Max llevó a Charlie hasta dentro de la casa y no se detuvo hasta llegar a una de las habitaciones en el piso de abajo.
—Siéntate aquí —ordenó en cuanto estuvieron en el que solía ser el despacho de Alioth cuando vivían allí.
Cerró las puertas con llave y recién allí se giró a verla mientras tomaba el celular para llamar a sus compañeros que deberían estar verificando los alrededores.
Y cuando la vio, no era lo que él esperaba encontrar.
—¿Qué estás haciendo? —Demandó corriendo hasta la princesa que se hallaba espiando por la ventana hacia afuera. Con las manos en sus hombros la hizo retroceder y luego, sujetándola por el brazo la arrastró hacia el sofá que le había indicado—. Te dije que hicieras algo, Charlotte. Creí que no eras suicida.
Los ojos de la joven se abrieron de par en par.
—Me estás gritando —señaló.
Max soltó una risa irónica.
—La primera regla en casos como este es resguardarse. Tú, en especial.
—Solo quería mirar, por un segundo.
—Eso es todo lo que le llevaría a un francotirador apretar el gatillo si te viera. —Se arrodilló frente a ella, que ya estaba sentada, tiesa y enfurruñada. Iba a decir algo más, para disculparse, pero su teléfono comenzó a sonar antes de que pudiese abrir la boca.
Se puso de pie, y dio unos pasos recorriendo la habitación, mirando hacia todos lados, en busca de algún lugar en el que pudiese esconderla si fuese necesario.
—¿Qué está sucediendo?
—Al parecer es en la entrada. Estamos en camino. El príncipe Robert y la señorita Ballas estaban en camino. No sabemos qué pasa con eso tampoco.
—Bien. La princesa está a salvo, estamos adentro la casa. Manténganme informado.
Y cortó.
No iba a decirle nada acerca de su hermano. No iba a preocuparla más de lo que ya estaba. Era suficiente con la incertidumbre que había alrededor de su hermana.
Volvió a ponerse en cuclillas frente a su sofá y sonrió por la forma en la que estaba observándolo. La barbilla alta, los hombros rígidos hacia atrás. Tenía ambas cejas levantadas y sabía que estaba mordiéndose las mejillas internas.
—¿Qué dijeron? —Preguntó con sequedad.
—Parece que es algo en la entrada, en la carretera. Están en camino a verificarlo.
—Bien— replicó.
Max amplió su sonrisa.
—Estás enojada. —Ella no contestó, solo movió la cabeza hacia un costado para evitar su mirada—. Ah, estás furiosa porque te grité.
La oyó inhalar profundamente, y bajó la cabeza para que no lo viera reír otra vez.
—Lo siento mucho, no era mi intención. Cuando te vi, lo único en lo que pensé fue en el peligro.
Ella seguía igual.
—Charlotte —insistió apoyando una mano sobre las suyas cruzadas sobre sus muslos—. Perdón, no quise gritarte —susurró—. ¿Me perdonas?
Con ese tono de voz, con esa sonrisa...
Charlotte sintió de nuevo esa molesta y a la vez agradable sensación en su pecho. Suspiró, pero no intencionalmente mientras miraba la mano que él tenía sobre las de ella. Max ladeó la cabeza ante eso y amagó con retirarla, pero Char lo retuvo.
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Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3
Ficción GeneralHan pasado trece años desde el asesinato de los McGregor, doce de los cuales Emalene pasó recluida en un orfanato, y ahora solo tiene un objetivo: Vengar la muerte de sus padres. El príncipe Robert Van Helmont está comprometido con sus responsabilid...