Cementerio

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Se ha ido.
Está abajo, en la tierra. Ahogándose en su propia ausencia, en las flores de la gente que nunca la amó, pero habría amado hacerlo.
Pero yo, que sí la amé, ¿dónde están mis rosas?
¿Dónde está el carmín de sus labios, la suavidad en su rostro?
¿El rosa en mis labios, el tacto en mi rostro?
¿Dónde están mis manos, sino en las suyas?
¿Dónde están mis lágrimas, sino en sus ojos?
¿Dónde están mis latidos, sino en su corazón?
¡Vivo en las brasas sin brazos a los cuales aferrarme!
Porque no hay destino, ni dios. No hay paraíso, sino en su cuerpo.
No hay vuelta atrás... oh, pero, ¡qué digo!
Tanto tiempo volviendo la vista atrás, cundo tenía el cielo enfrente.

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