Capítulo uno.

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Hoy los Wolfhard irían a su casa, como cada viernes en la noche. Alanna nunca se había puesto a pensar en cuan nerviosa le ponía aquél hecho. Pero ahora, parada frente a su armario sin saber que ponerse, cree saber que la magnitud era mucha. En realidad casi nunca se ponía así, pero hoy, según sus padres, tenía que vestirse más formal de lo normal. Esto a causa de que el hermano de Finn, Nick, aparecería en la televisión, ya que le entregarían algún premio del deporte que practicaba. Alanna realmente no prestó mucha atención a esos detalles.

No tuvo otra opción más que llamar a su madre para que la ayudara con el vestuario, puesto que, por algún arte de magia, la mujer siempre sabía que ropa era adecuada para cada ocasión. Recordaba cuando era pequeña y todavía necesitaba que su progenitora eligiese su ropa, y por alguna extraña razón, casi todas esas veces le gustaba lo escogido. Esta vez no fue la excepción. Al verse al espejo no pudo evitar sonreír un poco, se veía verdaderamente bonita. Por su mente pasó la idea de que podría gustarle a Finn si la veía de aquella forma, pero sacudió la cabeza, eso era algo que se le hacía muy difícil de creer.

—Te ves hermosa—su madre le sonrió a través del espejo y acarició su hombro, Alanna no dijo nada y bajó la cabeza para esconder su sonrojo.

No sabía si creerle a su madre sería buena idea, no quería que aquello se le subiese a la cabeza. Nunca se había considerado especialmente bonita, además su rizado cabello, sus flacuchas piernas y mal sentido de la moda no la ayudaban a sentirse mejor. Sin embargo, allí parada frente al espejo, vestida de aquella forma y con los ojos brillándole por la luz, llegó a pensar que quizá tenía un pensamiento erróneo ante su físico y que no estaba tan mal como así ella lo creía.

Dio la vuelta hacia su madre y la abrazó con fuerza, como una muestra de agradecimiento. La mujer se vio un tanto sorprendida por dicho acto, pero no tardó en corresponder. Alanna no era una hija demasiado afectuosa, por lo que cuando demostraba algún tipo de sentimiento ante sus padres, estos lo aprovechaban al máximo. No se separaron sino hasta que escucharon el timbre resonar por toda la casa, los Wolfhard habían llegado.

Allina -la madre de Alanna- la soltó con apresuro y se dispuso a bajar las escaleras dando zancadas, procurando no hacer esperar demasiado a la familia detrás de la puerta. Por su parte, ella se limitó a reír frente al comportamiento de su madre y comenzó a bajar las escaleras para esperar a los invitados en la sala de estar. Ya allí, se decidió por quedarse parada con los brazos cruzados y mirar sus zapatos con nerviosismo.

Escuchó los saludos alegres de la señora Wolfhard y su madre desde allí, y puso los ojos en blanco, siempre hacían todo un escándalo cuando estaban juntas. Y aunque eso la irritaba un poco, al mismo tiempo la ponía contenta, puesto que su madre tenía una buena amiga con la cual hacer ruido.

Los Wolfhard aparecieron frente ella y, como ya le era de costumbre, su mirada fue directo hacia Finn. El chico había crecido unos centímetros, y ahora tenía muchos más rulos en la cabeza, pero además de aquellas diferencias seguía exactamente igual que la última vez que lo había visto. Traía puesto un traje, algo que sorprendió bastante a Alanna, no parecía algo que él usaría, por lo que supuso que su madre lo había obligado. Sin embargo, no cambiaba el hecho de que se viese molestamente atractivo.

Sonrió con amabilidad, y se dispuso a saludar. Primero se acercó a la señora Wolfhard, con la cual solo compartió un mínimo beso en la mejilla, lo mismo con el señor Wolfhard. Con Finn fue un poco diferente; le dio un corto abrazo, al cual él correspondió dando una amistosa y suave palmada en su espalda. Luego de eso decidió separarse, no planeaba ponerlo incómodo.

Las dos familias se sentaron en el sofá, el cual se encontraba frente al televisor por el cual verían al hermano de Finn. Para su suerte, le había tocado sentarse junto al muchacho y no podía evitar sentirse emocionada ante aquél hecho. Aprovechaba cada vez que este se distraía para observarlo por el rabillo del ojo, tratando de disimular lo más que podía. Su corazón latía muy fuerte cuando lo tenía cerca, y aunque eso la ponía nerviosa, también, de alguna forma, le agradaba la sensación que le causaba .

Sus padres hablaban entre ellos, pero la verdad Alanna no prestaba demasiada atención, y Finn tampoco parecía hacerlo. Se le notaba bastante ensimismado, como si analizara algo dentro de su cabeza. La castaña reprimió la sonrisa que querían formar su labios, se veía tan adorable. En ese momento se preguntó si en alguna vez ella siquiera habría pasado por la cabeza del muchacho, pero decidió no pensar en ello, prefería no hacerse ilusiones.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos en cuanto se escucharon unos gritos de emoción y aplausos por parte de su madre y la señora Wolfhard, la entrega del premio de Nick había comenzado. Decidió poner toda su atención en la televisión y concentrarse en el evento. La pantalla mostraba al hermano de Finn caminando con entusiasmo hacia el escenario, donde le entregarían dicho premio. Sonrió, había llegado a conocer al muchacho y le causaba alegría verlo en aquella situación.

Dio una mirada a su alrededor, y pudo notar que a la madre de Finn se le habían cristalizados los ojos de la emoción, seguramente estaba muy orgullosa de su hijo. El señor Wolfhard se encontraba muy similar a su esposa, solo que a este se le veía más calmado. Finn, en cambio, solo tenía una pequeña sonrisa en la cara, sin demostrar mucha emoción.

A veces Alanna se preguntaba si el chico estaría celoso de su hermano y por eso siempre se le veía tan serio frente a sus padre y demás personas, o si tendría algún otro tipo de problema familiar que lo hiciese adquirir esa actitud desinteresada y seca. O quizá simplemente no hubiese ninguna razón, simplemente era de esa forma y él parecía estar bien así.

Después de que el show donde aparecía Nick terminara, sus padres y los Wolfhard volvieron al tema de conversación que tenía antes de este. Aunque Alanna en realidad no sabía cual era porque no había prestado atención. Ella prefirió seguir con lo suyo, que era observar disimuladamente a Finn. Este miraba a sus pies, y sus rulos tapaban la mitad de su rostro dado a su posición.

Los adultos se apreciaban demasiado concentrados en su conversación como para prestarles atención a ellos dos, por lo que ambos se sentían aislados del ambiente. Sin embargo, se quedaron en silencio, sin saber que decir o hacer. Nunca en sus vidas habían hablado y ahora estaban sentados el uno junto al otro sin saber como reaccionar ante eso.

Entonces Allina habló:

—Alanna, querida, ¿Por qué no sales con Finn al parque?


SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora