5 | Cuarenta y tres

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Stiles y todos los que ocupaban lugar en aquella mesa tuvieron la sensación de que el instituto entero presenció el manzanazo en la cabeza que Lydia le propino a Derek.

No se sabía si la cabeza del pelinegro era hueca o el golpe fue demasiado fuerte, pero un sonido seco resonó cuando el desayuno de Martin le pegó y seguido de este unos numerosos “uuuuh”. 

—Perra corajuda —Miguel tomó la manzana que cayó en el suelo y dejándola sobre su bandeja, le clavó el cuchillo de plástico que la cafetería obsequiaba. Justo en el centro. Y sin dejar de mirar a la pelirroja amenazadoramente —. Solo han existido tres personas con tu valentía. Y las tres continúan desaparecidas.

—Quiero a mi mamá —sollozó Scott, abrazando a Allison.

—Es broma, Scottsito, no maté a nadie... ¿o sí? —miró a Lydia nuevamente—. Como te decía, las únicas tres personas que se atrevieron a faltarle el respeto a papichulo Derek son mi mamá, la tía Martha y cuarenta y tres.

—¿Cuarenta y tres? —preguntó Lydia, de brazos cruzados.

—Mi ex-esposa número cuarenta y tres, duh. Alguien que le done neuronas a esta tipa.

—No puede ser que hayas tenido cuarenta y tres esposas.

—No, hasta ahora son setenta y seis. Sé que anhelas ser la setenta y siete, pero no eres mi tipo, no fue mi intención ilusionarte. Todas caen —le quitó el juguito a Allison, quien no se quejó —. Como te decía, Lillian, mi ex-esposa tuvo el mismo atrevimiento que tú, solo que me tiró café en la cara. Bueno, también me tiró toda mi ropa por la ventana y dijo que me fuera. Era una loca, me encantaba —se tapó la cara dando señales de que lloraría —. Un día jugamos a la pelea de almohadas, y ella tomó una silla cuando me distraje. Jamás fui tan masoquista en mi vida, esa sí que era una mujer.

De todas formas, Lydia no se arrepintió de su acción, es más, incluso después de hacerlo sonrió toda la clase de física. Al parecer le hacía falta aviolentarse contra alguien para calmar su mal humor.

En cuanto salieron hacia el estacionamento, Stiles se dirigió hacia otra esquina con Scott quién le enseñó su nueva moto que tanto había esperado para poder comprarse. Después de felicitarlo por su nueva adquisición, el castaño volvió a su Jeep tranquilamente.

Subió y cuando giró la cabeza hacia el asiento copiloto pegó un salto del susto que se llevó por no haberse percatado que Derek estuvo ahí inmóvil todo ese tiempo.

—Mierda, Miguel, ¿acaso quieres que me dé un infarto?

—Es mi sueño, pero si quiero seguir escondiéndome en tu casa debo mantenerte con vida.

—Que considerado —soltó con un tono sarcástico.

Encendió el motor, y salió del aparcamiento para comenzar el corto viaje hasta su casa. Derek no dudó en aprovechar el momento para hablar con su primo.

—¿Sabes qué? Esa cabeza de zanahoria tiene carácter fuerte, me gusta.

Stiles frenó involuntariamente y se giró hacia él mirandolo con el ceño fruncido.

—¿Es un chiste?

—Claro que sí, idiota. No la soporto, por esa razón creo que serían buena pareja. Un insoportable con otra insoportable, son compatibles —se encogió de hombros. Stiles rodó los ojos.

Debía deshacerse de su primo.

...

sí, no hace falta que me lo digan... pasaron cuarenta y tres años hasta que actualicé esta novela pero me estoy poniendo al día de a poquito lo juro🥺♡

no podía olvidarme de mi derek miguel, espero sepan perdonar love yall 🧚‍♀️

derek el casamentero | twDonde viven las historias. Descúbrelo ahora