13. No es una amenaza

16 6 0
                                    


La mañana continua normal, como si el Sr. Higgs no se hubiera atravesado en nuestro camino. Desayuno junto a mi padre porque afortunadamente es sábado y no se trabaja.

Huevos con pan tostado, un poco de tocino y un batido de chocolate después decido ir al patio a hacerle un poco de caso al jardín abandonado en nuestro patio trasero. Me ocupo de regar las plantas, recortar aquellas que se están deformando y a retirar la maleza que se ha acumulado en los últimos días, semanas o meses.

Mi papá se ha quedado dentro, está trabajando en unas presentaciones que le han pedido en el trabajo. Por lo que veo va a tardar ya que se ha encerrado y ha puesto música, "prepara el espacio de trabajo".

Me gustan mucho las flores que hay en el jardín, sin embargo siempre he odiado el momento en el que debo recortar una flor que se ha marchitado y por el tiempo que ha pasado sin atención, mis tijeras tienen mucho por hacer.

La madera de la cerca de mi patio es golpeada con fuerza y me toma por sorpresa. Me levanto del lugar donde estoy inclinada y retrocedo unos pasos del lugar cuando el ruido vuelve a repetirse. No sé por qué tengo esa pésima costumbre de imaginar los peores escenarios.

—Hey. —Llamo la atención levantando un poco la voz y aparece ante mí con un salto.

Cameron se apoya en la cerca de madera que rodea mi habitación y se impulsa para brincarla con fuerza, aparece en frente de mí. Suspiro con alivio y me quito un guante para empujarlo.

— ¿Por qué entras así Cam?, esto no es normal... Tengo una puerta, vas a matarme... —Mi voz se consume cuando él se acerca demás y me toma por los antebrazos con fuerza.

— ¿Qué te preguntaron, qué les dijiste, quién era y por qué vino? —Su voz es más grave que otros días y muy profunda. Reafirma el agarra de sus manos y aplica un poco más de fuerza en ello.

Mi voz se bloquea por la intensidad de su voz y de la actitud que está tomando. No soy capaz de responder o de moverme, ya que su presencia es intimidante. Sólo puedo sentir sus fuertes manos dominándome.

—Cam... me estás lastimando... —Alcanzo a decir levantando la mirada.

Cam no cede.

—Te dije que no les dijeras Ali, no eres tonta. ¡Esperan cualquier oportunidad para encerrarte! ¿No tienes ninguna pizca de sentido común? ¡NO SEAS TONTA! —Esta vez además de gritarme, me sacude y termina por empujarme.

Mi sentido común renace.

Cuando tengo oportunidad, mi mano toma un poco de impulso y castiga el rostro de Cameron con un golpe.

Un segundo más tarde, me arrepiento.

—No hagas eso Cameron, me lastimaste. Y, no soy tonta, solo intento ayudar a Mia, a Helen, ¡a todos! —hablo rápido, a la defensiva y con miedo.

Observo como Cameron acaricia su enrojecida mejilla lastimada. Niega y deja salir una amarga risa que automáticamente odio. Humedece sus labios en un rápido movimiento y lleva la mano hacia su cabello para acomodarlo, noto la frustración en sus movimientos.

—Te lo advierto, no hables de más y tampoco digas nada de lo que puedas arrepentirte. —Su índice me señala cuando termina.

—Es que no me puedo arrepentir, ¿no entiendes? Quiero ayudar, porque estuve ahí y mientras no haya un culpable, ¡La culpable soy yo! —Me defiendo con desesperación, necesitaba desahogarme y no había nadie a quien yo pudiera contárselo, inclusive del abogado.

Un momento... ¿Cómo se había enterado?

— ¿Cómo lo supiste...? —pregunto con temor de escuchar algo que no me guste.

—Ailann... Yo solo quiero protegerte, quería disculparme en la mañana y lo vi llegar. Supe que era abogado porque lo escuché cuando llamó a tu puerta y se lo dijo a tu padre. —Su voz suena tan inocente y angustiada, que me llega producir ternura.

¿Qué pasa con este tipo y qué pasa conmigo?

—Cameron... —hablo bajo y llevo mi mano hacia su mejilla lastimada. Acaricio con las yemas de mis dedos su suave piel y miro sus ojos. —Lo siento. —pronuncio y cuando mi mirada desciende hacia su mejilla no puedo evitar ver sus labios. No son muy gruesos, son un poco rosados y se ven tan suaves.

Sus manos sujetan mi cintura e inclina su rostro hacia mí y esta vez lo recibo en el camino al acercarme también. Beso sus labios. Los atrapo entre los míos y los acaricio intensidad, aplicando un poco de presión en los movimientos de mis labios. Poco a poco el beso se convierte en uno húmedo. Sus brazos rodean mi cuerpo de manera posesiva, atrayéndome hacia él y por unos segundos olvido todo.

Me quedo en blanco.

Cuando el beso termina, algunos segundos más tarde, Cameron sujeta mi mejilla y parte de mi mandíbula. Me inmoviliza y me mira fijamente durante unos segundos... Este espacio de tiempo es largo y no sé exactamente qué decir.

—No lo vuelvas a hacer. —dice al fin y sé que no ha terminado, porque no me ha soltado. —No te arriesgues, nosotros vamos a resolverlo, ¿recuerdas? —Vuelve a las pausas dramáticas atemorizantes. —Tú y yo. —Puntualiza.

Su mano me libera y me abraza con fuerza apoyando su mandíbula en mi hombro. Las palmas de sus manos acarician mi espalda de manera reconfortante y me hace sentir calor. Delicioso.

No sé qué responder, la situación es un poco retorcida y en estos momentos no entiendo la inestabilidad de Cameron.

Asiento.

—Tú y yo... —Repito sin estar convencida totalmente, pero contesto al abrazo.

Mis brazos lo rodean y permanecemos así un rato.

...

Cuando el tiempo pasa y somos conscientes de ello, me separo suspirando con un poco de temor. Su actitud resultaba ser muy preocupante y no sabía si confiar en él era lo mejor que podía hacer.

A la distancia suficiente para poder mirarnos uno al otro, noto que Cameron me está sonriendo y poco después su mano toma mi mejilla. Se acerca lentamente y asumo que volverá a pasar "eso".

Nos besaremos.

Me cuesta comprender por qué ese acto no me molesta, por el contrario estoy muy receptiva y una parte de mi desea con ansias que se produzca para responderle.

—Soy el único que está dispuesto a apoyarte sin ningún interés oculto. —Me recuerda.

Habla tan cerca de mí, que puedo estar segura que nuestros alientos se mezclan. Asiento porque el cambio de perspectiva es tremenda y considero que apenas puedo respirar. La sonrisa que había prevalecido en sus labios se ensancha hasta el punto de mostrar su dentadura, unos segundos más tarde esa perfecta sonrisa desaparece.

Me suelta sin decir nada, se aparta y se despide sin decirme a donde va. Me quedo inmóvil mientras él se apoya en la cerca de mi casa y con un salto desaparece de mi vista.

—Adiós. —Me despido del vacío.

Abandono mi proyecto con las plantas y me meto a casa sin más a dormir.

No quiero saber nada.

El Crimen de Ailann WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora