Capítulo once.

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Antes de comenzar quiero dedicarle este capítulo a Lady-Wolfie.

Por su apoyo, de verdad muchas gracias.

Finn.

Finn detuvo el auto en cuanto estuvieron frente a la edificación en la cual sería la convención de libros. Estaba emocionado por conocer a sus escritores favoritos y que estos firmaran los libros, pero sobre todo, y aunque no quisiera admitirlo, estaba emocionado por pasar tiempo con Alanna.

Al bajar del carro, notó que la niña se le había adelantado y estaba unos pasos adelante de él. Se preguntó como pudo llegar allí tan rápido. Se quedó un momento observándola; ella se encontraba parada en la acera, cerca de la entrada del lugar, se mecía de adelante hacia atrás y jugaba con sus dedos, como si estuviese nerviosa. Su cabello bailaba a causa del viento y sus ojos brillaban por el sol, no pudo evitar pensar en lo linda que se veía de aquella forma.

Tenía muchas dudas respecto a lo que sentía o no por Alanna, le atraía, no podía negar eso, al igual que no podía negar que había disfrutado cuando la había besado. Pero, ¿Sentía algo más que eso por ella? aquello era algo que no podía responder. Sabía que había algo que no podía descifrar entre sus sentimientos, pero no quería hacerse un lío en la cabeza por ello. Suspiró y lo dejó estar, acercándose a su acompañante.

Ambos entraron al gran lugar y en seguida se vieron impresionados por su interior. Los libros se extendían en abundancia alrededor de todo el sitio y personas hacían filas enormes para que los escritores firmaran sus obras, era un total, pero maravilloso, caos. Lo primero referente a los libros que se podía ver era un gran cartel de la novela de terror de Stephen King, "Eso", donde un payaso escalofriante sonreía mostrando sus disparejos dientes. Alanna no se había percatado de eso, pero cuando lo hizo saltó del susto y tomó la mano de Finn inconscientemente.

El muchacho se sorprendió cuando sintió la corriente eléctrica que viajó por todo su cuerpo ante el tacto de la niña. Su mano estaba quieta, sin corresponder, pero en cuanto le echó una ojeada a estas decidió hacer mutuo el agarre, y sus manos quedaron unidas con los dedos entrelazados.

La imagen de su mano unida a la de la muchacha lo hacía sentirse de una manera muy extraña. Todo era muy extraño, en realidad. Nunca había experimentado esas sensaciones con ninguna chica, a decir verdad quizás porque Alanna había sido la primera con la que tuviese más contacto que una conversación sin importancia de dos minutos, cosa que pasaba cuando Jack o cualquiera de sus amigos intentaba presentarla a una niña.

Caminaban a lo largo del lugar con las miradas concentradas en lo que este les podía ofrecer, tomados de las manos como si de una pareja se tratara. Finn sintió un remolino en el estómago al pensar en aquella idea; que los demás los viesen como una pareja. Se encontró a sí mismo nada disgustado ante esa opción. La acercó un poco más cuando se dejó llevar por esa sensación.

—¡Oh Dios! ¿Viste quien está allí?—puso su atención en la emocionada expresión de Alanna y luego volteó hacia donde ella dirigía su mano viendo a un escritor firmando libros—. ¡Es Stephen King, Finn!

Él no podía sentirse tan impresionado ante ese hecho puesto que estaba distraído observando la felicidad en el rostro de la niña que tenía frente a su persona. Esta sonreí de oreja a oreja y reía, todavía estaba muy sorprendida ante el grato acontecimiento, y el sentía algo inexplicable al verla con tal contento. De pronto, tenía ganas de besarla y no podía poner de excusa ningun porqué, simplemente quería hacerlo. Sin embargo, se contuvo y le sonrió mostrando los dientes.

—Pues había un cartel de uno de sus libros en la entrada—comentó, como si fuese lógico que estuviese allí debido a eso, luego comenzó a jalarla de la mano—. ¿Qué esperas? Vamos a pedirle que te firme un libro. 


Ella se notó un poco nerviosa sobre la idea de acercarse a hablar con el escritor, pero Finn insistió en ello. Cuando ambos, después de un largo tiempo en la fila, estuvieron frente a Stephen, Alanna se quedó sin habla. La pobre estaba demasiado sorprendida como para poder decir algo coherente, por lo que Finn, junto con una risa, tomó dos libros de "Eso" y le pidió que por favor los firmara, para luego comentar que la muchacha era muy fan suya y que no hablaba por la emoción. Este asintió riendo y les dio las gracias por el apoyo.

Cuando se alejaron de él Alanna no tardó en tomar el libro para poder ver la firma del autor, sonriendo más de lo que había sonreído en todo el día.

—¡Es la firma más hermosa que he visto!—exclamó, aunque aquello no fuese cierto, eran los resultados de la agitación.

Finn soltó una carcajada e iba a decir algo, pero se vio interrumpido cuando ella se lanzó sobre él, rodeando su cintura en un abrazo y apoyando su cara contra su pecho, apretándolo con no demasiada fuerza.

—¡Gracias por invitarme, Finn! ¡Gracias, gracias!—le agradeció Alanna a la vez que se ponía de puntillas para poder besar sus mejillas y luego volver a hundir su cabeza en la camiseta del muchacho.

—Gracias a ti por venir, Annie—le susurró, y acarició su cabello con su mano—Me la estoy pasando genial contigo.

...

Alanna.

Finn se estacionó frente a su casa. Lo miró por unos segundos mientras él revisaba algo en el espacio sobre la radio, tratando de tardarse lo más que podía en salir del vehículo. Hoy había sido un día maravilloso, y sentía que se estaba acabando muy rápido. Ojalá pudiese durar más tiempo.

Este puso la atención en ella y Alanna se sintió repentinamente nerviosa. Él la miraba de una forma extraña, con ese brillo encantador que a veces podía percibir más notorio que nunca y con una pequeña sonrisa que le revolvía el estómago. Ambos tenían el cuerpo volteado hacia el otro y se miraban fijamente.

Repentinamente el muchacho se acercó más a su persona mientras depositaba la mano en su rodilla y dejaba la otra sobre el volante. Su corazón comenzó a latir con violencia bajo sus costillas y Alanna puso menos distancia entre ellos. La mano que Finn había puesto en su rodilla subió un poco cuando se acercó a tal punto de que sus narices estuvieron a punto de rozarse. Las sensaciones que pasaban por el cuerpo de la niña la hacían marearse. Pasó sus manos por los brazos del ruloso hasta dejarlas reposar en sus hombros.

Sus alientos chocaban y si alguno de ellos se hubiese dignado a acercarse un poco más se estarían besando definitivamente. Pero en el momento en el que Finn iba a ir por ello, la presión que hizo en el volante hizo que el claxon sonara y los sobresaltara.

Después de un momento de silencio, los dos rieron a carcajadas ante la inesperada interrupción y Alanna recostó su frente en el hombro del chico, quedándose sentados frente a frente.

—Hoy fue fantástico, Finn—dijo para luego besar su mejilla.—Gracias.

Después de eso salió rápidamente del auto con una sonrisa imposible de borrar en el rostro.



SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora