo al hacerlo, solo no paraba de mirar impactado su vacío. Se pasaba la mano encima, creyendo que era una alucinacion, o quizás una pesadilla.

Sus gritos fueron tan fuertes que llamaron la atención a los residentes de la casa. Ingresaron volando como un huracán dos sujetos: un asiático bajito de cara redonda y un hombre blanco de barba arreglada. Ambos llevaban unas túnicas extrañas, trajes viejos.

-Oh, veo que despertarse-dijo el hombre inglés.

-¡¡Pues claro que sí!!-le contestó molesto Daniel. -¡¡Ahora me dirían qué demonios me pasó!!

-Em, bueno...-se frotaba nervioso las manos el inglés, mientras intercambiaba miradas con el chino, buscando las palabras adecuadas. -Usted... esto... ha perdido el brazo...

-¡¡Eso ya lo note!!

Ahora esta vez Daniel no pudo aguantarse el dolor. Se agarró el muñón izquierdo, donde antes su hombro conectaba con la extremidad. Ese era el punto donde se originaba el malestar. Los dos extraños notaron esto. El inglés se acercó a la cama, mientras le pedía al otro que trajera unos aparatos. Le pidió a Daniel que se remangara un poco la remera, para remover un poco las vendas y ver la herida.

-¿Usted es doctor?-quiso saber Daniel. Por su apariencia no parecía mucho.

-Sí, Doctor Strange- se presentó mientras miraba la herida.

-¿Strange?-dijo el vigilante, inseguro. No le parecía verosímil.

Notó la mueca de preocupación del hombre; había levantado ligeramente los labios, asqueado, y arrugó la frente. Algo malo pasaba, y le preocupaba. Llamó al chino por su nombre, Wong, y sacó un par de vendas.

-Perdone, señor, pero me temo que tendremos que hacerle una pequeña incisión aquí mismo. Pero no se preocupe, primero le aplicaré una anestesia alrededor del área.

Inseguro, Daniel asintió. Seguramente estos hombres solo querían salvar su vida, y no era buen momento para desconfiar. Tenía que acceder. Pero cambió de opinión cuando el doctor estuvo por "aplicarle" la anestesia. Había acercado su mano sobre el muñón, sin aguja o pomada, e hizo un gesto, creando un sello de magia brillante flotando en el aire. Daniel se apartó asustado, casi cayendo por el otro lado de la cama. Miraba impactado a Strange.

-¡Qué demonios a sido eso!-casi le grita.

-Oh demonios-dijo el doctor, un poco decepcionado. -No me diga que no es un mago.

Justo Wong había llegado con los implementos. Pasó frente a la cama con un pequeño carito con una clase de cierra eléctrica combinada con el metal curvo de una trompeta, y a su lado había un par de frascos con sanguijuelas vivas adentro. El asiático ignoró la mirada de horror del vigilante.

-Wong, malas noticias. Él no es un mago.

-¿Qué?-dijo el mencionado, acercándose a Strange molesto. -¡Pero me has dicho que era uno!

Conociendo a los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora