Para el desayuno

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Y lo más triste, es que te quiero sólo porque alguna vez te quise mucho.
Y es que tu sonrisa nunca fue tan amablemente soberbia como lo es ahora.
Y no soporto tener que verte la espalda sin poder empujar los recuerdos.
Y no aguanto no poder dar la media vuelta porque me quedé sin segundas opciones.
Perdí el camino.
Vas dirigiendo todos tus sueños hacia la imposibilidad más estúpida de todas,
Paradigma vago y acerbo,
Paradoja tan sencilla que me pierdo.
Pierdo el camino.
¿Qué tan difícil era seguir andando?
Pero el café de las montañas en tus ojos era mi cima, y así caí.

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