Día 5

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«Espero no se enoje mucho»

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«Espero no se enoje mucho».

Eso de construir y destruir podía ser muy divertido, más cuando lo haces con tu querido retoño mini-destructor, aquel que llevará el trabajo familiar de acabar con universos a posteridad. Sí, divertido y todo, pero cuando Fresh volviera no le iba hacer gracia ver el centro de mesa roto y un agujero en el sillón.

―Me emocioné demasiado ―dijo para sí mismo, pateando de un lado restos de madera de uno de los cajoneros de la sala.

Dio un suspiro y, cargando en brazos al pequeño Reshy, se encaminó a dejarle en su habitación para poderse ir él a dormir. Había pasado demasiado tiempo jugando al "Tiro y destrucción" con el pequeño infante, ya iba siendo hora de descansar.

Tras llegar al cuarto de Reshy, le depositó en su cunero para prontamente irse. Sin embargo, los quejidos del bebé le hicieron volver. Se asomó para ver qué quería, con cierto mal humor combinado con cansancio. Sólo gruñó al ver que el pequeño guardaba silencio al verle.

Se retiró nuevamente, y los quejidos continuaron. No comprendía a qué se debía eso y, pegando un alarido, regresó sobre sus pasos. Reshy al verle guardaba silencio y le miraba fijamente.

―Así no llegaremos a ningún lado, ¿qué quieres? ―preguntó de mala gana, frustrado y con las cuencas entrecerradas.

Reshy dio pequeñas pataditas, meneándose como tortuga panza arriba, o al menos así lo vio Error, no le juzguen. No comprendiendo un carajo, quedó colgado del cunero toda la noche.

Amaneció de rodillas con la frente pegada al rejado del cunero. Despegó el rostro con ligera dificultad, notando pequeños balbuceos y quejidos de Reshy. Un aroma llegó a sus fosas nasales y, shockeado por tremenda fragancia, se puso en pie a por otro pañal.

Lo logró esta vez exitosamente, pero sin energía para festejar, dejó al pequeño en la cuna y se largó de la habitación. Quería dormir al menos un par de horas. Esta vez Reshy no lloró, cosa que le dio una alegría profunda con la que, esbozando una sonrisa, se dejó caer en su cama matrimonial. Se acomodaba, sintiendo esa suavidad de su querido colchón pedido por catálogo, con una rebaja del 50% de descuento a 12 meses sin intereses. Una ganga.

Cerró sus cuencas, pero, cuando comenzaba a ver un paraíso de chocolate en sus sueños, su teléfono sonó.

―¿Bueno? ―contestó sin ánimo, con la cara aún pegada al colchón.

―¿Glitchy? ―sonó del otro lado.

―¡Freshy! ―alzó la cara de inmediato, dando un brinco.

Suenas cansado, ¿todo is okay? ―preguntó el yolero desde el otro lado.

―Por supuesto... absolutamente nada se ha roto ―giró su mirada de un lado, casi golpeándose por decir aquello.

Un mes a cargo || ErrorFresh || En procesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora