Capítulo 9

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CAPÍTULO IX : «Teddy Storm»

— ¡No podemos dejarla atrás! — le grito con lágrimas acumulándose en mis ojos — ella nos abrió la puerta de su casa de manera desinteresada para darnos refugio. ¡No podemos abandonarla!.

Carl suspira con tristeza y me mira directamente a los ojos — No hay nada que nosotros podamos hacer, Natalie. Los zombies le han mordido en el estómago, ya está infectada.

— Pero...

Lleva sus manos a cada lado de mi rostro y me obliga a concentrarme solo en él. Trago saliva con fuerza, sus ojos siempre me enamoran. O bueno, su ojo izquierdo no más ya que tiene un parche que cubre el lugar donde debería estar el otro.

— Si vamos por ella moriremos y créeme, aún no estoy listo para perderte.

Una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro, siempre sabe decir el perfecto juego de palabras. Su sombrero de Sheriff y sus largos cabellos lo hacen verse más maduro y seguro de sí mismo.

— Yo tampoco quiere perderte, si tu murieras no creo que sería capaz de soportarlo.

Carl Grimes pega su frente con la mía y logra hacer que el miedo se evapore. Los gritos, los gruñidos de los zombies, los disparos, todo el ruido se siente lejano. Ahora somos él y yo, juntos en este mundo post-apocalíptico.

— Jamás moriré. Te lo prometo.

Dejo que las lágrimas corran libremente por mis mejillas.

— Te amo — le confieso entre sollozos.

Carl me sonríe dulcemente — Natalie, yo...

— ¿Tú?.

— ¡YO TE JURO QUE SI NO TE DESPIERTAS EN ESTE PRECISO INSTANTE, VOY A TUMBAR LA PUERTA Y TE SACARÉ  A RASTRAS!, ¡MALDITA SEA, NATALIE, SE HACE TARDE!.

De un brinco me incorporo en la cama y me siento desorientada al principio, pero luego de unos segundos caigo en cuenta de que todo era un sueño. Suspiro molesta por haber sido despertada justo en la mejor parte.

A regañadientes me paro y desbloqueo la puerta para ver quien es la impaciente persona que no deja de tocar como desquiciada.

— ¿Qué? — digo de mala gana mientras me tallo los ojos.

Frente a mi está Barbie, con el uniforme puesto y una expresión de desaprobación en la cara.

— ¿Por qué aún no estás vestida? — interroga mientras entra a mi habitación y comienza a hurgar en mi armario.

— Buenos días, Barbie. Sí, pasa, ponte cómoda — siseo molesta mientras hago que se cierre la puerta. No importa en qué país o dimensión me encuentre, yo siempre estaré de pésimo humor en las mañanas — ¿vestirme para qué?. Ni siquiera sé que hora es.

Barbie me lanza una muda de ropa y debido a que aún estoy adormilada, me cae todo en la cara. 

— Tenemos ronda matutina y si no llegamos a tiempo ten por seguro que Equis nos dará un castigo monumental — apenas menciona su nombre siento como espabilo por completo. Ya no tengo sueño sino que mi cuerpo se pone en estado de alerta — y para que sepas, van a ser las siete de la mañana.

— ¿Qué?, ¿por qué tan temprano?, ¿para qué?.

— A Equis le gusta torturarnos desde muy temprano por lo que cada tanto nos obliga a correr varias vueltas por el escuadrón. Según él, es para chequear que todo ande en orden; sin embargo, hoy parece estar de muy mal humor ya que las rondas suelen ser a las ocho. Me pregunto qué será que lo tiene tan enojado.

EXTRAORDINARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora