Dina permanecía en una pequeña ala adyacente al comedor después de desayunar mientras esperaba que alguien le avisara que su coche estaba listo. Desde que se había escabullido la última vez, los guardaespaldas que tenía asignados, la controlaban más de cerca y ya no le permitían subir a un coche sin la compañía de uno de ellos.
Entonces, había decidido que era más fácil y menos vergonzoso dejarse transportar en uno que incluyera chofer.
Claro que casi siempre iba con Brad a la universidad y casi ni notaba la presencia de los demás, pero ese día tendría que ir sola.
Cuando la puerta se abrió, se puso de pie lista para salir, pero no fue con uno de los guardias con quien se encontró, sino con la mismísima reina viuda.
Geraldine quiso soltar un bufido, pero se contuvo. No valía la pena.
-Buenos días, Arlet. – Saludó sin gracia, reparando en la sonrisa maligna de la mujer. -¿Buscabas a alguien? ¿Charlie, tal vez? No está aquí. –
-Tu hermana se llama Charlotte. –Chistó. –No es muy femenina la forma en la que la llamas. –
Las cejas de la rubia se alzaron y abrió la boca para responderle, pero ella continuó hablando sin darle cabida.
-Me he enterado de tu último atentado contra el apellido de la familia. –Comentó. –Todavía no puedo creer que nadie me lo haya dicho antes. –
Geraldine cerró los ojos. ¿De verdad tenía que soportar aquello?
La única puerta de salida de esa habitación estaba bloqueada por la bruja a la que hacía años que no llamaba abuela, y no creía posible que la dejara escapar tan fácilmente como rodeándola. A pesar de sus ganas, tampoco era tan grosera como para empujarla fuera de su camino.
Así, que sin escape aparente, optó la única vía que le quedaba.
-¿Por qué deberían de habérselo contado? Seguramente nadie ha creído que usted se interesa por mi vida. –
-No me interesa tu vida en absoluto, pero sí me incumbe el cuidado del buen nombre de la familia. Siempre supe que era un error que mi hijo se hiciera cargo de ti. –
Dina sonrió.
-Créame Arlet, siempre lo ha dejado bastante en claro. –
-Eres una maleducada y una desagradecida. – Le apuntó. – ¿Pero que más podíamos esperar de ti, siendo hija de quien eres? –
-Soy hija de los reyes. Unos a los que debería guardarle más respeto. – Replicó.
-No- No lo eres. Brianna era un incordio a tu edad, pero tenía clase. Buena familia, buena educación. Su único error fue no amarrar a mi hijo un poco antes. Entonces, él fue y cometió un error típico de hombres. Se involucró con una zorra de la calle y de allí saliste tú. –
-Usted no tiene ningún derecho….-
Arlet volvió a interrumpirla.
-Eres igual a ella. O incluso peor, ¡Un hombre casado! ¡Por favor! ¿Sabes el festín que se harían los medios con una noticia como esa? ¿Lo que dirían de tus padres? Lo que haga cada uno de los que viven en esta casa nos afecta a todos. Incluso los huérfanos protegidos por tu madre tienen una conducta impecable. - Se tomó un respiro, y posiblemente esperó alguna defensa por parte de la chica, pero Dina no parecía poder reponerse de aquellas palabras. –Estoy segura de que esto le ha dado a Alioth una idea del error que ha cometido al mantenerte con él y su familia. –
ESTÁS LEYENDO
Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3
General FictionHan pasado trece años desde el asesinato de los McGregor, doce de los cuales Emalene pasó recluida en un orfanato, y ahora solo tiene un objetivo: Vengar la muerte de sus padres. El príncipe Robert Van Helmont está comprometido con sus responsabilid...