Capítulo 5

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No había pegado el ojo en toda la noche.

No sentía ánimos, de desayunar.

Ni de mucho menos hablar con alguien.

Sentia que estaba al final del colapso.

El carruaje dio un fuerte tirón brusco. Haciendo que Lilibeth.  Brincara en su asiento.

Se asomó por la ventana, donde contemplo el palacio real de Inglaterra.

Hogar del Marques de Tayrel.

―Bienvenida Lili.

Con una sonrisa amable. Lilibeth, hizo una reverencia.

―Buenos días mi Lord.

Michael. Noto la tristeza en la vos de la Joven. Se guardó sus comentarios. Por primera vez no reprocharía nada. Ofreció su brazo derecho como invitación, para caminar juntos hasta el jardín. Donde se serviría el desayuno.  Con educación, Lilibeth. Enrollo su mano en el brazo que el Marques le ofrecía.  Con pasos largos y galantes el Marques la guiaba, ella le siguió el compás lo más natural posible. Para sorpresa de ambos, juntos caminando de esa forma, reflejaban una pareja poderosa. La servidumbre, se quedaba viéndolos caminar juntos. Era eso, o es que le estaban viendo el ¿cabello a Lilibeth?. Una sola mesa de cristal, con unas tres sillas, estaba decorando el jardín del palacio Real.

¡Vaya Jardín!

Toda tristeza en el rostro de Lilibeth desapareció, al ver semejante paraíso. Trato de cerrar la boca, pero nuevamente se abría con más impresión. ¡Tenían Orquídeas!. Al irse, le pediría unas cuantas, aun que mejor no pasar vergüenza. Pero es que las quería. Bueno, las robaría. ―Por dios, Lilibeth―Se riño así misma. Descuidada en su mundo, ni se enteraba, que el marques le hablaba.

―Espabila Lilibeth.

Michael, trono los dedos para hacer ruido, y hacer que Lilibeth reaccionara.

―Disculpa. ¿Qué decías?

Seguía mirando las orquídeas.

―Que, tienes un culo encantador.

Bromeo.

―Oh que bien.

Dijo sin escucharlo.

―Ya lo creo.

―¿Disculpa? ¿Qué has dicho?.

―Qué...¿ si tomaras asiento?

Michael, educadamente cogió una de las sillas  la jalo, ofreciéndosela a Lilibeth. La mujer juraba que él había dicho otra cosa. Pero bueno. Lo dejo estar.

―Muchas Gracias.

Las señoras del servicio, llegaron en menos de lo que Michael, termino de sentarse. Lilibeth, se sentó recta en su silla, tomando una servilleta y posándola en sus piernas con suma educación. Michael hizo lo mismo.

―¿Y cómo se encuentra hoy mi lady?

Pregunto Michael.

―Muy bien ¿Y usted?

Lilibeth. Fue tomando cualquier comida que llevara frutas.

―Excelente. Dígame, señorita Aldrich. ¿Cómo le está yendo la conquista con el Marques? Claro, si me quiere responder.

Lilibeth mientras masticaba. Tocio la boca y trago en seco.

―Bueno. El marqués de Bradbury, llego con sus ideales bien puestos. Ya que, le ha propuesto matrimonio a mi hermana.

Las Hermanas de Plata Saga Eternidad IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora