Malditos vampiros (Nina Küdell)

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«Darius está conectado».

Lo había estado esperando durante días, sobre todo sabiendo que Noche de Brujas estaba tan próximo para celebrar. No existía manera de contactarlo, más que por medio del chat de vampiros reales.

Como todo vampiro, siempre mostraba ese halo de misterio y de atracción acerca de su procedencia como de su reticencia a ser reconocido. Solo Darius permitía. Solo él daba la oportunidad de ser hallado.

En la sala de conversación, el sempiterno era otro más dentro de la casta de supuestos amos de la noche, siendo el más hostil y menos asequible para los cientos de cibernautas que pululaban sin descanso y con claras intenciones de lograr algún acercamiento con alguno de ellos, pero Asa, uno de los tantos jóvenes que soñaba y creía a pie juntillas sobre la existencia de estos, lograría lo que tantos habían soñado: establecer una cita la próxima noche de Halloween.

La muchacha desde temprana edad comenzaría la admiración como devoción hacia lo desconocido, a todo lo que estuviera fuera de toda credibilidad, siendo muchas veces juzgada y criticada por sus padres, quienes veían un desperdicio la afición de su hija, lo que le llevaría a centrarse cada vez más en lo que le estaba prohibido; tanto así, que se alejaría completamente de su círculo de amistades, permaneciendo solo su mejor amiga, quien compartía el mismo gusto por los vampiros. La única diferencia era que....

Asa... —Minerva no encontraba la forma de hacer entrar en razón a su amiga—. No creo que sea una buena idea.

—¡Te dije que se iba a conectar! —La muchacha no dejaba de mirar la pantalla de su ordenador—. ¡Sabía que lo haría!

—¡¿No te das cuenta de que te tiene a su antojo?!

—¡Dios, Mine! —Asa daría un golpe a su escritorio, retumbando el auricular.

—¡Auch!

—Lo lamento —Se disculpó tratando de mantener la compostura—. Es solo que estás como Alec.

—Asa, él era tu novio, y lo dejaste por un tipo que no conoces.

—¡Ustedes no entienden! —Gritó entrando nuevamente en desesperación—. Esto es real, ¡y ahora es la oportunidad!

—Claro, muy real —suspiró Minerva—, cuando solo sabes que se llama Darius.

—No necesito saber más...

—Tú...

—No digas que estoy loca, ¡no seas como Alec!

—Amiga, sabes que también amo todo esto, pero debes darte cuenta de que es un chat de fanáticos, ¿lo entiendes? ¡Debes separar la ficción de la realidad!

La sala de charla de Vampiros reales se había vuelto viral dentro de la página Vampyr, exclusiva y dedicada a estos seres que despertaban fascinación como intriga a sus participantes, ya fuese debido a sus reportajes sobre supuestos avistamientos como confesiones de los cibernautas que juraban haber tenido un encuentro con más de alguno. Muchos de ellos, manteniendo una veracidad, como otros que simplemente, desaparecían de la charla debido a la decepción de saber que la mayoría de los que se adjudicaban como vampiros, eran meros admiradores maquillados y adoptando frases como composturas como si fueran príncipes o una clase de deidad histórica. Para algunos, la literatura fantástica o de terror eran más que fantasía o invenciones de escritores utopistas.

Pero Asa había sucumbido antes los encantos de Darius, un presunto vampiro milenario que despertaba siempre en alguna fecha de importancia, lo que últimamente se había internado en la tecnología tratando de llegar a algún crédulo que añoraba pertenecer a esta casta tan vilipendiada en estos últimos tiempos, intentando realzar la figura del vampiro y brindarle la trascendencia y el respeto que se merecía.

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