»Procesiones«

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¡Hey!, hola amigos ¿Qué tal?. Primero que nada ¡Feliz día de la hispanidad!, y segunda, perdón por no haber actualizado después de ¿Cuantos meses fueron? ¿Tres?, bien, les debo una gran disculpa por hacerlos esperar tanto, ¡Pero aquí estoy ya! Con nuevas ideas para el capitulo de hoy.

Disclaimer; Estos personajes no me pertenecen. Le pertenecen a Himaruya en este caso, España (Antonio). La Nueva España (los hermanos México) le pertenecen a la comunidad de latín hetalia.

Bueno, esto es todo.

Comenzamos.

Todo iba demasiado bien para la celebración de este día, los arreglos florales y aquel gran olor a rosas por toda la capilla del centro de la ciudad. Cada México llevaba entre sus brazos un gran ramo de flores esperando a su padre en un embarcadero. Mientras los finos y grandes barcos llegaban a vista de todos. Sus grandes y finas banderas que en medio mantenían una cruz roja; Borgoña. Y aquel olor a un salado mar.

Su padre llegaba de Europa; seguido con una gran tropa y descargas de provisiones. Salio de aquel velero con su extravagante traje pirata y un sombrero hechos de las más finas y caras telas, ahora todo sucio y roto.

Él español con una gran sonrisa empezó a correr hacia sus colonias. Llego hacia ellos se arrodillo y los abrazo —¡Como los extrañaba mis pequeños niños!— los dejo de abrazar y empezó a tomar sus mejillas mientras dejaba pequeños besos por toda su cara.

Ambos niños rieron. — ¡Papa, nos haces cosquillas! Jajajaja— Dijo México del sur riendo fuertemente. —¡Nosotros también te extrañamos!.

España sonrió aun más y se volvió a parar. —Los amo —Hizo una pausa, sus pequeñas colonias contestaron con un 'Nosotros también'.— ¿Llegue tarde?—. Pregunto ahora con una leve sonrisa mientras tocaba la cabeza de sus pequeños.

—¡No! —. Contesto norte.— Apenas y empieza la fiesta ¡Vamos padre! — Tomaron su mano y lo llevaron hacia la salida de aquel puerto. Él español solo reía hasta que para. — Jajaja, mis niños, tengo que cambiarme, no es manera para ir vestido así a una procesión. ¿Enserio que falta poco? —. Los miro un poco apenado, sus finas ropas ya no eran finas; ahora estaban cubiertas de tierra y algunos rasgullos. Sí; Inglaterra otra vez se puso en su camino y tuvo una fuerte batalla en mar; Por suerte, España esta vez fue el vencedor. —¿Qué te paso padre? —. Norte se percato de sus ropas.— Nada mi bebé. Solamente me he caído del velero, Jajaja, sí solo eso —. Dijo esperando una reacción aprobatoria de sus hijos. —¡Bueno! —. Contestaron norte y sur al unisono. Él español sonrió más y tomo sus manos, para rápidamente dirigirse a una gran casa, un jardín tan grande y cuidado y una estructura básicamente hermosa y grande. Su arquitectura lo hacia recordar a España. ¡Pero valla! Tio, es verdad, ¡Estan en la Nueva España!, en la casa de sus pequeños niños.

—Bueno mis bebes, me hire a tomar una ducha, saldré en un dos por tres, esperadme—. Antes de irse tomo las cabezas de los dos niños y planto un gran beso en ellas. —¡¡¡Los Amooo!!!~~~—. Se fue gritando felizmente mientras subía las escaleras. Los dos niños sonrieron y se dedicaron a jugar a las canicas en el patio.

Poco después, unos 20 minutos después, ya se encontraban dentro de una carroza directo a la plaza principal, donde se llevaria la procesión; Primero deberían asistir a misa; después, tomar el estándar de la virgen y llevarlo a toda la comunidad y más que nada hacer que los esclavos crean. Antonio tomo un ramo de rosas al igual que sus hijos. Al llegar a la plaza principal un gran olor de rosas llego hasta sus narices. La iglesia se encontraba llena de aquellas rosas, blancas y rojas, por todas partes. La gente aventaba pequeños pétalos y hacia un ambiente feliz y hermoso, bello para sus ojos. España quedo con la boca abierta, pues todo esto fue obra de sus dos pequeños. —¡Mis bebes! ¡Qué guay! ¡Ostias tíos, se lucieron! —. Miraba sorprendido. Tomo a los niños de los brazos y entro a la iglesia. La iglesia por todos los rincones llevaba oro, fina y hermosa. Las personas pesaban y entregaban flores a la figura de la virgen de guadalupe, rezando ante ella. España se acerco y dejo él ramo a aquella figura, se arrodillo y empezó a rezar, sus hijos al igual, dejaron las flores ante ella y se arrodillaron juntando sus manos y rezando.

La misa empezó a los minutos. Todos se pararon resiviendo al clero; a los seguidores de la corona y a los guardias de esta. Todos pasaban por aquella gran roja alfombra, siendo recivido por un canto celestial y rosas que caían hacia ellos.

Acabando la misa, todos salieron con sus estandartes de la virgen de guadalupe. Todas las personas ya convertidas se dirigieron hacia la carroza, la levantaron y caminaron mientras cantaban. España al igual que ellos tomó un estandarte y empezó a caminar junto al clero seguido por sus dos pequeños.

España no se podía perder de tal celebracion, había quedado totalmente maravillado de sus dos hijos.

Nueva España [LH México]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora