04. La escena del crimen.

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He corrido unos cuantos metros, los suficientes como para agitarme. Para mi fortuna, cuando me detengo y miró hacia el pasillo, me doy cuenta de que no me está siguiendo cómo yo exageradamente lo asumí. Me permito respirar profundamente para tranquilizarme ahora que me siento un poco más segura. Al levantar la mirada, me doy cuenta de que no pensé al momento de salir y que corrí hacia el lugar incorrecto.

Mi cuerpo se congela al comprender que estoy a unos metros del gimnasio de la universidad, lo sé porque reconozco el lugar y porque las puertas están llenas de esa llamativa cinta amarilla que impide el paso, porque hay "algo", en este caso... evidencia.
No lo pienso, sé que debería analizarlo un poco para descubrir si esa decisión podría perjudicarme pero comienzo a caminar y sé que nada va a impedir que yo vea lo que ha ocurrido en ese lugar. Lo primero que pienso es si será tan desastroso como lo han descrito en el periódico, aunque por ser un documento tan manejable, se han omitido detalles que puedan herir la sensibilidad de las personas y lo mismo ocurrió con la televisión.

Cuando mis manos tocan la madera de las puertas vaivén que conducen hacia el interior del gimnasio, es cuando por primera vez pienso en que tendré que agacharme para evitar la cinta que enfatiza lo ocurrido. Luego de agacharme y empujar hacia el otro lado, aprovechándome de la cualidad de las puertas, finalmente estoy allí.

No sé y tampoco entiendo lo que está pasando. En el interior también hay cintas que delimitan el paso de cualquiera que intentara acercarse, hay siluetas marcadas con tiza blanca en el piso, yo siempre había creído que eso en un procedimiento real no aplicaba y ahora es más que real. Además de las siluetas, hay líneas marcadas en el piso, números y letras, no los asocio con nada que yo conozca, así que no las entiendo. En el gimnasio está plasmada una verdadera masacre, ¿no se tiene que limpiar la sangre acaso?

Ver la sangre regada en el piso, mancha tras mancha, me hace ser consciente del olor e inmediatamente cubro mi nariz. Es un olor penetrante, intenso, que quema mi nariz y se impregna en mis pulmones. Utilizo la manga de mi suéter y la mano para cubrir mi nariz, en función de un filtro.

Quiero ver más, lo necesito.

Al mirar todo el desastre, comprendo que no fue un asesinato normal. Fue algo agresivo, salvaje y primitivo. Se me ocurre el uso de una navaja, de algún "arma blanca", pero no sé bien qué pensar de todo esto, de pronto es abrumador y quiero salir, ¿es por eso que me culpan? ¡Pude haber hecho algo y no lo hice, no lo hice porque estaba tirada en un baño asqueroso vomitando hasta casi morir!

—Lo siento. —murmuro para la escena frente a mí.

No puedo más, comienzo a llorar.

De repente el olor no es tan fuerte como antes y no me importa si aún lo es. Lloro sin provocar mucho ruido, me siento pequeña y me doy cuenta de lo grande que es el lugar. Me encojo y me recargo en la pared convirtiéndome en un bulto tembloroso, moquiento y sollozante.

Me toma algunos minutos darme cuenta que debo irme, pero antes algo atrae mi atención y agradezco está en una posición baja, pues me permite ver por debajo de las bancas, desde donde es posible disfrutar los partidos que se daban allí. Me arrastro a cuatro pues porque no quiero perderle de vista, porque quiero ayudar y porque quiero dejar de sentirme así.

Se trata de frascos de plástico naranja con tapaderas blancas que son usados comúnmente para medicamentos fuertes. Tiene una etiqueta con un nombre extraño y no logo identificar de qué se trata "Rohypnol", pero considerando los hechos, imagino que cada pequeño detalle es vital para la resolución de este caso. Llevo una mano hacia ese lugar con intención de tomarlos, pero me detiene el pánico, la gente ya me culpa de esto y si existe una posible prueba en mi contra podrán acusarme justificadamente, lo harán.

Intento pensar en cómo agarrarlo, pero no tengo absolutamente nada que pueda ayudarme. Miró a mi alrededor y sólo encuentro más del caos inicial. Cómo alternativa, sacó algunas fotos con mi celular de aquellos frascos, de la etiqueta, de la escena... sin acercarme lo suficiente. La idea de que puedan acusarme por ello me produce dolor de cabeza y quiero limpiar mi nombre, sólo encontrando un culpable la gente dejará de prestarme atención.

Cuando termino de comprobar las fotos que he tomado por si alguien decidiera llevarse las pruebas, una estúpida suposición más de mi parte, me prometo a mí misma volver con las herramientas necesarias para hacer un análisis más "profesional" de la situación. Por ahora necesito calmarme y necesito también incorporarme poco a poco a mi rutinaria vida, necesito de Mia.

Vuelvo a llorar, porque quizá nada vuelva a ser como antes. Quisiera no haber asistido a esa fiesta, quisiera no haber tomado y a la vez quisiera seguir ebria. Limpio algunas lágrimas que han humedecido mi rostro y me decido por abandonar ya la escena del crimen.

Por el momento intento animarme de la siguiente manera, hay una pista o lo que podría ser un indicio del culpable.

Como primer paso, necesitaba saber qué diablos era el Rohypnol y en segunda, ¿quién de la universidad lo usaba? Suspiré sintiéndome un poco mejor con mi pequeño plan ya que tenía esperanzas de que funcionara y finalmente, me armaría de valor para ver a Mia.

De regreso, no vuelvo hacia mi casa y evito a toda costa esa calle principal en donde se encuentra la entrada a la universidad. El altar sigue allí, por lo que alcanzo a percibir desde lejos y con el rabillo del ojo. Aún hay una gran cantidad de gente, sin embargo sé que no es la misma ya que ahora les veo de todos tamaños, chicos y grandes. Vuelvo mi mirada al frente y me pregunto, ¿en qué condiciones estarás Mia?

Temo lo que pueda pensar de mí su mamá.

Mia y yo fuimos amigas desde pequeñas, en la primera etapa de escolaridad. Casualmente cumplíamos años el mismo día, soñábamos con lo mismo y nos gustaba lo mismo. A menudo viajaba con su familia o viceversa, aunque la realidad en los últimos días no había sido la misma.

Mia y yo habíamos peleado por un chico hacía algunos años. Había sido mío, luego de ella y luego no había sido de nadie. Dejamos de ser amigas como 4 años y en la universidad, cuando volvimos a coincidir en las mismas clases... "Todo había vuelto a ser como antes".

Alcé la mirada al cielo y contemplé el brillo dorado de los rayos de sol perforando las nubes que adornaban el azul. Había un excelente clima, el calor aún no era tan fuerte y todo pintaba para ser uno de los mejores. Sin embargo, ni ese maravilloso día era tan potente como para erradicar la vergonzosa realidad.

Era un día de mierda con bellos adornos, amaba las brutales bromas del creador.

El Crimen de Ailann WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora