– ¿Qué haces aquí Jhulius? Hace tanto que deberías de estar en tu casa, pero... –Dijo Renisemb pensando– es muy tarde para que salgas.
– Renisemb, cálmate. Escúchame, no puedes quedarte aquí, desde hoy te vienes a vivir conmigo.
– No seas estúpido Jhulius –Dijo Renisemb– no puedo ir a vivir contigo, es más, ¿Por qué lo haría? No existe razón alguna para hacerlo, y bien sabes que estoy en lo correcto.
– ¿Qué tienes razón, dices? –Dijo Jhulius alterado– ¿Piensas que yo llegué solo hasta acá?, usa la lógica. Aquí estas corriendo peligro, ella es mala.
– ¿Ella? –Subrayó Renisemb– ¿A quien te refieres Jhulius?
– ¿A quien crees que me estoy refiriendo? ¡No seas tonta! Te estoy hablando de Jaqueline, ella lo tiene todo planeado.
– ¡Jhulius! –Dijo Renisemb– eso que haces es una acusación terrible, Jaqueline ama a mi padre, ella es una buena persona.
– Puede que a tu padre sea el único a quien de verdad quiere... –Dijo Jhulius encogido de hombros–
– Estas muy alterado, lo mejor es que te calmes, ven, acompáñame.
Jhulius siguió a Renisemb hasta la cocina de la casa, ésta le preparó una taza de té a su amigo, esperando que con eso se lograra tranquilizar, cuando por fin Renisemb notó que Jhulius estaba tranquilo, le preguntó:
– Dime Jhulius ¿Qué ocurrió contigo? ¿Qué hacías a estas horas de la madrugada en esa habitación?
Jhulius bajó la mirada tratando de conseguir las palabras correctas, no conseguía como explicarle a su amiga lo antes ocurrido.
– ¡Responde Jhulius! –Insistió Renisemb– si no hablas no sabré que hacer para poder tranquilizarte.
– Lo único que puede tranquilizarme –Dijo Jhulius en vos baja– es que te vayas conmigo, no estaré bien hasta que te vea a salvo, escúchame, lo mejor es que te vengas conmigo, te juro que yo te voy a proteger.
– Jhulius... ¿Protegerme de que? O ¿De quien?, no hay nadie que quiera hacerme daño –Respondió Renisemb– cuéntame, por favor, dime que te ha ocurrido.
– Jhulius toma un sorbo del brebaje preparado por Renisemb y con resignación le contó lo ocurrido, ella no hacía más que mirarlo con atención, él trababa de explicarlo todo lo mejor posible, a veces se detenía a contemplar el rostro atónito de Renisemb. En ocasiones no conseguía pronunciar una palabra por miedo a que alguien externo a ellos se ocultase detrás de la puerta oyendo su conversación.
–Renisemb perpleja le interrumpe diciendo– ¿No has exagerado en nada?
– No –Respondió Jhulius secamente dirigiendo su mirada hacia la taza de té–
– No puedo crees esto que me contaste –Respondió Renisemb– disculpa, pero es que suena muy fantasioso.
– ¡Tienes que creerme Renisemb! –Dijo Jhulius alterado– te juro que solo te he dicho la verdad, tienes que venir conmigo, por favor, yo te protegeré.
– Jhulius, el tiempo pasa, ya no somos niños –Dijo ella– entiende tú, ya no tenemos edad para estas cosas.
Jhulius la miraba, pero nada podía decir, parecía que no existieran palabras para ser pronunciadas, las palabras dichas por Renisemb desataron un sinfín de recuerdos, recordó que en una oportunidad estuvo con ella en un parque, eran unos niños para ese entonces, Jhulius y Renisemb siempre estaban juntos, desde muy pequeño, Jhulius siempre cuidó de ella, en Renisemb era en lo único en lo que el a esa corta edad podía pensar, aquella vez en el parque había una tarde hermosa, un sol brillante, las pocas nubes en el cielo, las aves
que decoraban el firmamento pintado de diferentes matices, ese día, aunque no haya pasado nada de vital importancia, era su día favorito, a menudo de se le repetía en sueños.
– Entiendo que haya paso el tiempo –Dijo Jhulius después de una larga pausa– pero no muchas cosas han cambiado, se que aun sientes algo por mi, y créeme, yo me muero por ti, a veces, no logro imaginar lo atroz que seria mi vida si nunca te hubiese conocido. Renisemb, te puedo decir con toda certeza que aunque no sea un niño, te sigo amando igual que cuando lo era.
Renisemb se había quedado totalmente enmudecida, nunca se hubiese imaginado que su tímido amigo Jhulius fura capaz de pronunciar tales palabras.
Jhulius al ver que Renisemb no pronunciaba una palabra, ni tampoco era capaz de moverse, se levantó del asiento y comenzó a caminar en dirección a la puerta de la cocina, estando frente a ella, Jhulius aun de espalda le dice: "Piensa en lo que acabo de decirte, lo mejor es que vengas conmigo", seguido de esto Jhulius volvió la miranda en dirección a Renisemb, ella aun estaba perpleja por la sorpresa dada por su amigo, parecía como si no tuviese vida, el volvió hacia donde estaba ella y selló el momento con un beso.
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Luis M. Pérez C
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Las Condiciones Del Sir. ©
Mystery / ThrillerJhulius Brent, llega de nuevo a Inglaterra a visitar a su amiga de infancia Renisemb Pebsmarts, ella se encuentra en un dilema, ya que lastimosamente su padre, Sir. Lowrens Pebsmarts, murió y en su testamento dejo unos reglamentos para que ella mant...