Capítulo 12

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CAPÍTULO XII : «Un domingo de descanso»

Presiono mi palma sobre el lector de huellas y la puerta de mi habitación se abre dejando en evidencia mi espaciosa y cómoda cama. No dudo ni un segundo más y salto sobre ella.

— ¡Al fin! — exclamo mientras me abrazo a mi almohada — ¡Ay, almohadita, te extrañé tanto!, ¡eres tan suavecita! — la estrujo más a mi pecho y sin molestarme en cambiarme el uniforme, me quito las zapatillas y me acomodo bajo las sábanas.

Llevo más de una semana en este lugar y siento como si esta fuera la primera vez en la que me echo en mi cama. ¿La razón?, una sola palabra: Equis. Ese maldito tirano sin apellido se ha tomado muy en serio su labor de volver mi estadía en el escuadrón un verdadero infierno.

Todas las mañanas me llega un mensaje suyo. Lejos de alegrarme el hecho de que me escriba todo los días, sus mensajes hacen que el fuego de ira que guardo dentro se avive. Bueno sería que se trataran de mensajes lindos como un "Buenos días, Natalie. ¿Dormiste bien?" o quizás un "¿Te sientes cómoda en el escuadrón?, cualquier problema me lo haces saber" o mejor aún sería recibir un "Casémonos hoy, huyamos a vivir una fogosa historia de amor en el Caribe y procreemos como conejos en celo" pero no, así no es Equis. 

Cada mensaje es una orden. Al parecer su manera de "entrenarme" es volverme una especie de Cenicienta personal y lo peor de todo es que se tratan de labores bastante exigentes como limpiar los baños o fregar los pasillos de todo un edificio hasta las tareas más ilógicas como ordenar los utensilios de la cocina por orden alfabético o revisar que todas las carpetas, sillas o mesas estén libres de chicles pegados en la parte inferior de estas y luego agrupar esos chicles por color. 

A decir verdad siento que mi trabajo es mucho más demandante que entrenar en El Matadero. Cabe resaltar que no he vuelto a entrar allí desde aquel simulacro. Lo peor de todo es que Equis se las ha arreglado tan bien que por su culpa casi ni he hablado con ninguno de mis amigos. Apenas y logro intercambiar unas cuantas palabras cuando coincidimos en los almuerzos o cenas.

Conclusión: Me están explotando como si no hubiera un mañana.

¿Y por qué no me he quejado o algo?, sencillo, si lo hago él gana. Sé que lo único que Equis busca con todo este abuso de poder es verme agachar la cabeza y pedir que se apiade de mi, pero hacer algo como aquello no está dentro de mis planes. Llámenme orgullosa o cabeza dura pero yo misma dije que no tenía miedo de quemarme y pienso defender mi postura hasta el final. Equis podrá quebrar mi cuerpo pero jamás mi espíritu de pelea. 

Además, si esto es como mis novelas románticas, en algún punto Equis se dará cuenta de que está siendo un tonto con el ego herido y me dejará en paz y eventualmente se enamorará de mi. Es totalmente predecible.

Vaya que alucinas bastante, Natalie.

Suspiro. 

Bueno, quizás estoy exagerando un poco pero hey, la esperanza es lo último que se pierde. Porque sí, a pesar de todo el maltrato lo sigo encontrando extremadamente atractivo. Es un guapísimo tirano. Soy una tonta masoquista.

Estoy a segundos de caer en un profundo sueño cuando de repente siento mi teléfono vibrar. Suelto un gemido de sufrimiento.

— ¡Arghhhhhhhh! — exclamo mientras reviso el nuevo mensaje que me acaba de llegar.

De: El sexy tirano con nombre de letra
Fecha: 29 de noviembre de 2017 7:30 p.m.
Para: Natalie Ramos
Asunto: Entrenamiento

Limpia las pizarras de los salones de la escuela. Todas las pizarras.

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