XV

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Numerosas pisadas, un fuerte chapoteo, el inconfundible olor a hierro. Gritos, muchos gritos.

"¡Ayuda!" Decían, "¡No te acerques, mounstro!" Y luego el chillido desaparecía y se convertía en un: "Por favor, no me mates, haré lo que sea" pero no había respuesta. Sus labios no se abrían para decirles a todos aquellos rostros angustiados que lo sentía, que no sabía que estaba haciendo, que no era él quien tenía un arma en la mano.

Pero él no era dueño de su propio cuerpo.

En el segundo que los chillidos y los gritos desgarraron sus tímpanos, el arma entre sus manos se volvía más y más pesada, y cuando por fin uno de aquellos adolescentes fue lo suficientemente estúpido para encerrarse en el cuarto del aseo, él abrió la puerta de una patada y le apunto con el seguro ya fuerza. El adolescente, temblando, le miraba con una mezcla de furia y pavor y le dijo: "Esto no se suponía que terminaría así. Tú no debías estar aquí. Todos... Todos te..."

"Lo sé" cortó y el cuerpo del joven se estremeció, "Y ahora, pagarán por lo que me han hecho estos últimos diez años" y disparó, uno en la frente, dos en el pecho y miles de más que no fue capas de contar por la fuerza del shock. Sus manos temblaban al igual que sus brazos y rodillas, pero no eran de pena o de arrepentimiento, eran de suma satisfacción, felicidad, el sabor de la venganza corrompiendo su sangre.

Todo estaba oscuro, ningún alma a la vista en lo que parecía ser una preciosa parcela para ir con los amigos. La puerta de la entrada estaba abierta, dos cuerpos más estaban sobre el suelo del jardín pero también habían numerosas huellas, huellas que parecía querer seguir mientras recargaba el arma.

En un momento dado, se encontró con una chica, al parecer fue abandonada por el resto porque se había lesionado el tobillo. Ella lo miró horrorizada y él pudo sentir como su rostro hacia una leve mueca hacia arriba, sonriendole dijo: "Espere tanto por esto"

"¡No te atrevas a hacerme daño, Park! ¡Tú me amas! ¡¿se te olvida?!"

Él negó, soltando una sería sonrisa fría que no sólo heló a la chica, sino que a JiMin también, "Corrección, yo te amé" dijo, y ella estuvo a punto de lanzar un grito de no ser por el balazo que le llegó al bajo vientre. Lentamente la vió agonizar, y JiMin contó cada segundo para intentar despertar. Quería llorar, gritar y huir, pero no podía, estaba atado de pies y manos. No tenía voz propia, era como ver una película de terror siendo protagonizada por él mismo.

No quería ver más, pero no podía cerrar los ojos, no supo cuantas fueron, cuantos adolescentes, pero si recordó lo último que uno de ellos le dijo.

"¡Te Maldigo, Park. Espero que te pudras en el infierno!"

Y su respiración se cortó junto con el salto que dió todo su cuerpo. Abrió los ojos, casi aturdido, pero lo suficientemente lúcido para distinguir por sobre su vista nublada los ojos preocupados de YoonGi. Y por un momento se tranquilizó, su corazón latió más lento, reemplazando su enorme conmoción por aquella sensación de protección que le brindaba el cuerpo de YoonGi cerca del suyo.

YoonGi paso una de sus manos por la piel sudada que se mezclaba perfectamente con las lágrimas bañando las mejillas de JiMin, y el mayor sonrió, casi sintiéndose satisfecho de ser al menos suficiente para calmar el llanto silencioso del pelinegro, y entonces dijo:—. Fue sólo una pesadilla, JiMin. Ya todo está bien, yo estoy contigo ahora —"¿aunque me sienta un asesino aún si nunca he dañado a alguien?" Quiso preguntar, pero se lo guardo para si mismo, porque no quería verse como un loco frente a YoonGi, y en su lugar, soltó unas últimas lágrimas antes de entregarse a la calidez fría de las manos de su hyung. Amaba sus manos.

Gracias, hyung... —susurró, frotando su mejilla contra la palma y entregando un corto beso sobre sus delgados dedos—. Por favor no te separes de mí —casi rogó, con nuevas lágrimas acumulándose bajo sus párpados cerrados. No tenía intenciones de comprometer a YoonGi, pero de verdad lo necesitaba a su lado de tal manera, que su pobre corazoncito podría marchitarse si lo alejaba justo ahora.

Estaré cerca tanto como me permitas estarlo —respondió YoonGi, incitando a JiMin para que abriera los ojos y viera en los suyos, la sinceridad con la que intentaba trasmitirle seguridad. Y cuando JiMin los abrió, aquella agradable nube rosa le nublo la mente y ya no había nada más que ellos dos, adiós pesadillas, adiós confusiones y hola angelitos que intentaban tenazmente salir de su estómago—. Si me permites, puedo ser aquel hombre que preferiría morir mil veces antes que dejar tu lado —dijo YoonGi con firmeza, con el corazón latiendole a mil pir segundo.

JiMin sabía que estaba sonrojado, pero sabía bien que no era a causa de la vergüenza, que eso era lo de menos en esos momentos, que lo más importante era esa gran ternura que se abrió dentro de él como el nacer de una mariposa.
Y siguiendo su instinto, llevo su pequeña manito sobre el hiperactivo pecho de YoonGi y saboreó sus latidos como el chocolate sobre sus labios, y con una sonrisa bella y resplandeciente a los ojos del mayor, JiMin se acomodó lo mejor que pudo cerca de YoonGi, abrazándolo y apoyando su mejilla sobre su pecho, que subía y bajaba con lentitud a diferencia de sus palpitaciones, pero que de todas formas le encantaba sentir.
Lo aceptaré sólo si me permite ser ese hombre para usted también, sino tendrá que quedarse con las ganas.

YoonGi rió y JiMin se deleitó en su risa—. ¿Me estás imponiendo condiciones a mi?, ¿al gran Min YoonGi?

Pues no veo a nadie más aquí así que si, supongo que es una condición sólo para usted, hyung —jugueteó—. Debería aceptar, propuestas así no se dan todos los días —rió avergonzado, ocultando su rostro aún más entre los brazos de YoonGi.

Hey, no te ocultes pequeño diablillo —se carcajeó YoonGi, intentando apartarse pero JiMin insistía en acercarse a su pecho para ocultar su rostro. Forcejearon un poco, hasta que YoonGi logro posicionarse sobre JiMin, el cual reía como desquiciado por las cosquillas que su hyung le causaba—. ¿Así que crees que puedes chantajear a tu hyung y salir ileso, eh?

L-lo siento, hyung —más risas—. ¡N-no lo volveré hacer!

Nada de lo sientos, los dongsaeng como tú deben aprender a respetar a sus mayores —rugió en tono de broma. JiMin no podía dejar de reír y no podía escapar a causa del cuerpo de YoonGi sobre el suyo. Y por un breve instante, la sonrisa de rosadas encías de su hyung pareció cegarlo, era brillante, limpia y juguetona, definitivamente quería verla por mucho más tiempo, pero había quedado tan absorto en ella que se deprimio bastante cuando lentamente fue cayendo. YoonGi ahora lo veía fijamente—. Dejaste de reír —se preocupó—. ¿te hice daño?

JiMin negó repetidas veces y sonrió—. Sólo estaba pensando que la sonrisa de hyung es muy bonita.

➁ Sr. Luz➧Ƴɱ||JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora