Prólogo

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¿Cómo es posible que un ser humano llegara a pensar que fuera bello el ver a alguien destrozado? ¿En qué cabeza cabria aquella descabellada idea?

La mayoría diría que tal pensamiento es digno de un psicópata, y tuvieran razón suficiente para afirmarlo. Pero ella no lo veía como una manera de regocijarse en el dolor de un desconocido, simplemente él tenía una belleza rara de encontrar. Aquella que te provocaba querer correr a abrazarlo y, aunque fuera mentira, decirle que todo estaría bien.

Era una belleza única. Una triste y dolorosa belleza atrapada en una fotografía de una tarde lluviosa.

Aquella joven tan solo tenía 18 años cuando logro encontrar ese tipo de enfoque. De nombre Park Soyoung, vivaz y positiva, ese mismo día podría asegurarse que era el peor de todos para ella. Estaba cubierta de lodo y su labio inferior seguía sangrando, aun si tenía deseos de llorar simplemente no podía hacerlo, ella misma mantenía la idea de  no tener el derecho a llorar. No lo tenía y jamás lo tendría, pero siendo una persona solidaria y cariñosa, ¿Cómo había llegado a tal situación? Haber llegado hasta el punto de tener repulsión hacia uno mismo.

El clima de Busan estaba de mal en peor, ella estaba sola y con riesgo de tener una pulmonía si no se abrigaba, pero al parecer no le importaba en lo más mínimo. Cargaba una mochila en una mano mientras mantenía la mirada en el cielo en busca de una posible respuesta a esta tragedia.

¿Por qué a ella tuvo que pasarle eso? ¿Por qué a ella de todas las personas? Siempre había sido considerada, no, ella pensaba que lo había sido cuando en realidad ni siquiera lo había intentado. Pero, ¿Qué persona puede anteponer incondicionalmente a los demás antes que a uno mismo?

Ella era buena, pero todos sus problemas le habían jugado una mala pasada y había terminado muy mal. Se estaba martirizando con la ideas de " ¿Y si hubiese prestado más atención? “, " ¿Si le hubiera preguntado qué pasaba?”, " Y si... si yo... “, aquellos pensamientos la estaban atormentados y ni siquiera con tanta rabia podía llorar .Ni una lágrima caía de sus ojos.

Camino varias calles sin dirección alguna, el cielo indicaba que ya se ponía el sol y la oscura noche amenazaba con hacer su aparición en medio del dolor. La joven arrastraba sus pies al caminar, no porque estuviera cansada sino por el simple de hecho de no saber a dónde regresar. Después de unos minutos, cerca de un parque algo escondido oyó el frágil quejido de una persona. Y aquellos gemidos de dolor la guiaron hasta el dueño.

Las nubes se juntaron y había señales de una fuerte lluvia, las cuales ambos ignoraron.

Un joven yacía arrodillado con la mirada baja mientras sostenía algo en sus manos a lo que se aferraba como si su vida dependiera de ello, aquella escena siempre quedara grabada en la memoria de Soyoung y en aquella fotografía.

Aquel joven suavizo su agarre y dejo ver a lo que se aferraba fuertemente. Un collar. Aquel collar que al verlo se lo humedecieron los ojos, le empezó a arder la nariz y su voz no salía. Se mordió el labio reprimiéndose, para luego mirar al cielo sin expresión alguna.

¿Quién era aquel joven que en su mirada parecía decir: " Lo siento”? En su mirada mantenía tanto pesar e impotencia.

Volvió la mirada al collar y sonrió. No se puede asegurar si era de tristeza o de amargura, mantuvo su mirada sobre el collar y unas gotas cayeron sobre su mano. El cielo se nublo rápidamente y las lágrimas inconscientes de aquel joven cayeron sobre el collar.

Era su límite, estaba destrozado.

Destrozado por la idea de que ya nada volvería a ser como antes, que nunca más escucharía aquella voz. Y lloro, lloro fuerte y dolorosamente, sin percatarse de que alguien más lo estaba viendo, que alguien más se había quedado templada de aquella imagen tan dolorosa y triste, de aquel momento que le pertenecía a él, solo a él, pero que sin embargo, ahora, también le pertenecía a ella.

Never Say ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora