SONETO IV

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De mi alma caía la última rosa
marchita y frágil y sin perfume,
veíase de las aves el desplume
sin encontrarse el alba pomposa.

Que querellas por tener sólo prosa,
que la vida así tan sólo es brume,
que horas pasan y la vida consume,
mirar doncellas y figurarse diosa.

Mas de aquella tarde le vi florada,
paseándose cerca mi vida bocada,
y llameaba en el fondo del pecho

aquella rosa marchita y sin trecho,
de las cenizas desta desventurada
nacía el amor de su boca enamorada.

Rimas del Alma, Sonetos de Amor © #RPA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora