Superación personal

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Mátalo.
Al orgullo, al frío de verano que te trae la soledad.
Olvídalo.
Échalo al mar aunque no sepa nadar para que aprenda que contigo no se juega si no se ama al premio.
Que si no se da todo, no hay que esperar ganarlo, tampoco.
Déjale al alma meditar sin prejuicios, que el perjuicio que te trae pesa más en la conciencia que en la espalda, y estorba más en el corazón que cuando está a tus pies.
Deja al destino pasar, no lo pares, que a veces lo que queremos y lo que necesitamos no son sólo distintos, sino contrarios.
No te agobies, no desesperes, no te rindas.
Pero sobretodo, no te olvides sólo porque alguien más te olvidó.
Al final, vale más lo que somos que lo que esperamos, y vale más lo que viene que lo que nunca se quedó.

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