Capítulo 4

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¿Qué había hecho?, fue un idiota al dejarse llevar por aquellas estúpidas palabras, sabía perfectamente que Zoro solo lo quería provocar.

Tenia que calmarse, se sentía como la peor miseria nuevamente. No debió a ver viajado con ellos...le dolía, le dolía demasiado.

Mientras se dejaba llevar por sus pensamientos, no cayó en cuenta cuando llegó a la isla, tenía que hablar seriamente con esa mujer.

Bajo de aquel pequeño barco, atravesó rápidamente lo que sería la selva, para luego estirar sus brazos, lo suficiente para traspasar el muro.

Y ahí nuevamente estába, miro toda la ciudad, algo curioso, había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en esa isla. Pesé a sentir bastante nostalgia, no desvío sus pensamientos, debía hablar con ella, se dirigió rápidamente hacía aquel castillo.

Aquellas que protegían las grandes puertas del castillo dieron paso a que pasara el chico, sabían perfectamente que hibi-hime sama lo estába esperando.

El chico fue rápidamente hacía la habitación de su futura "prometida", sentía como la ira iba creciendo de poco a poco en su interior.
Abrió ambas puertas de golpe, viéndose en su interior aquella mujer con su serpiente y dos mujeres grandes detrás de ella.

-Hancock

-Luffy...

-Tenemos que hablar Boa Hancock, dile a tus hermanas que se retiren de la habitación ahora mismo.

Un silencio inundó en la habitación aquellas tres mujeres sabían que el chico estába enojado.

-¿cómo te atreves a hablar así a nuestra hibi-hime sama?,¡no te creas tan afort... -

-Marigold, Sandersonia, fuera.

-¡pero...!

-Es una orden, espero salgan de una vez.

Las hermanas no dijeron más, salieron de la habitación, mirando en advertencia a Luffy.

-Ya está. Luffy, dime, ¿qué necesitas?

-Tu mas que nadie sabe porque estoy aquí, ¿por qué lo hiciste Hancock?, ¿por qué me mentiste?, ¿no se supone que eres mi prometida?

Un silencio nuevamente inundó en la habitación, ambos se miraron fijamente, Hancock apretó sus labios con dudas a responder.

-¡Responde ya!

Grito el chico de sombrero de paja, dándole un susto a la mujer serpiente.

-Luffy, perdóname.
Se que no debí, yo principalmente se lo que pasó con Akainu, te ví sufrir.
¡Lo se perfectamente!

Lágrimas caían por su suave rostro, se odiaba por no pensar en el.

-No tube elección, me advirtieron en que toda la isla de mujeres, incluyéndome. Obligadamente tendríamos que ser esclavas de los tenryuubito, y yo...quizás si fuera solo yo, lo entendería, pero no mi pueblo, mis hermanas, mi familia...
No puedo arriesgarme a que ellas pasen por lo que yo sufrí, me duele solo pensar que mi familia sufriría lo mismo que yo, perdoname Luffy...

-Esta bien, perdoname por haberte levantado la voz, comprendo lo que me quieres decir...

Un silencio inundó la habitación, Luffy trato de pensar en que debía hacer, las cosas no le estaban saliendo como el quería, no iba a causar más problemas y sobre todo porque estaba lastimando a las personas que el más amaba.

Se acercó suavemente a Hancock y la abrazó, está aceptó un tanto sorprendida por el comportamiento de aquel chico, pero a su vez sintió una gran felicidad en su corazón, por lo general era ella la que siempre se acercaba a su prometido.
Se quedaron así por unos minutos, algo largos a decir verdad.

Suavemente se alejaron del abrazó y se miraron mutuamente.

Luffy pudo percibir el brillo y el amor con el que lo miraba, era tan cálido que el se sentía tan bien con ella.
Colocó suavemente su mano en la mejilla izquierda de está, noto como el color rojo se adornaba en aquellas mejillas, se acercó suavemente como a su vez cerraba suavemente los ojos, y le plantó un besó.
Ese momento era algo mágico para ambos.

Aunque era poco creíble ver esa actitud en el chico, había madurado, amargamente, pero lo había hecho.

Se separó suavemente, sin alejarse lo suficiente, juntaron sus frentes.

Mientras se acomodaban al suave ambiente, así pasaron horas, más por el simple hecho de que esa era una de las últimas veces que estarían así.

-Me tengo que ir...

Susurro suavemente para no acabar con el ambiente tan suave.

-Espera, pronto traerán el banquete, puedes comer con-...

-No. Quiero comer contigo, esperaré a que lo traigan.

-Esta bien, avisare de una vez.

La chica con el pequeño sonrojo en sus mejillas llamó a sus hermanas pidiendo el banquete para su prometido.

No demoró en llegar, está, pidió que los dejarán a solas, porque sabía perfectamente que él, no le había dicho todo.

-Hancock...

-Dime.

El silencio reino nuevamente la habitación, no sabía cómo decir aquellas palabras.
Solo tiene que decirlo y ya, tiene que ser directo, y ella está en derecho de saber, después de todo es su prometida.

El sabe que le dolerá aquellas palabras, pero era la mejor solución para todos sus problemas, aparte ya había conseguido su sueño, solo, pero lo había cumplido, y ahora que quería formar una vida tranquila, no iba a poder, porque sus seres amados eran advertidos, si solo fuera el...

Acercó a Hancock un tanto brusco para abrazarla de nuevo, pero esta vez con más fuerza que antes, nuevamente se quedaron así en silencio.

Si tan solo fuera posible congelar el tiempo y quedarse en los buenos momentos que el alguna vez vivió, pero ya era hora, e igualmente su enfermedad no lo dejarías seguir, ni siquiera sabia cual era su enfermedad, aunque trato de hallar la cura, no la consiguió.

Era consciente que era su culpa, el se había sobreesforzado en todas sus batallas y el sabía que debió medir sus consecuencias, y ahora que quería continuar su vida, no era posible, estaba acabado, pero aún así una parte de el, es feliz, porque todos los momentos que vivió no fueron tan malos, muchos fueron buenos y ya había dejado la marca en el mundo.

El ya era el rey pirata lo que había querido durante mucho tiempo, y ahora le diría a su prometida, lo que pasaría con el en adelante, sin ningún miedo.

-Hancock, me entregaré a la marina.

Fin capítulo 4.

Traición...ya la conocía (Pausada indefinidamente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora