Antes de morir prefiero la muerte.

No te hagas la inocente conmigo

La puerta se abrió lentamente, era vieja, pesada y era obvio que le faltaba aceite, incluso a simple vista, en esa habitación tan lúgubre, podía notarse lo oxidada que estaba. La figura que apareció detrás de ella no alarmaba a quien no lo conociera, ante el ojo inexperto podía parecer el presidente de una empresa, de porte elegante y casi cincelado por los mismos dioses, pero ella sabía perfectamente de quien se trataba y aún así una sonrisa llena de triunfo se dibujó en su rostro. El hombre acomodó su cabello marrón con una serenidad imperturbable, sin embargo, sus ojos reflejaban todo el odio contenido en esos instantes.

- ¿Sabes con quien y en que te has metido? –

Sus cejas se habían levantado levemente mientras intentaba adivinar los pensamientos de aquella mujer, se agachó para poder estar a la altura de su rostro, ese rostro golpeado, herido, ensangrentado y lo peor de todo, sonriente.

Esa mañana Agatha había acordado un pequeño encuentro en la biblioteca con un viejo amigo, pero como siempre es mejor prevenir que curar, llegó un par de horas más temprano para revisar el perímetro, asegurarse de que no hubiese ningún movimiento extraño y fingir que era una estudiante normal en búsqueda de información para un trabajo. Finalmente fue a los baños en donde prefirió cambiar su vestimenta y su apariencia, abandonó el vestido floral con el que había llegado y procedió a vestirse con un par de jeans negros y una camiseta del mismo tono que poseía el dibujo de un árbol seco lleno de pájaros sobre él. Ató su cabello en una coleta alta, dejando su flequillo a un costado, cosa de poder tapar su rostro frente a las cámaras y trasformó rápidamente sus plataformas por borceguís de cuero.

Fue a la zona acordada y tomó el libro acordado, sin embargo, su interlocutor no se hizo esperar.

-Agatha, el tiempo te trata siempre con tanta dulzura...-

- A ti no tanto, Fabrizio. -

El muchacho no pudo evitar lanzar una pequeña carcajada, es cierto que la última vez que se vieron, él tenía los dos ojos, ahora le quedaba uno, un solo zafiro en su rostro, y muchas cicatrices más, pero ocultas debajo del impecable traje de corte italiano. Ambos sabían que Fabrizio y su hermano gemelo podrían haber sido grandes modelos, una tez perfecta, ojos muy llamativos y cuerpos bien dotados, pero al mismo tiempo ellos habían decidido tener ese tipo de vida, llena de riesgos, tan cercana a la muerte como ninguna otra, una vida tan llena de adrenalina y que no cambiarían por nada del mundo.

- Bien, pasemos a los negocios, Konoe Takahiro, tiene un hermano menor, con el cual no comparte ideología alguna suelen pelear, pero de todas formas son bastante unidos, pero Konoe no daría la vida por su hermano, tiene un hijo de apenas 10 años. Su segundo al mando es Hideki Iida. Son grandes amigos de la infancia y puede ser que Hideki esté enamorado de Takahiro, suele ser muy apegado y lo sigue como perro faldero, pero no aseguro nada. Sus intenciones por este territorio son... -Agatha tuvo que dejar salir un largo y pesado suspiro- Bueno... creo que eso es lo único que no pude descubrir. Parece más un riesgo que una ventaja, no encontré ningún negocio que ya no tuviera, nada que le diera más dinero, incluso es una pérdida que esté aquí, no lo entiendo. -

Ambos se miraron fijamente lo que podría haber sido un minuto sin decir palabra, en realidad los dos sabían porque estaba en la zona, pero ninguno tenía las agallas para decirlo en voz alta.

Los padres de Agatha habían muerto en un tiroteo, como debía ser, en el cumplimiento del deber, proteger al jefe a lo que de lugar, lamentablemente eso significó sus vidas. Agatha quedó en manos de su abuelo, la razón por la cual ella quedó huérfana. Él la crio para ser la siguiente al mando, pero su abuelo también tuvo un trágico final. Siendo ella la única superviviente, recurrió a una medida desesperada, buscar apoyo en una "familia" leal a su abuelo. Allí es donde conoció a los gemelos y formó un fuerte vínculo de amistad y hermandad.