¿Me estáis inculpando?

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—¡Cuando la noche llegó, los enanitos al llegar a casa vieron a Blancanieves tumbada en el suelo~! —siguió Aoyama.

—¿Está tomando el sol? —inquirió Kaminari por la posición en la que estaba Katsuki.

—Por Dios, que es de noche... —suspiró Jirou.

—¡S-Se ha muerto! —añadió Kirishima fingiendo sorpresa.

[…]

—¡Blancanieves está muerta! —exclamó Hagakure acercándose a la princesa que parecía estar frunciendo el ceño cada vez más.

—¡¿Y ahora qué hacemos?! —preguntó Ochako con preocupación—. ¡¿Quién va a pagar el funeral?!

—Cavemos nosotros la tumba —aconsejó Tsuyu.

—¡Y celebremos su muerte nosotros mismos! —añadió Ashido con una sonrisa.

Se suponía que los enanitos deberían de estar tristes... Se suponía.

—¡Entonces los enanitos felizmente se dispusieron a celebrar el entierro de la joven princesa y la colocaron en un ataúd de cristal~! —narró Aoyama mientras disimuladamente se iba acercando cada vez más al escenario.

Yaoyorozu se encargó de crear aquel objeto de cristal y Uraraka de llevarlo y colocarlo cerca de Bakugou.

—¡Carguémosla entre todos! —animó Kirishima haciendo la señal para que todos levantasen a la dulce princesa.

—¡P-Pesa mucho! —decía Ochako sujetando de un pie a Katsuki.

—¡Se le ven las bragas de conejitos! —agregó Hagakure la cual había colocado ambas manos en el trasero del rubio amargado.

—¡Está gorda! —añadió Kaminari cargando por un costado, a lo que por unos segundos le pareció ver cómo Bakugou abría los ojos y lo amenazaba a muerte con la mirada.

—¡Los enanitos colocaron a Blancanieves en dicho ataúd de cristal y cerraron la tapa para contemplar el cadáver de la joven junto al resto de animalitos del bosque~! —decía Yuuga, el cual ya se había subido al escenario y se hallaba sospechosamente en un rincón.
En ese momento apareció Tokoyami flotando y moviendo las alas.

—¿Qué le ha pasado a la princesa? —inquirió el chico cuervo tratando de ocultar lo vergonzoso que era estar moviendo los brazos como pajarito.

—Se murió —explicó Jirou de la manera más tranquila posible.

—¡Era tan joven! —agregó Tooru con alegría.

Por otro lado y más distraído del tema, Denki se hallaba mirando un par de bolas moradas que había encontrado en el horno al entrar a la casita solo para comprobar si la princesa había hecho la cena antes de morirse.

—¡Y decidieron llevarle ofrendas y colocarlas cerca del ataúd en su honor~! —prosiguió el excelente narrador.

—¿Alguien tiene flores? —inquirió Tsuyu.

—No especificó, así que supongo que podemos ofrecer cualquier cosa —decía Jirou pensativa.

Mientras tanto, Eijirou, al ver que Kaminari aún seguía dentro de la casita, decidió entrar también.

—¡Kaminari! ¿Qué estás...? —inquirió sin poder terminar de hablar ya que aquel rubio se había quedado dormido.

—¿Kirishima...? —se preguntó Denki frotándose los ojos y bostezando para levantarse lentamente—. Me aburro... —agregó acercándose hacia su pelirrojo y apoyándose en su hombro—. ¡Ya sé! Quedémonos aquí...

—Pero la obra... —trató de convencer en vano al sentir las caricias de su novio.

—Vamos, Kirishima —murmuró Kaminari en su oído, provocando que Eijirou no pudiera negarse más y terminara accediendo.

Dos enanitos se habían desviado del camino.

—¡Aquí está mi ofrenda! —dijo Ochako, con cierto dolor, colocando una pequeña moneda de 20 yenes encima del ataúd.

—Aquí la mía —agregó Tsuyu ofreciendo una mosca que había atrapado con la lengua cuando nadie se lo esperaba.

Jirou ofreció una pulsera algo decente, Hagakure le quitó una ramita del disfraz a Aoyama para colocarla y Ashido sacó un condón, de a saber dónde, y lo puso encima del cristal. Las ofrendas perfectas.

—¿No faltan dos enanitos...? —suspiró Aizawa para sí.

—¡Pero, mágicamente y por el poder del amor, apareció un apuesto príncipe, no más que yo, montado en un caballo blanco~! —narraba Aoyama con ilusión.

—¡O-Oh! ¡¿Qué es lo que mis ojos están viend... —entró Izuku en escena actuando bastante bien, pero lamentablemente no pudo terminar de hablar porque salió volando del escenario y cayó en el suelo.

El caballo se había rebelado.

—¿Qué? —inquirió Todoroki al sentir las miradas de todos los enanitos al ver cómo el príncipe estaba adolorido y tirado en el suelo—. Se cayó solo.

—Señor caballo, acabamos de contemplar cómo lanzabas con ira al príncipe fuera del escenario —comentó Uraraka.

—¿Me estáis inculpando? Yo no fui —justificó con su típica cara de póker.

—¡JAJAJAJAJAJA! ¡Qué fracasado! —se pudo escuchar la voz de Monoma.

Se desconoce el motivo, pero Neito había entrado nuevamente en aquel lugar y ahora se hallaba en primera fila contemplando la obra perfecta. Algunos suponen que fue porque Kendou ya se había ido y no había nadie que le pudiera retener.

—¡Ejem! —se quejó Aoyama colocándose en el centro para seguir narrando—. ¡Y entonces el príncipe se acercó hacia aquel ataúd~!

—¡E-Estoy bien! —dijo Midoriya frotándose el culo por el dolor y levantándose para dirigirse hacia el sitio en el que se hallaba Blancanieves—. ¡¿Q-Qué es lo que ven mis ojos?! Esta bella princesa... —comentó levantando la tapa del ataúd de cristal para poder contemplar el rostro amargado de Bakugou—. Es tan bonita...

Mientras tanto, en la mente de Katsuki...

"¡¿POR QUÉ MIERDA ESTÁN TARDANDO TANTO?!
¡¿CUÁNDO VOY A REVIVIR, MALDITOS BASTARDOS?!
¡¿EL PUTO DEKU ME ESTÁ MIRANDO?! ¡¿QUÉ MIERDA VA A HACER?!
ALGUIEN COMO YO NO PUEDE MORIR..."

Y entonces sucedió.
Izuku se acercó lentamente hacia el rostro de Katsuki para unir sus labios con los de él en un delicado beso.

Cabe decir que Bakugou no tenía ni la más mínima idea de que le iban a besar.

[…]

Una supuesta obra de teatro [Boku no Hero Academia] #SmashAwards2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora