Mi casi suicidio

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 Una vez que llegamos a la habitación, siento que mis piernas no pueden más.

Obviamente, Nathan y yo metimos una muda de ropa extra en el auto que alquilamos cuando llegamos, para cambiarnos. Alarmaríamos mucho a las personas si nos ven llenos de sangre.

Luego de nuestra pequeña charla en el auto con respecto a las palabras de Emma, no mediamos palabra, y permanecimos en un cómodo silencio el resto del camino. Sé que siente curiosidad por saber qué pasó aquella noche, y pienso confesarlo. Si pudo con la verdad de que soy una asesina a la caza de sus antiguos amigos, puede con esta.

Luego de que ambos estamos duchados, Nathan se dispone a preparar la cena.

—No Nath. Pide servicio a la habitación. Imagino que también estás cansado —le sugiero, mientras tomo su mano y lo dirijo al sillón, preparada para contarle la verdad.

—Jazzie… ¿qué pasó la noche de la que Emma mencionó? —pregunta, y bajo la mirada, sintiéndome avergonzada de lo que estuve a punto de hacer—. Si no quieres, no deber decirme —se apresura a decir, alarmado, supongo.

—No, está bien. Quiero contártelo.

Luce aliviado, aunque un poco incómodo. No lo culpo. No todas las novias son como yo.

Suspiro, preparándome para contarle todo.

—Verás. Resultó ser la noche del baile. ¿Recuerdas que me habías invitado, y luego no apareciste, y todo lo que me dijiste fue «feliz baile de invierno, nerda»? —abrió la boca para decir algo, pero con un gesto de la mano, lo hice callar—. No. Yo hablaré y luego tú lo harás.

»Meses antes, me había conseguido a Emma en el centro comercial. No me juzgó ni me dijo nada. Simplemente me llevó aparte y me dijo que quería ser mi amiga. Naturalmente, no le creí, pero acepté. Sería bueno tener a alguien por una vez.

»Pasaron varios meses y Emma y yo seguíamos quedando en secreto, como amigas en cubierto. Ella seguía siendo cruel conmigo frente a Heyly, pero hacía un pequeño gesto que me indicaba que estaba bromeando.

»Llegué a confiar en ella. De verdad. Siempre estaba para mí y toda la cosa, así que la contaba como mi “mejor amiga”.

»La noche del baile, cuando no apareciste, me sentí fatal. Había peleado con mis padres y no lograba comunicarme con Emma para desahogarme. Era un mar de lágrimas, desesperación y sangre. —Instintivamente, cubrí mis muñecas. Me sentía demasiado expuesta, pero debía continuar. Tragué saliva y retomé—: Le dejé millones de mensajes diciéndole que lo iba a hacer.

»Escribí una carta. Una carta suicida. Y de verdad lo iba a hacer. Me despedía de todos, incluso de ti. Te confesaba lo que sentía y te culpaba por mi suicidio.

»Tomé una corbata de papá y me dirigí hacia el jardín trasero de mi casa, el cual está oculto a la vista externa. La amarré alrededor de mi cuello y salté del columpio. Luego, todo fue oscuridad.

Revenge©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora