Misión Kirigakure ¿Quién eres tu?

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Los meses seguían, pasando y el entrenamiento impuesto por Mirai era casi sobrehumano, solo deseaban que cayera la noche para poder descansar de la ahora nueva tirana. Los despertaba a las 4 de la mañana, y comenzaban con una simple rutina, si es que aquello podía considerarse simple. Iniciaban con 30 vueltas alrededor de toda la aldea, luego sentadillas, flexiones que no bajaban de los 800 y eso si la jounin se levantaba de buen humor. A las 12 realizaban control de chakra hasta agotar todas sus reservas para pasar a un combate cuerpo a las 6 pm, terminado aquello se dirigían a casa y el resto de las horas se dedicaban a analizar estrategias de combate hasta las 10 pm.
-Mirai sensei.- un joven adolorido hablaba despatarrado en una banca.
-Si seguimos de esta forma moriremos.- se quejaba a duras penas.
-¡Ustedes son capaces de esto y mucho mas!.- animaba la azabache
-Mira a su-chan! Ella no se queja, acaso ¿perderás frente a tu "querida compañera"?.- haciendo gestos con sus manos daba mayor énfasis a sus palabras.
-¡¿P-pero que?!- como resorte se levanto de su sitio -No se lo que intentas insinuar, pero conmigo esas cosas no funcionan ¿entendiste?.- Enfrascados en aquella pequeña discusión llego Sumire, hasta donde esas 2 personas se encontraban.
-Mirai sensei, Ryu-chan- se apresuro a decir. -Kazekage sama, nos envía a llamar, debemos presentarnos en su oficina en 15 minutos.
En la torre del Kazekage, Gaara los esperaba para explicarles sobre la misión que debían cumplir, esta aparentemente era relativamente sencilla, consistía en entregar un cofre, el cual contenía unos pergaminos que la anterior Mizukage Mei Terumi les confió y que ahora debían ser devueltos. La entrega originalmente debería ser llevada a cabo por su hijo Shinki y su equipo pero estos, aun no regresaban de su anterior misión, por ello esperaba contar con el quipo de Mirai.
-Puede estar seguro de que realizaremos esta misión con éxito.- afirmo la joven jounin tomando el cofre y colocándolo dentro de su mochila.- Partiremos de inmediato.- el equipo Saturobi hizo una reverencia y despareció en una nube de humo.
Era la primera vez que sentía la brisa del mar, era realmente increíble, una sensación indescriptible. Podría permanecer todo el día cerca de la proa, el cielo era azul, las gaviotas volaban alrededor del barco, si, esto era grandioso. Sumire estaba segura que nada podía arruinar este momento, cerro los ojos y..
-uahgg.- aquel horrible sonido la saco de su ensoñación.-uahgg.- colgándose del barandal Ryu devolvía al mar los riquísimos alimentos que estos le proveyeron.
-R-ryu-chan.- con una gota resbalando por su cabeza, la joven se acerco a su compañero.
-¿te encuentras bien?.- inquirió mientras se dedicaba a frotarle la espalda a modo de confortarlo.
-ummh, su-chan! Siento que moriré.- gimoteaba el muchacho.
- por favor, quédate a mi lado.- balbuceaba con lagrimas de cocodrilo.
-Oh vamos! Compórtate como un hombre Ryu.- se carcajeaba Mirai mientras tomaba un batido de piña y se asoleaba en ese hermoso traje de baño. -No todos los días tienes la oportunidad de viajar en primera clase.- finalizo dándose la vuelta para que el bronceado quedara parejo.
Sumire se mantenía con una sonrisa en sus labios, adoraba a equipo. Esta era su primera misión fuera de suna, y esperaba cumplir con las expectativas.
Cuando menos se dieron cuenta, habían arribado en la aldea de Kirigakure. El sitio era precioso, se notaba el esfuerzo que aquella aldea había puesto, sobre todo en su avance tecnológico.
-Disculpe señorita.- una voz varonil pero al mismo tiempo amable capto tu atención.
-¿E-eh? ¿se refiere a mi?- sumire se señalo a si misma.
-Si.- respondió educadamente un apuesto joven.-¿son ustedes los enviados de Sunagakure?.
-Así es!.- contesto rápidamente la capitana de equipo. -Debo suponer que tu eres el tal Kagura ¿me equivoco? Mi nombre es Saturobi Mirai, y este es mi equipo, hemos venido por parte del Kazekage para devolver unos importantes documentos al actual Mizukage.- termino por finalizar el discurso.
-¡Oh!.- Exclamo el muchacho.
-Mil disculpe, efectivamente, soy Kagura Karatachi; y he sido enviado para escoltarlos con Choujuro-sama.- les explico el joven.
Terminada la misión, y entregado los pergaminos, el Mizukage les sugirió que pasaran unos días en la ciudad y que puedan nutrirse de la cultura de esta misma. A Mirai le pareció una buena idea, y tal vez sus estudiantes podrían aprender uno que otro truco nuevo, pues se avecinaban los exámenes chunin que se celebrarían en Konoha, y realmente deseaba que pudieran participar, aquello les brindaría a Sumire y ella, la oportunidad de volver a su amado pueblo el cual las vio crecer, sin embargo había un pequeño detalle. Para poder calificar, su equipo debía tener como requisito 3 miembros, y ellos actualmente contaban con 2, Sumire y Ryu, estaba segura que este aceptaría ir, con tal de no separarse de su compañera. Solo faltaba uno mas, esperaba que sus esperanzas no fueran truncadas. Suspirando decidió que lo mejor era tomar una siesta mientras su equipo visitaba la ciudad en compañía del buen Kagura.
-jajaja.- sonrió para si misma.
-me pregunto ¿cuanto aguantaras? R-y-u c-h-a-n~ .-
Era el sexto día y Ryu no veía la hora de volver a Suna, ¿la razón? El endemoniado de Kagura a petición de Mirai la traidora, le habia pedido de favor que ayudase a sumire en lo concerniente al elemento Suiton. Todas las mañanas el señorito perfección se presentaba puntualmente llueva o truene, y se la llevaba según el a terminar con el entrenamiento, y a la vuelta disfrutaban un par de horas conversando en el centro de la ciudad.
Veas por donde lo veas eso eran citas, a él no lo engañaban, no por nada se había autoproclamado guardián de su amiga, no aceptaría tales indiscreciones. Estaba convencido de que el niño buenos modales elegido para formar parte del escuadrón de los 7 espadachines de Kiri, era un embustero y había seducido a una niña de 10 años..si..sonaba a una locura pero es que todo esto ya lo tenia desesperado.
-¡Ahhahh!- se quejaba el pelirrojo detrás de unos arbustos -¿Qué rayos estoy haciendo?. - Si esto es por el bien de Su-chan, debería ser yo mismo el que la incentivara y no estar escondiéndome como una rata aquí.- refunfuñaba mientras se arrastraba por el suelo intentando no ser descubierto.
-¡Putfs! Patético.- alguien detrás de el se mofo, un joven de aproximadamente su edad bien parecido, de ojos verdes y cabellos negros. Chasqueo la lengua, otro niño bonito.
-¿Te gusta? Aquella mujer me refiero.- el azabache señalo en dirección en la cual en estos momentos Sumire y Kagura, mantenían una charla trivial amanea.
Su cara comenzó a teñirse de diferentes tonos de rojo, sus manos comenzaron a sudar y su pulso se disparo hacia las nubes. ¿Qué demonios le pasaba a ese sujeto?.
-¡Ahhhh! Que idioteces estas diciendo.- esa era la gota que derramo el vaso, no estaba dispuesto a ser burla de nadie y menos de ese pedante niño de mami.
- Si estas buscando pelea perfecto, hoy no estoy de muy buen humor, prepárate porque voy a patearte el trasero.- aseguro.
-¿Ryu-chan?.- la melodiosa voz de sumire provoco que volteara en automático.
-hahaha, que coincidencia, no sabia que me toparía contigo Su-chan.- mirando al suelo Ryu se atragantaba con las palabras.- La verdad es que yo..- Nada lo había preparado mentalmente para aquello; la sangre se le helo, su vista se mantenía en un punto fijo. ¿Acaso la pequeña y tierna sumire estaba con su mano entrelazada con la de ese maldito bastardo? Sentía como si le hubieran propinado una patada en el estomago, aquella y bizarra imagen lo asqueaba. ¿querían alejarla de el? No!, el no estaba dispuesto a renunciar a su mundo, por que eso es lo que Sumire representaba para él, no le debía lealtad a nadie, solo a ella, ¿Por qué? Pues por que ella fue la única que se mantuvo a su lado y lo trato como un ser humano, nadie le quitaría esa dicha, ella era su familia y ningún enclenque cambiaria aquello, antes que sucediera preferiría..
-¿Ryu-san? ¿Ryu-chan?.- las voces de Kagura y Sumire lo trajeron al presente. No lo dudo, en un arrebato de euforia, aparto a su amiga de aquel tipejo, dejándolo desconcertado.
-Nos regresaremos hoy mismo a Suna, ¡camina!.- esa voz no parecía ser la de el, se oía tan lejana. Sin importarle nada, comenzó a jalar a Sumire por en medio de aquella gran plaza.
-R-ryu-chan, me haces daño.- forcejeaba la joven. No había caso, el pelirrojo no escuchaba, es como si estuviese encerrado en una burbuja y su cuerpo actuase por voluntad propia.
-¡putfs! Hahaha-, reía un azabache estrepitosamente.
-¿Qué es lo que planeas Hiroshi? Tomándolo de la chaqueta Kagura lo estampo contra el primer árbol.
-Responde maldición!.- podía observarse temor en aquellas palabras.
-¿estas seguro que no deberías ir tras ellos?.- cuestiono el culpable en cuestión mientras una sonrisa ladina se formaba en su rostro.
-Hiroshi..¿acaso tu?..- las palabras quedaron en el aire, kagura salió detrás de Sumire y Ryu.. esperaba llegar a tiempo.
-Te lo dije ¿no es así?- hablaba el ojijade mientras desenvolvía un rollo bastante viejo y polvoriento.
-Me quitaste lo que mas anhelaba, ahora, yo te lo quitare a ti.- mordiéndose el dedo pulgar, trazo una línea con su sangre sobre el pergamino.
-Espejo del alma- susurro, y desapareció en una nube de humo.-

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