Capítulo 3

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– Renisemb ¡espabila! –Dijo James con energía– ¡somos ricos!, bueno... tu lo eres ¿no entiendes? Tu tía en Egipto murió y tú eres su única heredera.

– Pero –Dijo ella– ¿Por qué yo?

– Según dice aquí–acotó James– tú tía no confía en muchas personas de su familia, es por eso que te dejó toda su fortuna a ti.

– Disculpa Lázarus –Dijo Renisemb– tengo que pensar en esto, ¿Podrías decirle a tu capataz que me lleve a mi casa?

– Claro. Lo que tú quieras.

Cuando Renisemb iba a de camino a su casa, no hacía mas que pensar en el porque de las cosas, aun habían cosas que por mas que lo intentara no tenían significado para ella, al llegar en su casa, Renisemb encontró en la sala de estar a Jaqueline Wood.

– Renisemb, querida ¿Dónde habías estado? –Dijo esta con cierto toque de arrogancia–

– ¿Dónde está mi padre? ¿Le diste sus medicamentos?

– Claro Renisemb –Dijo la Sra. Wood– no tienes de que preocuparte, sabes que muy bien se cuidar de el.

– Quiero verlo –Insistió– necesito decirle algo de suma importancia.

– Él está dormido –Dijo Jaqueline– lo mejor será no despertarlo.

Pasaban las horas y Renisemb aun no lograba entender, sólo tenía cabeza para pensar en lo ocurrido en la casa de James Lázarus. No hacía mas que preguntarse el porqué era ella la elegida para llevar consigo todo ese dinero, al caer la noche Renisemb cesó en sus intentos y logró caer en un sueño profundo.

En medio de la madrugada, Renisemb despertó de golpe, había algo que la agobiaba, algo que perturbaba su sueño, se fijó que la puerta de su habitación estaba un poco abierta, Renisemb se levantó de la cama, la habitación estaba terriblemente oscura, apenas se podía ver un asiento cercano al secreter que había recostado a una pared, la ventana tenía las cortinas casi llegando al piso, cuando Renisemb estuvo lo suficientemente cerca del portal se percató de que del otro lado de este hubo un movimiento, ella asustada, decide salir, al abrir la puerta sacó su cabeza fuera de la habitación, Renisemb vio una silueta cruzando el pasillo, ahora estaba segura de que había alguien que estaba custodiando su sueño, se dispuso a salir de la habitación, estaba dispuesta a descubrir quien era esa persona que la vigilaba mientras dormía. Casi corriendo y con el corazón queriendo salir de su pecho atravesó el pasillo, Renisemb seguía persiguiendo a la persona, esta se detuvo en una habitación que Renisemb no reconocía, la persona al ver que Renisemb se acercaba a ella, comenzó a correr nuevamente, atravesó una puerta y llegó a otro pasillo muy largo, este pasillo estaba extremadamente oscuro, Renisemb no tenia la certeza de conocer el lugar en el que estaba, sin embargo, no estaba dispuesta a cesar en su búsqueda, al final del pasillo consiguió a la persona que tanto había seguido, esta estaba de frente a una puerta, cuando se percató de que Renisemb se estaba acercado, abrió la puerta y comenzó a correr nuevamente, esta habitación estaba muy oscura, era muy poco lo que se podía ver, para la sorpresa de Renisemb, esta vez no era otro pasillo, esta vez se trataba de una escalera que descendía por una pared, debido a la oscuridad que allí había casi tropieza, en un instante pudo ponerse de pie y seguir su camino, sin embargo, ese tropiezo le costo perder el rastro de la persona a la que había esta persiguiendo. Sé encontró con una puerta bloqueada desde afuera con un trozo de madera a modo de cuña, decidió abrirla, quizás allí se encontraba esa persona, al abrirla pudo ver una silueta entre la oscuridad

– ¿Quién eres? –Dijo Renisemb pensando que esa persona ya no tenia por donde escapar– ¿Qué quieres de mí?

– ¿Renisemb, eres tú? –Dijo la silueta– La persona se acercó a ella, Renisemb casi llorando logró decir "Jhulius"



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Luis M. Pérez C.

Las Condiciones Del Sir. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora