16. No estoy loca.

22 2 0
                                    



Mientras me debatía entre responderle a mi padre, volver a abrir los ojos o tranquilizarme, la suave música que me había estado acompañando en mi despertar se detiene abruptamente y puedo darme cuenta del lugar donde provenía.

— Señor, le voy a pedir por favor que se calme un poco. Tomé en cuenta que después de la contusión, la zona del impacto puede sufrir algunas repercusiones, como lo es un severo dolor de cabeza a pesar de que la tomografía no haya reflejado daños.

Una mujer, ¿enfermera, doctora?

La mano de mi padre afloja su agarre y me acaricia en silenció.

¿Herida?

Mientras intento abrir los ojos nuevamente, llevo mi mano hacia mi frente y a pesar del dolor que provoca mi estupidez, siento la venda que rodea mi frente.

Oh no.

El dolor paraliza mis manos durante unos instantes y después vuelvo a respirar. Froto un poco mis ojos, hasta que tolero de a poco la blancura de la habitación y busco de inmediato la mirada de mi padre.

— Ali, ¿cómo te sientes? —pregunta mi regañado y sumiso padre, quien ahora lleva una mano hacia mi rostro para acariciar suavemente mi mejilla y no puedo decir que no disfruto su cálido en contraste con mi fría y maltratada piel.

Como si se tratase de un niño que trata de hacer algo a escondidas, lleva su mirada hacia un costado mío y por fin conozco a la enfermera. Ella se encontraba aplicando una inyección directamente en el suero y asimismo regulando el flujo de líquidos que entraban por mi vena.

— Buenos días Ailann — dice.

Me toma tanto por sorpresa que apenas puedo reaccionar, revisa su tablón y comienza a leer las hojas contenidas por este último.

— Sufriste un duro impacto en la frente, algunos cristales se incrustaron en tu frente y otros sólo provocaron heridas superficiales en tu rostro. No te preocupes, una vez que sanen las suturas te daremos algo y las marcas apenas se notarán... Ahorita te acabo de poner un analgésico para bajar el dolor y... —hace una pausa para checar su reloj bajo la impecable manga larga, — si te sientes un poco mejor, en un par de horas sirven el desayuno.

De-ma-si-ada información.

Asiento, porque es para lo único que me da la cabeza en estos momentos... bueno, además de preguntarse por qué los doctores pueden mantener su ropa inmaculada a pesar del trabajo que desempeñan.

— Si tienes alguna pregunta, hablamos un poco más tarde, ¿está bien? Descansa, tómate un respiro y relájate.

Habla más bien por mi padre, que por mí, yo apenas he conseguido abrir los ojos. La doctora sale de la habitación no sin antes darle un vistazo a las gotas que caen de la bolsa de suero hacia la intravenosa.

Sola con mi papá, ¡yuju! ¿Qué le diré?

— Ali, tenemos que hablar sobre lo que está pasando... ¿Qué significa esto? ¿Qué estás haciendo o en qué estás metida? —alza una hoja desdoblada frente a mí y entiendo de qué estamos hablando.

Vuelvo por unos instantes al pasado para recordar uno de mis actos más dramáticos y telenovelescos.

"Me había ocupado otra vez de dejar una carta con los datos de mi ubicación, horario y las razones que justifican mis actos... Algo breve."

— Soy Ailann Wood, es aproximadamente la media noche. Por mi propia voluntad saldré y haré una rápida expedición a la Universidad de San Francisco para atar una serie de cabos sueltos... Estoy sola en esto, de no regresar a casa sugiero se busque información acerca de Cameron y Helen Wright... Firma "Ailann Wood". —lee en voz alta, recriminándome con cada una de mis propias palabras.

Yep, mi nota de despedida.

Sé que me lo he planteado cientos de veces, y he dicho en todas esas ocasiones lo mala que es la idea de contarle "el avance" al que he llegado.

— Yo no asesiné a nadie... —mi voz carece de fuerza, es la conmoción— pero creo que sé quién lo hizo, he pasado días enteros investigando lo que pasó y creo que he llegado a una conclusión...

Poco a poco mi voz recupera firmeza y velocidad, me doy cuenta en cómo mi tono de voz se transforma terriblemente en desesperación pura, sin embargo soy consciente de que ahora no puedo parar hasta decir todo.

— Hace unos días conocí a un tipo de la fiesta, que no estudiaba ahí y ese día estuvo. Intentó ayudarme a buscar al culpable y todo empeoró, su hermana desapareció... ¡Su hermana! Su hermana es la asesina, ellos, ellos son los Wright. Sé que todo esto no tiene sentido, pero debes creerme.

Cierro la boca cuando reconozco la mirada con la que me mira mi padre, es una llena de decepción y repulsión. Con fuerza hace la hoja de papel una bola y la bota por la basura. Sé lo que está pensando.

No estoy loca.

— ¿No me crees? Yo sé que pue...

Sus palabras se comen a las mías cuando comienza a hablar con ese característico tono profundo y autoritario que usaba cuando estaba enojado...

— ¿De esto se trata todo Ailann? Tú no necesitas decirme que no hiciste eso, yo creo en tu inocencia y por ello he gastado tanto en el abogado. — hace una pausa antes de seguir, sin apartarme los ojos. — Dios... No puede ser. —ahora él utiliza la desesperación al hablar, frota su rostro con el mismo estrés de sus palabras y despeina un poco su cabello antes de girarse nuevamente hacia mí. — ¿Te das cuenta del lío en el que te estás metiendo? ¡¡HIJA PUEDES IR A LA CÁRCEL!!

El tono de su voz de pronto es tan alto que alcanza a abrumarme y comienzo a llorar. Es esa clase de llanto que una vez iniciado no puedes parar, ruidoso, que te impide respirar y que brota por montones desde el interior.

Desahoga al mismo tiempo que hunde.

— Yo sabía que después de todo esto habría consecuencias, que no sólo saliste viva de allí, también dañada.

¿Dañada?

Mientras más hablaba más me era imposible parar de llorar, podía incluso menos respirar y desde luego que hablar me era imposible.

— Yo no estoy dañada, papá, ¡Yo sólo quiero que todos sepan que soy inocente!

— ¡Eso mismo trataba de hacer el abogado! ¿Y QUÉ HICISTE TÚ? ENTRASTE A UN SITIO RESGUARDADO POR LA POLICÍA EN PROCESO DE INVESTIGACIÓN, ¿CÓMO TE DEJA ESO?

El ruido de nuestra pelea parece traer a espectadores consigo. Entró la doctora que nos había dejado para "relajarnos" y una enfermera.

— Señor, le recuerdo que está en un hospital y no debe comportarse así. —dice la doctora mientras nos mira a ambos.

Mi padre sale de la habitación y yo comprendo por qué está así. Sigo teniendo la culpa de todo este asunto, la responsabilidad no está totalmente sobre mí, sé que no soy la única afectada... Pero no puedo creer que me vea de esa manera, "dañada".

— ¿Suministro una unidad o duplico la dosis? —pregunta la enfermera.

— Una está bien. —dice la doctora mientras toma mi brazo izquierdo y me toma la presión. — Tranquila, te pondremos un sedante para que puedas calmarte y descansar un poco.

A mi torrente sanguíneo llega un líquido irregularmente frío y apenas puedo reaccionar ante la dominante sensación de adormecimiento.

— No estoy loca... —hablo con las pocas fuerzas que me restan y debido a que la doctora apenas me pone atención, sostengo con fuerza su muñeca. — No estoy loca, yo no fui, yo no fui...

De regreso al mar de pensamientos inconscientes. Devuelta a la oscuridad.

El Crimen de Ailann WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora