39. ¡No voy a estar bien!

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Llegaron al ático sin apenas cruzar palabra por parte de Andrea, la cual no dejaba de sollozar mientras Samuel trataba de calmarla, pero ella no se dejaba, trataba de acercarse, de abrazarla pero ella no resistía un contacto más después de aquel fatídico momento, según abrió la puerta del ático Andrea corrió hacia la habitación encerrándose por completo en sí misma, él acudió a la puerta y golpeó desesperado.

Samuel: cielo, por favor, hablemos-sus ojos comenzaban a picar intensamente, las había estado aguantando en su presencia pero sus lágrimas ya no aguantaban más-déjame apoyarte.

Andrea: ¡Déjame sola!

Samuel: Te lo pido por favor, cariño, déjame entrar, necesito ver que estés bien.

Andrea: ¡LARGATE! ¡NO VOY A ESTAR BIEN! ¡CASI ME VIOLAN!-soltó un agónico llanto que Samuel escuchó desde el otro lado de la puerta, él se destrozó por aquel momento que su novia acababa de vivir y lloró frente a su puerta.

Andrea entró en el baño y abrió la ducha de agua caliente, sin quitarse la ropa que tenía casi despedazada se metió bajó la ducha, llorando enérgicamente recordando cada asqueroso manotazo de aquel hombre sobre su cuerpo, deslizó su espalda sobre la pared con intensos llantos mientras terminaba por arrancarse la ropa que traía puesta.

Tras aquella incansable ducha no quería saber nada de su mundo, ni siquiera del que compartía con Samuel, el cual se hallaba destrozado frente a la puerta, era una decisión egoísta alejarlo de ella cuando tal vez era cuando más lo necesitaba, pero también necesitaba ser egoísta, sanar sus heridas y que pasara la vergüenza que sentía de aquel momento que casi se convierte el más trágico de su vida...

Lloró sobre la cama sin descanso tratando de encontrar algo que alejase de su mente aquel doloroso recuerdo, lloró hasta caer rendida ante los nervios y sus lágrimas.

Por su lado Samuel, no tuvo descanso, desfilo por delante de la puerta de su habitación durante un largo rato escuchando sus llantos, se moría por tumbar esa puerta y estar al lado de su novia, pero comprendía que ella prefería llevarlo sola... Se preparó un café mientras hacía guardia en aquella puerta esperando alguna señal por su parte.

Por la mañana se despertó destrozada, su espalda permanecía contraída por todos los nervios vividos, cualquier movimiento brusco le dolía demasiado, suspiró antes de verse en el espejo, estaba horrible, sus ojos hinchados, varios golpes en la cara y algún que otro arañazo, soltó un nuevo llanto y trató de respirar, de nuevo se metió en la ducha, esta fue más rápida que la de ayer.

Suspiró después de ponerse unas mallas y una camiseta corta, llamaría a Leonor y le diría que no iba ir a trabajar, no tenía cara ni ganas de estar fuera de su casa... caminó hasta la puerta y la abrió, esta se vio empujada por el cuerpo de Samuel que según lo vio se levantó con sueño, tenía el rostro ojeroso y ella se percató que había estado allí toda la noche velando por ella y se sintió culpable por haber pensado únicamente en ella.

Él la miró destrozada, no había rastro de aquella pequeña que le robó el corazón y aquello no solo lo indigno si no que lo enfado con el mundo entero, sus ojos se aguaron observándola y esperando a que ella dijese algo o tal vez se acercase a él, tenía miedo de tocarla por si se asustaba de sus manos, un temblor se apodero del labio inferior de Andrea y se estrechó en sus brazos, él respiró profundamente y se aferró a ella.

Samuel: te juro que lo mataré-besó su pelo-debemos ir a denunciarlo y que den con él.

Andrea: tengo una horrible sensación en el cuerpo que no puedo con ella Samuel-sollozó mirándolo destrozada y él acarició su rostro.

Samuel: estamos juntos en esto ¿vale? Estaré contigo pase lo que pase, coge tu chaqueta nos vamos a denunciar esto para que no tengas que recordarlo nunca más.

DESTINO O CASUALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora