Capítulo 2

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CAPÍTULO II : « Incomodidades y anormalidades »



La alarma suena y a regañadientes me despierto. Odio despertarme justo cuando estoy soñando con el papacito de Christian Grey. Y para colmo de males llevo un dolor de cabeza espantoso, atribuyo ello a las pocas horas que he dormido. Desactivo la alarma de mi celular y con pereza me incorporo en la cama.

Frunzo el ceño al notar que el costado izquierdo está vacío. ¿Y Carla?, ¿se habrá vuelto a caer de la cama ?. Por si las moscas reviso el piso pero no hay señales de mi amiga. Me encojo de hombros.

Con una lentitud exagerada me levanto y camino hasta el baño. Abro el grifo de la ducha y calibro el agua para que salga tibia y antes de quedarme dormida de nuevo, me desnudo y me paro debajo de la cascada artificial.

Siento que voy a desmayarme del sueño, sabía que era muy mala idea quedarme despierta hasta tarde pero es que simplemente no pude evitarlo. Hay veces que mi mente se rehúsa a ponerse en modo descanso.

Una vez aseada, y un poco menos cansada, me coloco el uniforme de la escuela. Este consiste en una camisa blanca que tiene el logo del colegio estampado en el frente, una falda a cuadros, unas medias largas que me llegan hasta las rodillas y por último unos zapatos negros. Mientras cepillo mi pelo dejo que mi vista viaje hacia mi ventana.

La imagen de aquella estrella fugaz no tarda en colarse en mis pensamientos. Me río de mi misma, como si mi deseo se fuera a cumplir. 

Esta es la vida real,Natalie, no otros de tus cuentos.

Repitiéndome eso bajo las escaleras y me encuentro con mis padres desayunando en el comedor.

— Buenos días — saludo mientras me acerco a la nevera y saco la leche en caja.

— Buenos días, pequeña — mi madre me sonríe con ternura.

Veo a papá, él me regresa la mirada mas no me dice nada. Le da un sorbo a su café y continúa leyendo su periódico. Suspiro frustrada, mi padre suele ser tan indiferente que a veces me hace pensar que no le agrado. Lo cual se me hace ilógico considerando que soy su única hija.

Tomo un tazón y lo lleno de cereal de colores, destapo la leche y vierto una generosa cantidad. Podría desayunar esto todos los días por el resto de mi vida.Eso sí, si los cereales no son de colores simplemente no me llaman la atención. Cojo una cuchara y me siento a la par de mi madre. Comienzo a disfrutar de mi desayuno.

— Carla se fue temprano en la mañana. Dijo que debía recoger un par de cosas de su casa — mi madre comenta a sabiendas de que no tardaría mucho en preguntarle por el paradero de mi amiga.

Asiento con la cabeza —Supongo que la veré más tarde en la escuela.

El desayuno continúa en silencio por mi parte. Mis padres comienzan a hablar sobre lo cerca que está el cumpleaños de la abuela Clara. Evito comentar al respecto pues para ser completamente sincera, no le agrado ni un poquito a la abuela Clara.

Ahora que lo pienso, no le agrado a muchos de mis parientes paternos. Es un hecho que siempre he sabido mas nunca me he detenido a cuestionarme las razones. Supongo que paro más perdida en mis libros que aquel significativo detalle me resulta trivial.

— Bien, acabé. Será mejor irnos que se hace tarde — mi padre se levanta y deposita un beso rápido en los labios de mi madre. Acto seguido coge sus llaves , su maletín y abre la puerta del departamento — Natalie, andando.

Dicho esto sale. Rápidamente cojo mi mochila y me la cuelgo del hombro. Reviso que tenga mi celular en mi bolsillo y le doy un sonoro beso a mi mamá en la mejilla.

— ¡Suerte en la escuela! — la oigo exclamar justo antes de cerrar la puerta.

Una vez en el asiento del copiloto, mi padre arranca y no tarda en encender la radio. Si hay algo que tenemos en común él y yo es que nos gusta oír las noticias. Al menos así siento que estoy más cerca a él.

EXTRAORDINARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora