Capítulo diez.

3.3K 360 68
                                    

Hoy era el día de la convención de libros a la cual Finn la había invitado unos días atrás. Se encontraba muy entusiasmada, aunque también un poco nerviosa. La causa de esto era que estarían solos, y eso le daría paso a temas de conversación como el beso que se habían dado hace dos días, o que le habían dicho sus padres cuando hablaron con ella. Aquellos eran dos asuntos que temía por abordar, pero tenía muchas ganas de ir y sobre todo si eso implicaría la compañía del muchacho.

Ya estaba lista para irse, por lo que solo tomó su mochila y adentró en ella los libros que quería que le firmaran para después bajar las escaleras con apresuro cuando escuchó sonar el timbre. Trató de salir rápido para no tener que despedirse de sus padres, puesto que todavía seguía enojada con ellos, además de que tardó un poco para poder convencerlos de dejarla ir con Finn; se iba rápido para que no les diera tiempo de arrepentirse.

En cuanto estuvo fuera de la casa se dio cuenta de que un auto la esperaba apegado a la acera, supuso que sería el de la madre del muchacho. Marchó hacia este y cuando estuvo cerca se agachó hacia la ventana para saludar a la señora Wolfhard, pero se llevó una gran sorpresa al notar que aquel puesto lo ocupaba Finn, y que en realidad él era el único en el auto.

Ese hecho la dejó un poco abrumada, sabía que Finn tenía dieciséis años, justo la edad para conducir, pero no pensó que lo haría tan rápido. De alguna extraña manera aquello lo hacía parecer mayor, como si ella quedara como una total niñata al lado de una adolescente que ya podía manejar. Los dos años que sus padres le habían recalcado anteriormente comenzaron a estar más presentes en su cabeza.

Salió de su ensimismamiento y decidió ignorar ese tema, cruzando alrededor del auto para tomar el asiento del copiloto. Estando adentro, saludó al chico de pecas con un beso en la mejilla.

—No sabía que manejaras—comentó, tratando de no mostrar su verdadera reacción ante ello.

Finn sonrió y asintió, dándole una palmada al volante.

—Desde que cumplí dieciséis me he tomado muy en serio lo de aprender a hacerlo—relató, y luego encendió el auto—. Papá me ha prestado el carro en esta ocasión, pero planeo ahorrar para comprar una propio.

Alanna decidió dejar los prejuicios de la edad de lado, y sentirse verdaderamente feliz por su amigo.

—¡Eso es genial, Finn!—exclamó con una sonrisa.

Este se vio contento ante el entusiasmo de su compañera y puso en marcha el auto. Alanna notó que se veía un poco nervioso, quizá porque era su primera vez manejando sin la supervisión de un adulto, y eso la puso nerviosa a ella también. Se preguntaba porque no había permitido que su madre los llevara, y entonces se acordó de algo que había visto en una película ochentera: un chico suplicándole a sus padres que le prestaran el auto para llevar a una chica a una cita, puesto que pensó que sería más especial si era él quien la llevaba. Claro que, no podía compararlo con aquella situación; eso no era una cita y ellos no eran nada más que buenos amigos, tal vez Finn simplemente lo había hecho para sentirse más independiente.

Suspiró, como quisiera que las cosas fueran diferentes.

—Oye... Annie—la voz de Finn había tomado un tono cauteloso, ella se volteó hacia él—. ¿Me dirás que fue lo que te dijeron tus padres?

La pregunta del muchacho la había tomado por sorpresa, no pensó que empezarían con los temas incómodos tan deprisa, no se había tomado el tiempo de prepararse mentalmente para ello. Se cuestionaba porque mostraba tanto interés en saberlo, quizá porque ella mostraba el mismo en evadirlo. ¿Es que era tan obvio como se tensaba ante su interrogación?

Estaba debatiéndose entre si decírselo o no sería buena idea. Pensaba que tal vez tenía derecho a saberlo, después de todo era de él de quien sus padres estaban insinuando cosas -aunque más discretamente, también de ella- y juzgándolo sin conocerlo del todo. Pero no quería poner incómoda la situación, ni hacerlo creer que tenía la misma perspectiva que sus progenitores.

Trago saliva, decirlo será. Desvío la mirada hacia la ventana empañada por la humedad para comenzar a hablar.

—No fue muy largo—dijo—. Solo me advirtieron que tú...—tomó un poco de aire, buscando las palabras adecuadas—. Que tú eras dos años mayor y que quizá... Bueno, que quizá podrías buscar cosas para las cuales yo no estaba preparada—concluyó, llena de vergüenza.

No quiso explicar más, esperando a que él lo captara tan rápido como ella lo había hecho en su momento. Por su rostro perplejo, pudo cerciorarse de que así fue. Sintió temor de que estuviese herido u ofendido, justo como ella se sintió cuando se dio cuenta de que la sugerencia no solo iba hacia Finn por parte de sus padres.

Éste la observó un segundo, fijamente.

—¿Tú... También piensas así?—inquirió, por su expresión parecía temeroso de la respuesta.

Se apresuró en negar de una lado a otro, ya que -aunque pudo tener sus dudas- creía estar segura de que Finn no era como ese tonto estereotipo de adolescente hormonal lo dictaba. Nunca pensó que fuese fuera de lo común experimentar a tal edad, al fin y al cabo cada quien hacía lo que mejor le parecía, pero también tuvo en mente que quienquiera que iba a salir con alguien menor, debía adaptarse a las circunstancias. Aunque de nuevo: aquello no aplicaba en su situación dado al hecho de que solo eran amigos.

—No, no lo hago—lo miró a los ojos para que pudiera estar seguro de ello—. Siempre te vi como el serio chico tierno—admitió, y trato de disimular su sonrojo fingiendo buscar algo en su bolso.

—¿Ah, sí?—ahora el sonrojado era él—. Nunca me consideré tierno.

Ella lo miró un segundo con detenimiento, dando un paseo por sus delicadas facciones, sus oscuros ojos y abundantes rulos, tratando de no parecer tan perdida en su rostro como en realidad lo estaba. La voz de su mente soltó un rídiculo suspiro; le gustaba tanto.

—Pues lo eres—afirmó, con voz ausente a causa de su ensimismamiento.

Volvió en sí, y le dedicó una sonrisa a su acompañante, aunque la felicidad de esta no llegó a sus azules ojos. La embargó una repentina tristeza, aferrándose a la idea de no hacerse ilusiones con él ruloso de gran belleza, firme en el pensamiento de que no serían correspondidos.

Pero, ¿Estaría en lo correcto?

HOLAAA. LO SIENTO, ME HE TARDADO UN SIGLO, ES QUE ME HE ENGANCHADO CON LA SAGA DE CREPÚSCULO Y EN ESTOS DÍAS ME ESTABA LEYENDO LUNA NUEVA Y ECLIPSE JUJU. YA LOS TERMINÉ, ASÍ AQUÍ ESTÁ SU ACTUALIZACIÓN, DISFRUTEN JEJE. EN EL PRÓXIMA CAPÍTULO ESTARÁ NARRADO EN TORNO A FINN, AMENMEEE, LO SÉ.

Kisses.

SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora