Eso fue lo que ya no es

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Las canillas se cerraron y el agua dejo de correr inmediatamente, una figura se hundió más en la bañera. El agua solía calmar sus malestares y le ayudaba a aclarar sus pensamientos.

-No tienes por que huir de esa manera. - No era mucha la diferencia de edad que había entre ambos, pero con actitudes como esa, era fácil determinar cual era el mayor. –Yo también estoy enojado y decepcionado ¿Crees que me parece justo que ninguno pueda elegir a quien amar?.-

Se acercó a la barandilla de la terraza en donde ella estaba apoyada y por un segundo temió que estuviese llorando.

-Ojalá fuera eso lo que me molestara, desearía que así fuera... Pero yo ya sabía cuál era mi destino, siempre supe que me casaría con quien no amo, pero de alguna manera estoy feliz de que seas tú, por lo menos te preocupas por mi y la prueba es que estás aquí... conmigo. -

Se quedó petrificado detrás de ella, no podía creer lo que escuchaba, una niña estaba actuando como toda una adulta y él... él solo podía contener su ira y frustración.

-¿Entonces porqué...?.-

-¿Porqué salí corriendo?.- Aún de espaldas a ella, pudo saber que sonreía.- ¿No crees que sería más divertido si nos sorprenden con los preparativos de la boda?.- Durante casi un minuto ambos se quedaron en silencio, sin moverse y dejando que el viento se llevara la pregunta que había quedado flotando.- Takahiro, prométeme que haremos nuestro mayor esfuerzo para enamorarnos y ser felices juntos.-

-Alessa...-

El nombre se escapó de sus labios casi como un suspiro, tapó sus fosas nasales y sumergió la cabeza debajo del agua, tenía que seguir adelante, habían pasado más de diez años de esa tragedia, las probabilidades de supervivencia eran casi nulas, pero como nunca encontraron su cadáver, él mantenía la esperanza de encontrarla. Levemente escuchó como tocaban la puerta del baño por lo que sacó la cabeza del agua.

-¿Estás bien? Llevas un buen rato ahí-

-En un rato salgo Hideki...-

Cuando escuchó alejarse los pasos de su amigo, volvió a suspirar y salió de la bañera tomando una toalla, con la cual cubrió su cintura. Se miró en el espejo, su cuerpo pálido y lleno de cicatrices, pero la única en la cual fijaba su atención era una marca que tenía en su hombro derecho. Esa misma, se la había producido Agatha la primera vez que se vieron, él se había perdido en sus ojos, desde que los vio que estaba seguro de quien era. Pero su distracción le costó bastante más de lo que esperaba.

En la habitación le habían dejado ropa limpia, terminó de secar su cabello y se quitó la bata de baño para comenzar a vestirse. Pantalones negros, camisa blanca e incluso le habían dejado, como nota de humor, un par de tacos, debajo de eso había ropa mucho más cómoda, junto a unos borceguís, los cuales se encontraban debajo de la cama. Estaba muy nerviosa, se encontraría con los mismos hombres que casi se matan por remplazar el lugar de su abuelo. Sentía nauseas de solo pensarlo, eran hombres sin escrúpulos, sin códigos, los cuales, años atrás, habían sido los pilares fundamentales de las "familias", esa clase de personas no debían estar al frente de tanta gente, pero por ahora seguían siendo útiles, cuando retomara el poder que le correspondía les haría pagar a todos... Ante ese pensamiento se frenó en seco, ¿Retomar el poder? ¿Estaba loca? No solo era demasiado peligroso, tampoco estaba segura de ser una buena líder, había aprendido mucho de los padres de los gemelos, pero siempre se había manejado mejor sola. Miró hacia la ventana y dejó escapar un suspiro seguido de una pequeña carcajada, hacía unos años Nicolai le había propuesto que tuviese una vida normal, que entrara a la universidad, él le proporcionaría todo lo que necesitaba para aquello, ella se había negado rotundamente, no tendría una vida normal hasta haber matado a los asesinos de su familia.

Desvió su mirada hacia la almohada, en ella se encontraba su pistola favorita, una 92 FS, la cual le había pertenecido a su padre. De él había aprendido que, al buscar un arma, consiguiera una en donde las probabilidades de disparar de forma accidental se redujeran tanto como pudiera. Es preferible esconderse y perder un minuto a matar a un inocente. Guardó la pistola y dedicó a observar la habitación durante unos segundos, la última vez que había estado ahí las paredes estaban empapeladas, ahora eran completamente blancas, la cama y los demás muebles eran de otro juego y de un color mucho más claro. Aún no podía creer que había pasado más de seis años en esa habitación y lo mucho que había crecido en ese tiempo. Una sensación de nostalgia comenzó a invadirla, por lo que supo que ese era el momento en que debía salir de la habitación, y cerrando con delicadeza la puerta dejó el fantasma de su pasado, escondida en el baño, llorando, junto a un niño de trece años que no hacía otra cosa más que abrazarla y acariciar sus cabellos. 

 

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Antes de morir prefiero la muerte.Where stories live. Discover now